Cuando se habla de educación en valores a nivel escolar, se suele usar dilemas o casos en los que los alumnos deben elegir entre el bien y el mal. Entre mentir y decir la verdad. Entre robar y no robar, agredir o no agredir. Se idealizan las situaciones acomodándolas para que tengan una fácil resolución, como en los casos de matemáticas o ciencias en la que se acomodan los números para que las operaciones y resultados salgan “exactos”. ¿Alguno de ustedes ha visto en la vida real “un triángulo rectángulo 3, 4 y 5” o que “un carro viaja a velocidad constante de 80 Km/h por dos horas…”

Esas situaciones matemáticas perfectas casi no existen, como suelen no existir esas dicotomías entre el bien y el mal en las que optar por el bien es bastante sencillo. Un alumno expuesto a la exigencia de denunciar a un compañero de clase por una trasgresión o ser expulsado del colegio no enfrenta una situación de solución simple. En la vida ciudadana o profesional la realidad tampoco responde a esas fórmulas. Usualmente tenemos que escoger cómo actuar frente a dos o más opciones, ninguna de las cuales calza con nuestras preferencias o perfiles éticamente deseables. Por ejemplo, ¿Cómo define un médico de tres pacientes que necesitan el único respirador mecánico a quién se lo da? ¿Al más joven? ¿Al más enfermo? ¿Al menos enfermo? ¿Al que llegó primero?

Lo hemos visto con las vacunas. Las pocas que hay ¿a quién se reparten? ¿En qué orden? ¿Primero los médicos? ¿Primero los ancianos? ¿Primero los policías? ¿Primero los que son más accesibles geográficamente? ¿Primero a los que tienen alguna discapacidad?

Una persona pobre necesita urgentemente un medicamento para salvar la vida de su madre que el hospital público no le quiere proporcionar, por lo que entra a la fuerza a su farmacia para llevarse los medicamentos. ¿Cómo sentenciaría a esa persona una vez llegado al juzgado?

El gerente de una empresa a punto de quebrar tiene que elegir entre despedir a algunos trabajadores, bajarles el sueldo a quienes queden, o quebrar la empresa. ¿Qué y a quiénes escoge? ¿Al más eficiente? ¿Al que tiene mayor carga familiar? ¿Al que le será más difícil recolocarse?

En el mundo electoral suele ocurrir lo mismo, porque quien quiera que pase de la primera a la segunda vuelta, siempre dejará insatisfechos a quienes tenían su preferencia por alguno de los perdedores, que en el caso peruano actual, equivale a 2/3 del electorado que asistió a votar.

Esos 2/3 de votantes y la mayoría de los que no votaron tienen que optar por asistir o no a votar en la segunda vuelta, y en ese caso, a cuál de los candidatos darle el voto. Se puede optar por escoger al más cercano ideológica o éticamente, “al mal menor”, votar en blanco o viciado, o no asistir a votar. Entre quienes piensan no votar, dado que uno de los dos será presidente, eso significaría ser indiferente frente al resultado, aunque sin librarse de las consecuencias.

El ciudadano tiene que confrontarse con el hecho de que aun sabiendo que discrepa frontalmente con los dos candidatos, por ninguno de los cuales votaría en condiciones normales, uno de ellos será presidente y sus acciones afectarán también a quienes votaron en blanco, viciado o no votaron del todo. Ese es el mundo real. Ese es el mundo en el que a veces hay que optar por el mal menor, aunque nos incomode éticamente sentir que le dimos un voto a quien no lo merecía.

Para vivir en ese mundo es que hay que preparar a nuestros alumnos, para que su fortaleza esté en su manera de pensar y adherirse a ciertos valores, procurando vivir lo más coherentemente posible con ellos, pero incluyendo también el ser conscientes de que no pocas veces tendrán que optar por el mal menor, en aras del bien común, sin que eso les haga sentir culpables de ser malos ciudadanos. Tendrán que asumir que a veces los pacifistas toman las armas para ir a la guerra, porque si no, el enemigo los destruirá a éllos, sus seres queridos y su patria.

ANEXO: VOTACIÓN RECIBIDA POR CADA CANDIDATO (ONPE 100%)

FUERZA POPULAR obtuvo 1,883,260 votos válidos (13.363%) o 10.954% del total emitido

PERU LIBRE obtuvo 2,687,829 votos válidos (19.072%) o 15.634% del total emitido

SUMADOS AMBOS: 4,571,089 votos válidos (32.435%) o 26.588% del total emitido

EN SUMA: los dos candidatos juntos apenas constituyen el 26.588% del total de votos emitidos o si ampliamos el espectro apenas constituyen el 18.667% de los 24,487,305 votos de electores hábiles para votar

Es decir, los dos candidatos sumados obtuvieron solo 1/3 de los que votaron y menos de 1/5 del total que podrían haber votado, y que serán gobernados por uno de los dos candidatos

 

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