El horario de clases escolares del lunes en muchos colegios no está planificado para comentar el proceso electoral 2021 y sus implicancias.. Mucho menos si en la primera hora del día les toca matemáticas o ciencias por quienes asumen que el tema electoral lo tiene que tratar el profesor de ciencias sociales, aunque le toque clase recién el miércoles. Así de brutal es la distancia entre la vida interna y externa de muchos colegios, pese a que se habla de formación ciudadana…

Los colegios no deben ser indiferentes a las realidades políticas del país, tanto por su magnitud e impacto en la vida de todos los peruanos, como por la forma moderna de educar para construir ciudadanía incluyendo la discusión de los acontecimientos de la cotidianidad que definen la vida cívica y democrática del país. La pregunta es cómo hacerlo.

En algunos colegios se optará por la indiferencia. “No está en el libro, no está en el programa, no sabemos qué decir, así que mejor no tocarlo”. Eso implica una lavada de manos que lo único que hace es transmitirles a los alumnos el mensaje “las cosas importantes de la vida no tienen cabida en la escuela”. Eso, que en muchos lugares también se hace por ejemplo con temas vinculados a la vida sexual o a la discriminación, está muy lejos de contribuir a la educación ciudadana y solo consigue alejar a los alumnos de la imagen de la escuela como lugar en el que se puede discutir las cosas que más los inquietan.

En otros colegios se traerá el tema a clase, pero de un modo tal que la preferencia personal del profesor terminará infiltrándose en los alumnos, a partir de la conducción y juicios de valor que haga. Esta manipulación de los alumnos para que se identifiquen con la postura del profesor es una expresión autoritaria inaceptable para la inclusión y formación democrática. Solo perpetúa la fractura “los buenos conmigo, los malos están al frente” y genera rencor contra el profesor y el colegio de parte del alumnado. Recordemos que esos alumnos son miembros de familias en las que sus integrantes se identifican con uno u otro candidato, y al descalificar a uno de ellos lo están haciendo con sus propios padres.

La tercera opción, es la que abre los espacios para que los alumnos se informen y conversen sobre el tema, intercambien puntos de vista, sin pretender prestigiar o desprestigiar alguna postura en particular, sea mayoritaria o minoritaria, dado que son motivo de controversia y responden a una clara división entre peruanos. Procurar ser optimistas con “el día siguiente” y preguntarse qué rol podría desempeñar cada uno para consolidar nuestra democracia. Esta es la particularmente me parece más respetuosa del proceso de construcción de valores democráticos por parte de los alumnos.

La formación ciudadana no incluye imponerles a los alumnos nuestras posturas particulares -aunque sea subliminalmente- sino abrir los espacios de conversación, confrontación, información, para que entiendan las posturas en conflicto y puedan construir su propia visión de las cosas, que es probable que incluya siempre posiciones diversas entre ellos. Es allí donde cada profesor pone en juego toda su capacidad de ser facilitador y moderador, generador de opciones de empatía para que los alumnos entiendan las posturas contrarias, distanciándose del rol de adoctrinador o estigmatizador. Si un alumno puede comprender las diversas opciones en juego, analizar, confrontar, valorar y optar por la que particularmente le parece más convincente, estará mejor preparado para la vida democrática que si se identifica acríticamente con la posición del profesor o de la mayoría, que es algo más propio del fanatismo o los regímenes dictatoriales.

Pienso que es importante para los alumnos reconocer que la campaña electoral en el contexto de la pandemia ha puesto una enorme luna de aumento a los problemas estructurales que tiene el Perú (y toda América Latina), que no se resolverán con el nuevo gobierno ni en el corto plazo. Pero, los avances se acelerarán si se piensa en el mediano plazo y desde una postura de articular esfuerzos, más que frenarse unos a otros. En eso, el ánimo de polarización en el que unos descalifican a otros no juega a favor de construir las más eficaces propuestas de solución. Sin diálogo no hay empatía, y eso ya es violento de por sí, porque fractura en lugar de integrar y articular, porque legitima el acoso y bullying de unos a otros.

Es una buena oportunidad también para analizar los escenarios del pasado que construyeron este presente, y para imaginar el futuro deseado. Puede permitir a los alumnos entender de un modo muy concreto la historia del Perú y darles una sensación de reto, de propósito, de vocación por sanar a nuestra patria, que tanta falta nos hace.

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