Si hubo una característica que desprestigió a Alejandro Toledo y debilitó la confianza en él fue su capacidad de prometer sin cumplir, es decir, sus propuestas mentirosas. El costo fue alto. Su popularidad constante por debajo del 20%, apenas inflamada los últimos dos meses de despedida, pudo costarle la vacancia y fue el principal freno para iniciar las reformas estructurales que necesita el país, que un gobierno débil y sin credibilidad es incapaz de realizar.

Para que no se repita esta tragedia cívica, Alan García deberá tener la capacidad de cumplir con todas sus promesas y metas, y si por alguna razón alguna de ellas no es viable, dar una explicación y disculpa y plantear una nueva meta sobre la cual rendir cuentas.

Por eso vale la pena recordar lo prometido en educación. El plan de gobierno contiene el compromiso para la “extensión inmediata de una hora adicional de la jornada educativa” (inmediato equivale al 1 de agosto), e implementar en los primeros 180 días el programa “volver a leer”, “el libro de a sol” y colocar en el presupuesto del 2007 el aumento del 0.25% del PBI para educación, que habrá de repetirse anualmente. Para el quinquenio prometió implementar el Sistema Nacional de Evaluación, Acreditación y Certificación de la Calidad Educativa, la Carrera Pública Magisterial, otorgar bonificaciones a maestros que premien la excelencia profesional, reducir el analfabetismo, facilitar créditos docentes para adquirir computadoras, tomar exámenes nacionales en 6to de primaria, 5to de secundaria y a maestros, restablecer el programa de vivienda magisterial, cultivar la moralización y transparencia en la información educacional, desdoblar el Ministerio en uno de Educación y otro de Cultura, colocar un impuesto directo a productos de consumo nocivo para financiar educación física, deportes y recreación, duplicar a 18,000 el número de profesores de educación física, invitar anualmente a los 10 mejores egresados de las universidades a incorporarse al trabajo en la administración pública. A eso se suma la promesa de campaña de duplicar en el quinquenio las horas de clases de la escuela pública.

El 20% del país votó por convicción por AGP. Otro 32% votó con miedo e incertidumbre; 48% votó en contra. Pero las promesas las hizo al 100%, que estará vigilante. La credibilidad del gobernante, base de la gobernabilidad, se juega en su capacidad de respetar la palabra empeñada.

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Educación: el tema con más coincidencias en la campaña electoral mexicana 2018. (LT: pero ¿están hablando de México? ¿Argentina? ¿Perú?¿cualquier país de A.L.? Si lo que le proponen al país aludido es intercambiable, es porque todos están (equivocados) siguiendo el mismo (retrógrado) libreto. El hecho que los cuatro candidatos coincidan lleva a pensar que algo anda mal. Ninguno es capaz de proponer algo disruptivo para dar verdaderos saltos hacia una educación relevante para estos tiempos, independizándose de las descontextualizadas recetas universalistas que les venden los organismos internacionales o que surgen de su (absurdo) afán de parecerse a la OECD. Lo que hace falta es un discurso convocante y convincente, disruptivo pero a la vez viable. De lo contrario, prepárense a tener más de lo mismo, es decir, más años de no cerrar brechas ni resolver los retos de la pertinencia y la equidad. En FB: https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/1752590891508105