I PARTE: LOS DESARROLLOS INTERNOS Y REGIONALES ENTRE LOS AÑOS 2000 Y 2002 DESDE LA PERSPECTIVA DE LA VIDA ISRAELÍ

El año 2003 empieza con indicadores económicos muy graves para Israel: el 40% de la población está debajo de la línea de ingreso mínimo y hay 10.5% de desempleo. Por primera vez en 50 años la economía israelí decreció en 3% del PBI, lo que ha llevado a los israelíes a pedirle a Washington $4 billones para gastos de seguridad vinculados al terror palestino y a la anticipación de la guerra con Irak, y otros $8 billones en préstamos de 3 a 5 años para ayudar a la recuperación de la economía israelí (cosa que pesará políticamente en el momento que “el cuarteto” liderado por EE.UU. quiera llegar a un arreglo final palestino-israelí). Sin embargo, no son la recesión mundial, ni la caída de los valores de las hightech, ni el efecto del 11 de septiembre los factores más relevantes que explican la magnitud de la crisis. Es más bien el resultado del impacto de más de dos años de una intifada convertida en una guerra de atrición. El aumento en los gastos de defensa ha tenido una fuerte repercusión sobre el déficit presupuestal, mientras que la política monetaria del Banco Central ha sido la de reducir la inflación como sea, que ahora bordea el 6% anual, desactivando un problema que agobiaba al estado desde hace más de 15 años, aunque produciendo los conocidos efectos laterales del desempleo y la pobreza. El 2003 no se presenta mejor, más aún en caso de una guerra regional, por lo que tarde o temprano se requerirán iniciativas políticas audaces que beneficien tanto a Israel como al pueblo palestino, que tiene indicadores económicos largamente peores. De no hacerlo, el segundo gobierno de Sharón no durará mucho tiempo.

A). LAS ELECCIONES EN ISRAEL

En el marco del más alto ausentismo de la historia electoral de Israel desde 1951entre los 3.2 millones de votantes aptos (31.5%) y con un 16% de indecisos 24 horas antes de las elecciones, el 28 de enero se celebraron las elecciones nacionales para elegir la 16ta asamblea parlamentaria “Kneset”. En ellas se enfrentaron el nuevo líder laborista General (ret) Amram Mitzna (57), hijo de judíos que escaparon de la Alemania nazi, graduado en Ciencias Políticas y ex alcalde exitoso de la ciudad de Haifa -en la que conviven armoniosamente judíos y árabes israelíes-, y el ya legendario General (ret) Ariel Sharón (74), graduado en Leyes y con una muy extensa carrera política en los gobiernos de derecha israelí.

En este escenario, agravado por el “costo de iniciación” del líder laborista que no tiene la experiencia ni el arrastre popular de Shimón Peres o Ben Eliezer, cayó la votación del partido Laborista (de 26 a 19 congresistas sobre 120) y subió la del partido Likud (de 19 a 38 congresistas) como era de esperarse en un ambiente de pre guerra y de lucha contra el terrorismo. Por su parte buena parte de los sectores defraudados del laborismo votaron por el partido burgués centrista Shinui (que subió de 6 a 15 congresistas), liderado por el periodista liberal Josef (Tomy) Lapid, representante de la clase media laica y que tiene posturas moderadas en la política exterior, que de este modo se colocó en el tercer lugar. Lapid apuesta por el establecimiento de un “gobierno de seguridad nacional” entre los tres partidos seculares más grandes prescindiendo de los partidos religiosos, especialmente el ultraortodoxo Shas (que cayó de 17 a 11 congresistas), a quienes acusa de querer imponer sus criterios religiosos al conjunto de la sociedad israelí: También los acusa de haber aprovechado su rol decisivo para formar las últimas coaliciones de gobierno, para canjear sus votos a cambio de recibir importantes puestos públicos bien remunerados y mucho dinero para destinarlo a sus instituciones educativas y religiosas. Hace un buen tiempo que amplios sectores de la sociedad israelí quieren limitar los poderes de los partidos religiosos ortodoxos y separar la religión –que se basa en una visión unilateral- del manejo del estado democrático –que se basa en una visión plural-. Sin embargo recién ahora la gran crisis económica y el creciente desempleo han catapultado las múltiples voces que llaman a reducir los beneficios económicos que recibe el sector religioso para reorientarlos hacia los programas sociales que atienden a las mayorías pobres laicas del país, incluyendo discapacitados, ancianos, universitarios y a los jóvenes que egresan del servicio militar.

Más a la izquierda del laborismo está el partido Meretz, liderado por Yosi Sarid, (que cayó de 10 a 6 congresistas), quien sostiene que hay que negociar bajo el fuego, una vez más con Arafat y los mismos palestinos, siguiendo la última propuesta de transacción que Clinton sugirió en Camp David 2000 (97% del territorio, 3% de canje y división de Jerusalem), aunque sin incluir el inviable retorno de los refugiados. Y si eso no funciona, proceder a la retirada unilateral.

La cómoda victoria del Likud le permite conformar una coalición de derecha nacionalista y religiosa para alcanzar un bloque mayoritario de 69 congresistas (sobre 120). Sus aliados naturales serían el partido ultranacionalista Unión Nacional liderado por Avigdor Lieberman (queda en 7), Unidad de Judaísmo de la Torah liderado por Meir Porush (sube de 4 a 5 ), el Partido Nacional Religioso liderado por Effi Eitam (sube a 6) el partido ultraortodoxo sefardita Shas liderado por Eli Yishai (cae de 17 a 11) y el partido de los inmigrantes rusos “Israel B´Aliya” liderado por Natán Sharanksy (cae de 6 a 2).

Esta es la primer a vez desde 1980 que un Primer Ministro que convocó a elecciones adelantadas las ha ganado. También es la primera vez en 20 años que no se produce la alternancia Laborismo-Likud en el gobierno y es primera vez en 16 años que un Primer Ministro logra ser reelegido. Anteriormente cuando Shamir, Peres, Netanyahu y Barak postularon a la reelección no lograron su objetivo. Sin embargo esta puede constituirse en una victoria pírrica, ya que una coalición de estas características será muy débil no sólo desde el punto de vista de las exigencias de cada pequeño partido de la coalición, sino especialmente por su falta de representatividad nacional y prestigio internacional para cualquier acción política de envergadura. La opinión pública mundial coincide mucho más con las posturas del laborismo israelí. Por eso es que el resultado de estas elecciones convocadas adelantadamente por Sharon pueden resultar siendo las más inútiles de la historia de Israel, por lo que desde su primer discurso Sharon llamó al laborismo a unirse a su gobierno de unidad nacional ofreciéndole a Peres la cartera de Relaciones Exteriores..

 

B). POSIBLE COALICIÓN

En cualquier caso, Sharón liderará un gobierno de Likud, ya sea de alianza nacionalista religiosa, de unidad nacional cuasi-secular (con el partido Shinui pero sin el Laborista y sin Shas) o de unidad nacional secular (con Shinui y el Laborista), aunque esto último tendrá que resolverse primero al interior del partido Laborista. Si bien la mayoría del pueblo quiere un gobierno de unidad nacional en época de crisis, Mitzna ha anticipado que no participaría de dicho gobierno, ya que el laborismo necesita recuperar su identidad ideológica social democrática y centrista, para lo cual necesita apartarse y diferenciarse del Likud. Hacerlo liderando la oposición es una buena opción.

Mitzna ( y los principales líderes que lo siguen: Ramon, Burg, Tamir y Shohat) creen que eso permitirá que el laborismo se fortalezca. Sin embargo, habría que considerar una eventual división del laborismo, una parte de cuyos líderes (Peres, Ben Eliézer, Sneh y Vilnai) aceptarían unirse a un gobierno de Sharon en caso de guerra o peligro nacional. Es probable que Sharon juegue esa carta y además prometa tomar pasos serios en el avance de las negociaciones con los palestinos para atraer a una parte del laborismo. A sus 80 años, difícilmente Peres quiera quedar fuera del diseño del arreglo final con los palestinos.

En realidad, ambos partidos están luchando por ubicarse en el centro político. Sharón, que hoy es el más izquierdista de los derechistas, lo hace al ofrecerle el cogobierno al laborismo, lo mismo que Mitzna, al declarar que no aceptará el cogobierno por los sucesivos fracasos de Sharón. Éste último aspira a un limitado Estado Palestino desmilitarizado al lado de Israel, sin Arafat, a establecerse aún sin plazos prefijados y sin desmantelar los asentamientos judíos en Gaza y la Margen Occidental; además, solamente negociaría este tema previa suspensión total de la violencia terrorista, cosa que Egipto está tratando de lograr con los grupos palestinos. Mitzna por su parte está dispuesto a desmantelar la presencia judía en Hebrón y Gaza, y a una separación unilateral de las poblaciones israelíes y palestinas, si es que no llegan a un acuerdo negociado en el corto plazo. También cedería a los palestinos partes del Monte del Templo y de los lugares históricos de Jerusalem.

Dado que la seguridad sigue siendo el gran tema de preocupación israelí, esto se ha reflejado en la votación mayoritaria recibida por el Likud. Sharón es visto como el líder más indicado para enfrentar el terrorismo y liderar una coalición de unidad nacional en el caso de una probable guerra regional. De hecho ha logrado reducir significativamente el enorme número de atentados suicidas contra la población civil de Israel.

Para tener una idea sobre la magnitud de la preocupación israelí por la seguridad, vale la pena recordar que desde el inicio de la Intifada Al Aqsa hace dos años y medio, ha habido 145 ataques terroristas suicidas o detenciones de suicidas a punto de cometer atentados a ambos lados de la línea verde (frontera del 1967) y en total más de 200 desde 1993, sin incluir los asesinatos causados por francotiradores, lo que ha producido más de 5,000 víctimas israelíes, entre heridos, amputados y más de 600 muertos. Otra novedad en esta estadística del terror es que según el servicio secreto israelí, antes de la intifada los suicidas pertenecían solamente al Hamas y la Jihad Islámica, en cambio en la presente intifada, de los 145 suicidas 52 fueron del Hamas, 35 de la Jihad Islámica y 40 de El Fatah, dirigido por Arafat.

 

C) DESPUÉS DEL 28 DE ENERO.

Lo que es seguro es que el fracaso electoral de Mitzna traerá pronto una nueva crisis en el partido laborista, que no encuentra el rumbo desde que murió Rabin, y que en oposición a su actual líder Mitzna, cuenta con un liderazgo que en su mayoría preferiría mantenerse en el gobierno de unidad nacional para cuidar la dosis de poder que esto le otorga en el aparato estatal. El legendario Shimón Peres nunca pudo arrastrar votantes de sectores de derecha; Ehud Barak fracasó en los esfuerzos por alcanzar un arreglo de paz con Arafat en Camp David 2000, en el que se la jugó el todo por el todo, por lo que tuvo que renunciar abriendo paso al ascenso de Sharón; Ben Eliézer jugó el rol de segundón arrastrado por las políticas de Sharón en el reciente gobierno de unidad nacional; y ahora aparece el aún poco conocido Mitzna, que tampoco logró catapultar al laborismo. Esto le garantiza a Sharón un premierato relativamente cómodo por un tiempo más.

Sin embargo, daría la impresión que en la última parte de su campaña Mitzna no estuvo pensando en ganar estas elecciones, sino más bien usarla como una plataforma para ganar figuración política y apuntalar una mejor candidatura para las próximas elecciones, que en situación de crisis podrían celebrarse mucho antes de los 4 años que dura una cadencia normal (habría que ver si el partido laborista le permite este desarrollo o lo desembarca para integrarse al gobierno de unidad nacional con otro líder). No olvidemos que Sharon todavía goza de una inercia ganadora por haber frenado el terrorismo, pero si no logra resolver el tema de seguridad, reenrumbar las negociaciones con los palestinos y revertir la crisis económica, pronto esa inercia se acabará y en 12 a 18 meses podría caer su gobierno convocándose a nuevas elecciones.

El problema es que si bien Sharon logra objetivos como líder en períodos de guerra, al parecer no tiene la visión y postura de estadista para librar al país de los complejos conflictos en los que esta atrapado, ni para aprovechar las nuevas circunstancias internacionales para resolver los conflictos antes de que se incendie todo el Medio Oriente por acción de las armas químicas y biológicas. A Sharon le falta el prestigio político internacional y especialmente una iniciativa política de paz viable, cosa que Simón Peres si tiene, en función de la cual orientar las estrategias de su gobierno.

Lo curioso de todo esto es que en medio de la grave crisis económica, política y de seguridad ha habido una evolución (hacia la izquierda) en las visiones de Sharon respecto a décadas anteriores. En primer lugar, se ha retractado de su declaración de que ya existe un Estado Palestino, y ese es Jordania. Es más, le reconoce a Jordania una importancia estratégica como aliado implícito de Israel en la región. En segundo lugar, ya habla de que al final del proceso habrá un Estado Palestino (aunque claro, bajo sus términos). En tercer lugar, entiende perfectamente que sin una cooperación plena y de doble vía con EE.UU. no tiene nada que hacer. Finalmente, se ha percatado que para gobernar necesita el respaldo de un consenso nacional de frente amplio, que no se agota con el apoyo de la derecha.

Amoz Oz, brillante intelectual de izquierda propone la siguiente metáfora que resume lo que piensa ese sector de ambos pueblos que saben exactamente cuál será la solución, e inclusive conocen las líneas por las que pasará la partición, pero que no se animan a ponerla en práctica. Dice “el paciente está más o menos listo para la operación pero los cirujanos son cobardes. No recuerdo un tiempo en que hubo tal incompetencia en el liderazgo de ambos lados. Si hubiera un liderazgo hoy capaz de decir “hagamos lo que todos saben que hay que hacer” todo el asunto podría superarse al cabo de pocos meses. Todos saben que la mayoría de los asentamientos tendrán que desmantelarse…, que no va a haber una ley de retorno (para refugiados palestinos),.. Así que ¿a qué están esperando?”…. “Al parecer ambos líderes (Arafat y Sharon) prefieren la realidad presente que la realidad post-conflicto. Ninguno de los dos sabe cómo encarar el día siguiente después del conflicto”. (Haaretz, 24/1/2003). No es casualidad que cada vez hay más voces en todos los sectores políticos de ambos lados que sugieren que solo un nuevo liderazgo en ambas partes será capaz de poner fin al conflicto. El altísimo nivel de ausentismo y de indecisos en las recientes elecciones parecería reflejar esta resignación y hartazgo frente a la incapacidad de los políticos.

En todo caso, el tiempo que le queda a Sharon para anunciar su coalición, le permitirá acomodarla en función de los desarrollos regionales. Él tiene que esperar unos 10 días para que se publiquen los resultados oficiales, y luego tendrá otros 30 días para anunciar cuál será su coalición. Para entonces ya se sabrá con más claridad qué pasará con la iniciativa militar norteamericana en Irak, lo que podría definir la posición del laborismo respecto a la unidad nacional. Habrá que esperar entonces hasta principios de marzo.

 

D). LOS PALESTINOS EN EL CRUCE DE CAMINOS.

Una posible guerra de fuerzas lideradas por EE.UU. e Inglaterra contra Irak opacaría totalmente a los palestinos y los dejaría fuera de juego, con mucho más margen de maniobra para Sharon, respaldado por su reciente reelección, lo que colocará a los palestinos en un tremendo cruce de caminos: continuar con o sin Arafat, con o sin el terrorismo.

Durante los últimos dos años y medio de intifada la sociedad palestina ha pagado un alto precio a la estrategia de lucha terrorista contra Israel diseñada por Arafat, pensando que eso arrancaría mayores concesiones de Israel. Esta tesis demostró ser errada, porque la violencia desencadenada ha diluido las fuerzas centristas y de izquierda de Israel que eran favorables al proceso de paz en los términos de los acuerdos de Oslo (1993) y en cambio ha fortalecido a la derecha israelí, que es mucho más dura para negociar y que ya ha excluido a Arafat como interlocutor.

Más de 1,800 palestinos han muerto y 40,000 quedaron heridos, miles han visto demolidas sus viviendas, el desempleo es del 50%, más de la mitad de la población vive debajo de la línea de pobreza y bajo periódicos estados de sitio y con limitaciones en el traslado entre sus poblaciones. Todo esto sin incluir el costo emocional y la pérdida de meses de estudios en colegios y universidades.

Pese al sentimiento de que la intifada con terrorismo ha hecho retroceder la causa palestina así como su economía, política y vida social, buena parte de los palestinos siguen apoyando a los grupos terroristas, ya que no aparecen líderes capaces de oponerse a Arafat y a los grupos terroristas. Al parecer, la población palestina seguirá pagando la incapacidad de Arafat de negociar acuerdo alguno después de haber auspiciado esta prolongada y violenta intifada.
A estas alturas está claro para todo el mundo que la visita de Sharon a la explanada del Templo el 28 de septiembre del 2000, que de seguro hubiera provocado algunas limitadas manifestaciones de protesta, fue tan solo el pretexto que buscó Arafat para desencadenar una violenta intifada al día siguiente. Esa reacción no se organizó de un día para otro sino que respondió a un plan preestablecido. La pregunta es ¿porqué Arafat no detuvo la intifada luego de un corto período de tiempo, como lo hizo en 1996? ¿El creía realmente que podría derrotar a Israel? Al parecer lo que él quería era arrancarle más concesiones a Israel por el camino de la violencia, como lo ha venido haciendo desde hace décadas. Después, cuando vio que su estimación fue errada, no quiso ordenar la detención de la violencia porque no podía mostrar concesiones que simbolizaran la victoria de su causa.

Hay palestinos que piensan que la intifada les ha rendido frutos. Primero, porque ahora en lugar de 1 israelí muerto por cada11 palestinos el ratio ha subido a 1 por 3. Segundo, porque la imagen de Israel se ha deteriorado notablemente ante la opinión pública mundial. Sin embargo en términos estratégicos, los palestinos han sido derrotados porque no le han arrancado a Israel nuevas concesiones y en cambio han visto un notable retroceso respecto a las que Barak les ofreció en Camp David II a mediados del 2000, y además por muchos años más tendrán que negociar con gobiernos israelíes de derecha.

 

E). LOS PALESTINOS Y LOS PAÍSES ÁRABES ANTE LA POSIBLE GUERRA

Bajo el contexto de la posible guerra anglo-americana con Irak, se realizó el 14 de enero una conferencia de representantes árabes en Londres organizada por el primer ministro Tony Blair, con participación del representante de Política Exterior y Seguridad Común de la Unión Europea el español Javier Solana, y el subsecretario de Estado estadounidense Williams Burns. Los ministros palestinos Nabil Shaat de Cooperación Internacional, Yasser Abed Rabbo de Información, Saeb Erecta de Administración, Hani el Asan del Interior y Salam Fayad de Finanzas participaron a través de una video conferencia, debido a la prohibición impuesta por Israel para su viaje luego de los atentados en Tel Aviv. Ellos expresaron la posición oficial de la ANP para consumo europeo, pero que lamentablemente no se realiza en los hechos: «Los ataques suicidas no nos traerán la paz, pero confiscar nuestra libertad tampoco le dará (a Israel) seguridad», condenando el extremismo y abogando por hallar una solución conjunta a través «de negociaciones pacíficas». Esta conferencia sirvió para que los egipcios, sauditas y jordanos pudieran exhibir ante sus pueblos el interés en la causa palestina, aunque era evidente que lo que más les interesaba realmente eran los desarrollos pre-bélicos en Irak.

Una de las figuras claves de la reunión fue el jefe de los servicios de inteligencia de Egipto Omer Suleiman, quien exhibió un documento firmado en El Cairo por el cual todas las facciones palestinas aceptarían un cese de fuego con Israel, con la venia de Arafat, para permitir al pueblo palestino alcanzar el Estado Palestino con Jerusalem como capital. Previamente se harían reformas en la conducción palestina y elecciones legislativas y presidenciales. Suleiman también se encontró en El Cairo con el jefe del Consejo Nacional de Seguridad de Israel Efraim Halevy, a quien le pidió que a la par Israel desista de las ejecuciones selectivas de cabecillas terroristas. El problema por supuesto es que los grupos palestinos opositores Hamas, Jihad Islámica, Frente Popular, Frente de Liberación Árabe y Frente para la Lucha Árabe no están dispuestos a dicho cese de violencia y siguen preparando mega ataques terroristas contra Israel. Para fines de enero se había convocado a una nueva reunión en El Cairo, esta vez pública, de los 13 grupos palestinos involucrados, pero con resultados muy pobres, especialmente por la negativa de Jamas y Jihad Islámica a frenar sus acciones de terror contra civiles en Israel.

El interés de Egipto es evidente. Además de su vocación por liderar el mundo árabe y ser una pieza clave en cualquier arreglo de paz, debidamente recompensada por EE.UU. que está presionando a Mubarak para que aumente su mediación para frenar el terrorismo palestino, los egipcios estiman que cada día se infiltran más palestinos del Hamas desde Gaza hacia su territorio, tanto por tierra abierta como por los túneles subterráneos que utilizan para el contrabando de armas. Llegado el momento pueden constituirse en una fuerza fundamentalista desestabilizadora de Egipto, como la que ya asesinó a Sadat hace 20 años, al igual que puede ocurrirle al Rey Abdullah II de Jordania en el frente oriental. Egipto y Jordania están interesados en bajar la temperatura militar y crear las condiciones para un arreglo pacífico.

En cuanto a Hizballah que domina el sur del Líbano bajo el liderazgo de su Secretario General Hassan Nasrallah, contando con un sólido apoyo iraní y facilidades sirias, al parecer prefiere mantenerse fuera del tablero de la guerra y del “eje del mal”, por temor a una violenta represalia israelí avalada por los norteamericanos. Hezbollah está preparando su logística para la defensa, lo que incluye la construcción de bunkers subterráneas y habilitación de antiguos túneles de trenes para movilizar a sus hombres en caso de tener que escapar.

 

F). LAS INSPECCIONES DE LA ONU

En el escenario mundial, Hans Blix, jefe de inspectores de la ONU que supervisan el armamento de Irak, el 27 de enero dio su primer informe al Consejo de Seguridad en concordancia con la resolución 1441 del año 2002. Este informe nada contundente, ha sido interpretado por cada parte de acuerdo a su particular conveniencia y no ha frenado los preparativos que Blair y Bush están haciendo del posible ataque anglo-norteamericano contra Irak. Para hacer frente a las manifestaciones en contra de la guerra, muchas de ellas organizadas por los agentes iraquíes y sus contactos por todo el mundo, el gobierno norteamericano empezará a soltar información clasificada sobre las armas no convencionales iraquíes para justificar la acción militar y seguramente mostrará informes más contundentes en la víspera del ataque, que por el momento se estima para principios de marzo. Si la ONU no los respalda, Bush y Blair seguirían adelante por su propia cuenta con sus propios aliados regionales, lo que puede significar un golpe mortal para la ONU que se mostrará incapaz una vez más de ser el foro para los arreglos internacionales pacíficos.

A la par EE.UU. va jaqueando a Corea del Norte por su reciente retiro del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. No olvidemos que Corea del Norte es un país que desestabiliza al Medio Oriente al proveerle misiles tierra-tierra de largo alcance a Libia, Irán, Siria e Irak, los cuales podrían cargarse con cabezas químicas o biológicas y próximamente también nucleares. Además, sus científicos están trabajando en Irán y Libia donde se sabe que hay 400 científicos y técnicos nucleares iraquíes trabajando como empleados en el complejo subterráneo libio del Oasis de Kufra, costeado principalmente por Irak, Arabia Saudita y Egipto.

 

G).CONFLICTO ENTRE ÁRABES y MUSULMANES CON ISRAEL
Así las cosas, el conflicto israelí-palestino constituye apenas un pequeño detalle dentro de la amplia confrontación de los países líderes de Occidente por un lado e Irak y los países fundamentalistas anti-occidentales por el otro, los cuales sostienen que están llevando a cabo una Jihad o Guerra Santa contra el corrupto y secular Occidente, a quien acusan de estar promoviendo una nueva Cruzada contra el Islam.

Para entender mejor esta naturaleza compleja aunque temporalmente periférica del conflicto árabe/islámico-israelí hay que entender el significado de los siguientes hechos. Occidente, liderado por EE.UU. y Europa Occidental, se caracterizan por un sistema político en el cual hay división de poderes, democracia, alternancia del poder, multipartidarismo, una población que goza de todas las libertades políticas y de expresión. En cambio el mundo árabe e islámico del Medio Oriente y Nor África, incluyendo la Autoridad Palestina, se caracterizan por la integración de los poderes en la persona del dictador cívico-militar o imperial del país, que cuenta con un partido único, en el que no hay alternancia en el poder, ni libertades políticas ni de expresión. Además, producto del avance de las políticas democráticas de equidad en Israel hay 97% de alfabetos, en cambio en los países árabes el alfabetismo no llega ni al 50%, lo que hace al pueblo árabe fácil presa del adoctrinamiento oficial. Así mismo, Israel es uno de los pocos países de la región donde las mujeres tienen derecho al voto, entre otros derechos que las igualan a los hombres. Es decir, Israel es el único país de la región que vive de acuerdo a los valores políticos y sociales de occidente democrático, por lo que todo su entorno árabe teme que prestigie esos valores y se convierta en el espejo en el que se mire la población árabe para establecer sus propias demandas. Por lo tanto, es comprensible la oposición unida de todos ellos contra Israel y su visualización como el agente del imperialismo norteamericano en la región. Si se prestigia el sistema político de Israel, se debilita el sistema político dictatorial existente en todo el mundo árabe. En ese sentido, Israel es visto como un intruso que debe ser eliminado o cuando menos debilitado y frenado.

No debe sorprender entonces que las condiciones exigidas a los palestinos por el “cuarteto” conformado por EE.UU., Europa, Rusia y la ONU, en la conferencia de Londres del 14 enero del 2003 hayan incluido como condición para apoyar la creación del Estado Palestino democrático una serie de reformas institucionales de la administración y función pública, así como la redacción de una nueva constitución palestina que incluya los principios de la democracia, el pluralismo político, el respeto a la ley, la independencia del poder judicial, la protección de las libertades individuales y la figura del primer ministro, en el marco de una democracia parlamentaria, similar al modelo israelí o inglés.

Agreguemos a lo dicho antes el hecho que Israel es un estado judío, en el que se habla hebreo y que tiene una fuerte herencia occidental de 20 siglos, a diferencia de los vecinos árabes que son mayoritariamente islámicos y minoritariamente cristianos, que hablan árabe y tienen una fuerte herencia mesoriental de 15 siglos. Además, en el Medio Oriente se encuentran las mayores reservas petroleras mundiales que todas las potencias ambicionan y que en los territorios de la ex Palestina en disputa se encuentran muchos lugares de enorme valor religioso para las tres religiones monoteístas. Agreguemos a eso que los fundamentalistas islámicos radicales han convertido la Guerra Santa contra los no islámicos en una expresión heroica para sus militantes, cientos de los cuales están dispuestos a ofrecer sus vidas en acciones suicidas. El resultado de todo esto es una región altamente explosiva, en la que el conflicto israelí-palestino es la punta del iceberg de un conflicto regional ente el mundo islámico e Israel y occidente.

 

H).SOLUCIÓN REGIONAL
Por lo dicho no creo posible un acuerdo israelí-palestino sin que previamente se ponga fin al uso del terrorismo como arma política, y sin que haya un acuerdo regional de aceptación de la convivencia pacífica del mundo islámico con Israel y Occidente. No olvidemos que Irán e Irak le proveen a la autoridad palestina de fondos y equipamiento terrorista, Irak y Arabia Saudita le dan ayuda financiera a las familias de los terroristas y de los suicidas que llevan a cabo las matanzas de civiles. Siria con apoyo de Irán le provee armas y apoyo logístico al Hamas y a la Jihad Islámica, además de hacerlo también con Hizballah en el sur del Líbano, lo que les permite a los palestinos instalar y operar bases terroristas como las que había en Jenin, Nablus y Tulkarem. Esto último lo coordinaba Arafat desde su cuartel general en Ramallah hasta que fue aislado por el Ejército de Israel.

Junto a todos ellos, hay otros actores decisivos en esta región. Se trata de Arabia Saudita, Irán, Egipto y especialmente Turquía, país desde el cual debería llevarse a cabo el ataque terrestre a Irak desde el norte. Sin embargo, el recientemente elegido gobierno del partido islámico tiene su propia agenda y cercanía con Irak, por lo que está vendiendo muy cara la licencia a los americanos para usar su territorio como base de operaciones.

 

I).ISRAEL ANTE UN ATAQUE IRAQUI

En este escenario, los desarrollos que ocurrirán en el año 2003 estarán íntimamente vinculados a la evolución de la guerra anglo-norteamericana con Irak, que de ser ocupada indudablemente servirá de base para otras acciones laterales de los norteamericanos que pondrán límites al apoyo al terrorismo que dan las vecinas Arabia Saudita, Irán y Siria.

Para su invasión a Irak los norteamericanos están haciendo suya la estrategia israelí usada para reducir el terrorismo proveniente de la margen occidental, donde cercaban y aislaban las ciudades palestinas más “calientes” como Nablus, Jenin, Tulkarem, Belén y Ramallah, y además están aprendiendo los métodos usados para aislar e incomunicar a Arafat en sus cuarteles. Al parecer los americanos planean lanzar paracaídas sobre Bagdad a la par que invaden Irak con fuerzas desde el norte y sur con el objeto de hacer un cerco y aislar a Bagdad. En cuanto a la capital, imitarán la estrategia israelí de ocupar distritos urbanos claves de Bagdad mediante una rápida acción combinada de tanques acompañados de paracaidistas bajo protección de helicópteros. En cuanto aparezca un foco de resistencia, los tanques lo destruirán con su alto poder de fuego. Esto además reducirá al mínimo las pérdidas de vidas de los aliados. En cuanto a Saddam Hussein, sus líderes y familiares, quedarán rodeados en su palacio de Bagdad o Tikrit al igual que Arafat en Ramallah, y sin necesidad de capturarlo podrían esperar pacientemente a su rendición o exilio. En este caso, un destino similar correrá Arafat.

Sharon está colaborando estrechamente con Bush, por lo que aún no deporta a Arafat a pesar de su ya comprobado auspicio del terrorismo en Israel, para evitar irritar más a la calle árabe, bajo el supuesto que para primavera los dos maestros del terror Hussein y Arafat habrán caído por acción de las fuerzas americanas e israelíes. A partir de eso Sharon piensa que puede llevar a cabo negociaciones razonables con los nuevos líderes palestinos.

En cuanto a la reacción de Israel durante la guerra, si esta se inicia e Irak no logra atacar a Israel o la ataca con agresiones convencionales relativamente menores, es posible que Israel deje que EE.UU. haga el trabajo militar sin meterse. Si Irak ataca a Israel con armas no convencionales de destrucción masiva (químicas o biológicas), Israel reaccionará con mucha fuerza, salvo que EE.UU. responda con un ataque nuclear contundente. En este contexto, lo más probable es que la autoridad palestina y los grupos terroristas palestinos se abstengan de una escalada terrorista, porque de lo contrario Israel detendrá y exilará a Arafat y a su cúpula, y reprimirá duramente a los líderes políticos y a los grupos de acción del terrorismo palestino.

En el mediano plazo, EE.UU. al frente del cuarteto conformado también por Europa, Rusia y la ONU, mediará entre los líderes israelíes y la nueva generación de líderes palestinos para delimitar las fronteras del Estado Palestino hacia fines del 2003 y armar un plan de transición hacia la independencia palestina para el año 2005. Todo esto sin Arafat porque Israel y EE.UU. ya tienen claro no solo su manera corrupta de disponer de los fondos de la Autoridad Palestina, sino especialmente su involucramiento directo en las acciones de terrorismo contra Israel. Arafat, a través de su Jefe de Inteligencia Tawfik Tirawi y su financista y contrabandista de armas Fouad Shubaki, comprobadamente ha planificado, financiado (con 45 millones de dólares mensuales donados por países árabes y 9 millones de dólares mensuales de las donaciones sociales de la Unión Europea) y alentado las acciones de buena parte del terrorismo palestino de las “Brigadas de los Mártires de Al Aqsa” lideradas por el brazo derecho de Arafat, Marawan Barghouti, hasta su detención por las fuerzas de seguridad de Israel el año pasado.

En caso de no producirse la guerra en el corto plazo, por el exilio de Saddam Hussein, la ampliación del tiempo de inspecciones y negociaciones u alguna otra forma de arreglo aceptable para EE.UU., tanto Israel como la nueva Autoridad Palestina, igualmente sin Arafat, recibirán el apoyo económico para sanear su economía a cambio de la finalización de las negociaciones políticas conducidas por el cuarteto con plazos similares a los anteriores. En ese caso, podría reactivarse el plan de paz saudita aprobado en la Cumbre de Beirut en febrero 2002. Las partes tendrán que aceptar la imposición de aquello que entre sí no fueran capaces de acordar. Respecto a los refugiados, ante la imposibilidad de Israel de recibir a los 3.5 millones de refugiados reclamados por los palestinos, se negociará el retorno de algunas decenas de miles y compensaciones económicas para que el resto se asiente en los territorios del naciente Estado Palestino, a la par que también se compensa económicamente a los israelíes asentados en la Margen Occidental y Gaza que tendrían que desmantelar sus asentamientos.

 

J). ARABIA SAUDITA: UN ACTOR CENTRAL.

Después de bajar temporalmente su perfil por el desprestigio que significó que 15 de los 19 suicidas de las «Torres de Manhattan» fueran sauditas al igual que Osama bin Laden y los líderes de Al Qaeda, y se hubiera descubierto que dinero saudita llegaba a las cuentas de grupos de terroristas, -con la condición de que no operen en su territorio-, Arabia Saudita el año pasado volvió a levantar su perfil por temor a que el conflicto palestino-israelí y norteamericano-iraquí se escapara de las manos. Nadie puede predecir cómo reaccionarán las masas radicalizadas árabes en caso de una guerra regional y una de las posibles víctimas podría ser la misma corona saudita. También temen que al caer Saddam Hussein los shiitas iraquíes pudieran tomar el poder, lo que convertiría a Irak en una segunda Irán. Así mismo, además de ver afectado su comercio exterior con Irak por 1.25 billones de dólares, temen que si los norteamericanos ocuparan Irak, administrarían los pozos petroleros haciendo crecer la producción de 1.5 a 6.5 billones de barriles diarios, lo que bajaría el precio internacional por barril a 20 dólares, causándole una seria crisis económica a Arabia Saudita que necesita un precio de equilibrio de 27 dólares el barril. El déficit podría ocasionar grandes perturbaciones por parte de las empobrecidas masas sauditas.

Valdría la pena recordar que quien gobierna en Arabia Saudita es el príncipe Abadallah (78), ya que el rey Fahed (79) hace 7 años sufrió un derrame cerebral. Ambos son de los 31 hijos que tuvo Ibn Saud, el fundador del reino unificado de Arabia Saudita (1932), pero de diferentes esposas, que fueron 17 en total. Fahed y sus 6 hermanos son hijos de Jusa a Sudairi, la esposa preferida de Ibn Saud, mientras que Abdallah es el hijo único de la esposa Faheda, por lo que no tiene hermanos que lo apoyen. Para ser reconocido por sus hermanos como heredero del trono, el príncipe Abdallah, necesita afianzar su liderazgo entre los árabes y tener la simpatía de EE.UU. Por eso respalda a EE.UU. en la búsqueda de un arreglo al tema palestino y busca que afianzar el liderazgo de Arabia Saudita en la Liga Arabe.

De allí el príncipe Abdullah de Arabia Saudita lanzara un plan de paz para resolver el conflicto árabe-isarelí el 26 de febrero de 2002, durante la Cumbre de Beirut. Este plan incluye el retiro total de las fuerzas israelíes de los territorios ocupados desde 1967 (Cisjordania, Franja de Gaza, Jerusalén Este y Alturas del Golán). A cambio de esto, los países árabes ofrecen tener relaciones diplomáticas normales con Israel y reconocerlo como un Estado. Se incluiría un acuerdo de paz que le reconozca a Israel su derecho a existir y a proteger sus límites. Así mismo Israel podría tener soberanía sobre «El muro de los lamentos»; podría haber intercambio de ciertas zonas cisjordanas por un número equivalente de zonas del Estado Palestino. En este plan no se mencionó el derecho de los 3.5 millones de refugiados palestinos a regresar a Israel, por la gran complejidad del tema, pero se espera que pueda ser contemplado como último punto de las negociaciones. Los sauditas lograron que su plan fuera aceptado unánimemente en dicha cumbre por los palestinos y por Egipto y Jordania (en paz con Israel), así como por los países que tienen alguna relación con Israel (Qatar, Omán, Mauritania, Marruecos y Túnez), no así por Irak y Libia.

Sin embargo, para afirmar su liderazgo ante el mundo árabe y ante los fundamentalistas anti occidentales, Abdullah recientemente ha desistido de permitir que los norteamericanos usen sus bases en tierra saudita o que desde allí lancen ataque contra Irak. Recordemos que la gran enemistad con Osama Bin Laden que determinó su expulsión de tierra saudita en 1991, se derivó de su desacuerdo con la corona saudita por haber permitido que las tropas norteamericanas atacaran Irak desde su suelo durante Guerra del Golfo. Hay que tomar en cuenta que desde la unificación saudita en 1932 la corona se mantiene gracias a un pacto entre el manejo político de la casa real, y el manejo religioso wahabita, que es muy conservador y explota el analfabetismo del pueblo para adoctrinarlo hacia el fundamentalismo. En caso de exacerbarse el fanatismo islámico serán muchos wahabitas y grupos afines los que quieran deshacerse de la realeza saudita.

Los sauditas están proponiendo ahora a los EE.UU. la fórmula «Irak a cambio de Palestina», es decir, «no hagas la guerra a Irak a cambio de resolver el conflicto árabe israelí». Esta iniciativa ya cuenta con el respaldo de Egipto, que estuvo haciendo esfuerzos para coordinar una fórmula por la cual los 10 principales grupos terroristas palestinos se abstengan por un año de cometer actos de terrorismo contra Israel, aunque eso enfrenta las objeciones de Siria, Hamas y Jihad Islámica.
Así los sauditas quieren demostrar que los países árabes tienen la habilidad de resolver sus problemas en el Medio Oriente sin intervención extranjera. Para lograr este acuerdo pan-árabe le están pidiendo a los norteamericanos que desistan de atacar a Irak al menos hasta Marzo, cuando se reúnan los líderes árabes en la conferencia de Bahrein.

 

K). LOS OTROS ACTORES

Según un informe de inteligencia de la web especializada Debka (25/1/2003) los americanos estiman el costo de la Guerra en 130 mil millones de dólares, mientras que mantener los 70,000 soldados en Irak para proteger los campos petroleros y mantener la estabilidad de post guerra puede costar otros 10 mil millones anuales. EE.UU. piensa autofinanciar este costo con recursos iraquíes, incrementando la producción petrolera de Irak de 1.6 a 6.5 millones de barriles diarios.

La presunción es que de todos modos los norteamericanos se quedarán por un buen tiempo en suelo Iraquí, cosa que no agrada a los vecinos Irán, Siria y Arabia Saudita, que serían los siguientes en la lista de países en los cuales hay que “poner orden”, especialmente en lo que se refiere a su apoyo al terrorismo internacional. Siria consume libremente petróleo Iraquí que se bombea a través del oleoducto desde Kirkuk, y tiene excelentes relaciones comerciales con Irak que le proveen 450 millones de dólares anuales, todo lo cual se afectaría en caso de la derrota Iraquí. Por su parte el comercio exterior de Egipto con Irak llega a mil millones de dólares anuales que también tendría que ser compensado.

Irán, tiene tres intereses vitales: prevenir el estacionamiento de fuerzas norteamericanas permanentes en el Golfo, demostrar solidaridad con los estados árabes con los que tiene decenas de convenios comerciales que podrían afectarse con la guerra, y bloquear la posibilidad de que Irak pudiera quedar dividida posibilitando además la creación del estado kurdo.

Por su parte Turquía es país musulmán extraño, que tiene pocas relaciones con el mundo árabe y buenas relaciones con Israel; es miembro de la OTAN y pretende ingresar a la comunidad europea. El recientemente elegido partido pan islámico “Justicia y Desarrollo” liderado por el Primer Ministro Abdullah Gul ha revertido un poco la aproximación turca tan favorable a Occidente e Israel; en su política exterior pesa el hecho de haberse convertido en el principal beneficiario del paso del petróleo Iraquí por su territorio para venderlo al mundo y el ser el proveedor central de bienes para Iraq lo que le reporta 1,500 millones de dólares anuales, debido al embargo impuesto por la ONU, lo que le obliga a tener cuidado en sus decisiones para no quedar fuera de juego.

Turquía es muy consciente que desde la anterior Guerra del Golfo tuvo pérdidas directas e indirectas estimadas en 50,000 millones de dólares y en la medida que en la próxima guerra juegue bien sus cartas, no sólo evitará una nueva crisis de post guerra sino que además podría salir beneficiado con una posición de privilegio para la próxima administración de Irak, a la par que controlará los intentos independentistas de los kurdos del norte de Irak y además podría tener acceso a los pozos petroleros del norte, especialmente Kirkuk y Mosul, que Turquí reivindica como suyos por razones históricas. Los turcos ya tienen una comisión de expertos revisando los antecedentes del Imperio Otomano que justificarían el control turco de esas ciudades y parte del norte de Irak. Cabe anotar que por su parte los kurdos del norte de Irak están recibiendo de parte de los norteamericanos el reconocimiento de sus representantes como parte del liderazgo anti-iraquí, y se están preparando política y militarmente para un posible gobierno en la zona norte que se denominaría Kurdistán, cosa que los turcos jamás aceptarán porque arrastraría a pretensiones similares a los kurdos que viven en Turquía e Irán.

Con el gobierno turco anterior los norteamericanos ya tenían un acuerdo para el desplazamiento del ejército turco en la frontera con Irak, para participar en la invasión, permitiendo a los norteamericanos empeñarse en la invasión desde Kuwait y Jordania. Turquía permitiría el paso de hasta 40,000 soldados americanos en su tierra, procurando que no sean muy visibles en las ciudades principales, y con un uso limitado de sus aeropuertos y bases navales militares y civiles.

En realidad los turcos están trabajando en dos frentes. Por un lado poniéndole condiciones a los americanos, quienes le han ofrecido entre 4 y 15 billones de dólares por sus posibles gastos en la participación en la guerra. Por otro lado pidiéndole a los países árabes que igualen esa oferta en dinero y petróleo, a cambio de no permitir el ataque norteamericano desde su territorio. Irán, Arabia Saudita y especialmente Irak estarían dispuestos a pagar ese precio, habiendo Saddam Hussein aumentado sus ofertas de regalías económicas en caso que Turquía impida la presencia de tropas de EE.UU. en su territorio. Recientemente el 23 de enero Turquía fue el anfitrión de una conferencia regional de Ministros de Relaciones Exteriores de Arabia Saudita, Irán, Jordania, Siria y Egipto, que buscaban prevenir la guerra con Irak.

Dicho sea de paso, una similar ecuación se está desarrollando entre Saddam Hussein y Kim Jong-Il de Corea del Norte. A cambio de mantener su programa nuclear, saboteando los esfuerzos de guerra norteamericanos, Irak y varios países árabes del golfo compensarían a Corea del Norte ante un eventual boicot petrolero y comercial por parte de EE.UU., Japón y Corea del Sur.

Similares ofertas ha hecho Saddam Hussein y los países petroleros al monarca Jordano Abdullah II. El rey Abdullah II de Jordania ha pedido garantías de protección americana e israelí en caso de prosperar los intentos desestabilizadores iraquíes en su régimen, que está muy infiltrado por agentes iraquíes, además de ayuda económica y petróleo barato, para recuperar los 500 millones de dólares del actual comercio con Irak. Además, el rey quiere recuperar protagonismo en los acuerdos palestinos israelíes para poder fortalecer su liderazgo entre los palestinos, que conforman buena parte de la población de su reino.

 

L). CONCLUSIÓN

El escenario de negociaciones palestino-israelí es bastante abierto porque depende fundamentalmente de lo que ocurra con los otros países de la región. Mientras tanto, Israel tendrá que hacer un enorme esfuerzo por frenar el terrorismo, sanear su economía y recuperar su mística social, para lo cual parece ser que la mejor opción sería la conformación nuevamente de un gobierno de Unidad Nacional.

Dicho todo esto, conviene recordar que las prospectivas en el Medio Oriente frecuentemente resultan equivocadas, pero aún así son útiles para el análisis de las coyunturas y para imaginar los escenarios posibles del corto plazo.

 

II PARTE: EL PROCESO DE PAZ EN RETROSPECTIVA. DE MADRID (1991) A LONDRES (2003)

El análisis del conflicto palestino-árabe-israelí del corto plazo, lleno de tensiones, violencia, acuerdos, avances y retrocesos, oculta un proceso paralelo pero más lento y de más largo aliento, que a todas luces parece apuntar hacia la paz como resultado inevitable de la convergencia de los múltiples intereses en juego. Para efectos de este artículo abordaremos los desarrollos de la década más reciente que abarca desde la Conferencia de paz de Madrid entre el 30 de octubre y 1ero de Noviembre de 1991, hasta la conferencia anglo-árabe-palestina realizada el 14 de enero del 2003 en Londres, en la que además se acordó continuar las negociaciones el 10 de febrero, revisando las propuestas de reformas democráticas palestinas.

 

A) DIÁLOGOS POR LA PAZ.

El primer antecedente formal para un diálogo palestino-israelí fue el acuerdo de paz firmado en Camp David I entre el Presidente Anwar Sadat de Egipto y el Primer Ministro Menajem Beguin de Israel, en 1979. Este acuerdo resolvió los problemas fronterizos y de seguridad entre ambos países e introdujo en la agenda el tema de la autonomía palestina en los territorios en disputa, a pesar que al mismo tiempo postergó la discusión de los problemas centrales entre palestinos e israelíes: el futuro de Jerusalem, el problema de los refugiados palestinos y el problema de los asentamiento israelíes en los territorios ocupados en la “Guerra de los Seis Días” en 1967. Esos mismos tres problemas tampoco fueron resueltos en las negociaciones de Oslo en 1993, como producto de las cuales Itzjak Rabin y Yasser Arafat reconocieron mutuamente a la OLP y a Israel, e iniciaron un proceso cuyo objetivo final era llegar a formular un acuerdo definitivo para la creación de un Estado Palestino en condiciones aceptables para ambas partes. Tampoco el tratado de paz entre Jordania e Israel de 1994 resolvió esos temas que siguen siendo la piedra angular de cualquier arreglo definitivo entre palestinos e israelíes. Al llegar al gobierno israelí Ehud Barak pretendió darle un giro radical a la política Israelí respecto a los conflictos fronterizos, para pasar del acuerdo por etapas al acuerdo total, que pusiera sobre el tapete y resolviera a la vez todos los problemas concluyendo con la firma de la paz. Así, después de retirar unilateralmente sus tropas del Líbano para cerrar el problema fronterizo del norte, y sabiendo que el moribundo Hafez el Assad de Siria no estaría en condiciones de negociar la paz con Israel (falleció en junio 2000 siendo sucedido por su hijo Bashar), Barak apostó por el arreglo final con la Autoridad Palestina, convocando a una cumbre en Campo David entre él, Arafat con la mediación de Bill Clinton, entre el 11 y 25 de julio del 2000.

Lamentablemente esas negociaciones también fracasaron a pesar de las enormes concesiones territoriales que ofreció Barak a Arafat incluyendo el desmantelamiento de asentamientos judíos y la división de Jerusalem. Nuevamente la solución al tema de los refugiados resultó una piedra en el camino, aunque a esas alturas era claro que Arafat no estaba listo ni interesado en llegar a un acuerdo final con Israel, tanto por su propia visión de sí mismo como el libertador más que como el presidente palestino, como por la negativa de los países árabes enemigos de Israel que sostienen económica y políticamente a Arafat, a quienes no les conviene un arreglo del candente tema palestino. Además, la correlación de fuerzas de las organizaciones palestinas se inclina cada vez más hacia las posiciones radicales del Hamas y la Jihad Islámica, quienes no quieren aceptar la existencia de Israel, cosa que Arafat no puede desconocer porque esos grupos serían los primeros en desestabilizar su gobierno una vez acordada la creación del Estado Palestino.

 

B) DE LA 1era INTIFADA (1987-1994) A LA 2da INTIFADA (2000-2003)

La primera Intifada fue una rebelión popular de enorme magnitud que empezó en 1987 y expresaba la consolidación de la conciencia nacional palestina que se oponía al dominio colonialista ejercido por Israel durante veinte años. Sus dirigentes eran personalidades locales que, si bien estaban comunicados y recibían instrucciones generales de Arafat y la dirigencia histórica de la OLP asentada en Túnez, conservaba cierta independencia. Precisamente estos desarrollos hicieron que los palestinos expresaran por primera vez en forma expresa y pública su deseo de reconocer el derecho a la existencia del Estado de Israel al lado de un Estado Palestino (1988). Sin embargo esta acción pragmática y negociadora de la OLP, vino aparejada por un proceso de radicalización de la corriente árabe contraria y hasta opuesta a la opción nacionalista laica, que era la de los fundamentalistas islámicos. Así el grupo de “Los Hermanos Musulmanes” se convirtió en el “Movimiento de Oposición Islámica” – Hamas – al incorporar el componente nacional a la plataforma religiosa, educativa y de ayuda social que ellos ya poseían. Este proceso fue similar al ocurrido en el Líbano con Hezbollah y en Egipto con los «Hermanos Musulmanes» que rechazaban el acuerdo de paz con Israel y el carácter hereje y anti-islámico de los regímenes laicos de su país.

En cierta forma el Hamas era una respuesta musulmana al Gush Emunim judío («El Bloque de los Creyentes»), que fue el grupo de extrema derecha que constituyó la vanguardia de los nuevos asentamientos en tierras palestinas, legitimados por una creencia mesiánica y fundamentalista. El Hamás, que empezó realizando atentados y actos terroristas de menor magnitud, paulatinamente fue incrementando su agresividad conforme se producían mayores acercamientos entre Israel y la OLP, para lo cual utilizaban terroristas suicidas que efectuaban atentados masivos contra la población civil israelí. Para ellos se trataba de actos de autoinmolación a los que eran inducidos por sus líderes religiosos, quienes les aseguraban que con ello entrarían al paraíso, honrarían a Alá y dignificarían a sus familias, las cuales además recibían una jugosa indemnización por la “acción heroica” del suicida.

Ni la entrega a la Autoridad Palestina de Gaza y las grandes ciudades de la Margen Occidental acordadas a partir de los Acuerdos de Oslo en 1993 ni los avances en las negociaciones hacia un acuerdo final pudieron solucionar la crisis de legitimidad de estos acuerdos. Después de todo, esta tensión le era muy útil a Hamas que aspira a desplazar a los dirigentes palestinos en la conducción del pueblo palestino, aprovechando para atacar a Arafat y sus aliados no solo su ineptitud política sino por la notoria corrupción, la enorme pobreza y el desempleo, así como las detenciones arbitrarias de opositores que realizaba la Autoridad Palestina. Curiosamente, así como el terrorismo fundamentalista palestino con sus ataques a civiles israelíes logró detener el proceso de paz, de la misma manera lo hizo el extremismo judío a través de Igal Amir al asesinar a Itzjak Rabin y obligar a un cambio en la orientación política de Israel.

Sin embargo, la solución al conflicto palestino israelí pasa por la solución a conflictos regionales de mayor envergadura que afectan a las potencias mundiales y a los países árabes petroleros. La intifada con piedras de 1987 fue un primer levantamiento popular palestino contra la ocupación israelí que conmocionó a la opinión pública israelí y mundial desencadenando la Conferencia de Paz de Madrid auspiciada por EE.UU. y URSS después de la Guerra del Golfo Pérsico, empujando a la población israelí hacia posturas más centristas e izquierdistas a favor de un estado palestino. La segunda intifada con los terroristas suicidas procedentes tanto del Hamas, la Jihad Islámica como de las Brigadas de Mártires de Al Aqsa que dirige el propio Arafat, lo que ha producido esta vez es una erosión de las posiciones centroizquierdistas, empujando esta vez a la población israelí hacia la derecha, más escépticos respecto al liderazgo de Arafat y la viabilidad de la convivencia pacífica con un vecino estado palestino. Al parecer también esta vez, será solamente el corolario de lo que ocurra en una eventual próxima intervención norteamericana en Irak lo que habrá de provocar una constelación de intereses capaces de relanzar las negociaciones palestino-israelíes, aunque esta vez bajo el auspicio más proactivo del cuartero conformado por EE.UU., Rusia, Europa y ONU.

En Israel se ve hoy en día con mucho desaliento la ola de terror desatada por Arafat y las organizaciones palestinas islámicas, por lo que no se vislumbra un acuerdo para el corto plazo, en tanto Arafat lidere la Autoridad Palestina y no se introduzcan reformas democratizadoras en la naciente institucionalidad palestina. Sin embargo, un análisis como este no debe opacar el reconocimiento de los frutos de la paz alcanzados hasta hoy.

 

C) LOS FRUTOS DE MADRID (1991)

El 30 de octubre de 1991 se realizó la Conferencia de Paz de Madrid, bajo los auspicios de los presidentes Bush y Gorbachov, lo cual dio inicio a una serie de negociaciones bilaterales entre Israel y Siria, Líbano, Jordania y los palestinos, así como a conversaciones multilaterales sobre temas multinacionales claves para la región como la cooperación económica, medio ambiente, recursos hídricos, refugiados, control de armamentos y seguridad regional. Mientras que las negociaciones de Israel con Siria, Líbano y Jordania pretendían alcanzar tratados de paz, las negociaciones de Israel con los palestinos se inscribían en una fórmula de dos fases preestablecidas en los acuerdos de paz con Egipto: cinco años de arreglos interinos de auto-gobierno (autonomía) seguidos de negociaciones para definir el estatus permanente de los territorios en disputa.

Negociaciones y Paz con Jordania

Tres años más tarde, el 26 de octubre de 1994 se firmó el tratado de paz entre Israel (Itzjak Rabin) y Jordania (Rey Hussein), que incluye el fin de toda beligerancia, relaciones diplomáticas plenas, frontera definitiva, cooperación en la prevención del terrorismo, acuerdo para la repartición de agua y el desarrollo de nuevos recursos hídricos, libertad de acceso a los lugares de importancia religiosa, reconocimiento del rol central del Reino Hashemita en los lugares sagrados para el Islam en Jerusalem, así como libertad de movimiento entre ambos por tierra, mar y aire. También se acordó la cooperación en áreas tales como economía, transportes, telecomunicaciones, turismo, medio ambiente, energía, salud, agricultura y la guerra contra el crimen y las drogas.

Desde ese momento, las relaciones entre Israel y Jordania han progresado continuamente. El voto del parlamento jordano en agosto de 1995 contra la participación del país en el boicot árabe contra Israel, así como la conferencia económica regional realizada en Aman en noviembre de 1995, constituyeron una importante indicación de las futuras relaciones. Los cruces de frontera que fueron abiertos entre ambos países han facilitado la normalización de las relaciones. Continuamente se crean empresas comerciales conjuntas y el libre movimiento de comerciantes, por tierra y aire, ha creado una buena atmósfera de cooperación y comunicación. El turismo entre los dos países ha estado en aumento.

Negociaciones con Siria

Luego de la Conferencia de Madrid, las delegaciones de Israel y Siria iniciaron sus negociaciones en Washington que en 1994 se elevaron al nivel de embajadores, tocando especialmente temas referidos a los arreglos en materia de seguridad. Los jefes de Estado Mayor de los dos países se reunieron para este fin en diciembre de 1994 y en junio de 1995. Bajo el gobierno de Itzjak Rabin Israel anunció oficialmente que aceptaría retirarse del Golán sirio en el caso de firmarse la paz, en la medida que quedasen resueltos los arreglos que garanticen la seguridad de Israel y que Siria se comprometiera al establecimiento de relaciones diplomáticas plenas entre ambos países.

En diciembre de 1995 Siria aceptó empezar a negociar sobre las características del acuerdo de paz, la normalización y los recursos hídricos. El 8 de diciembre de 1999 el Presidente Clinton anunció que el Primer Ministro Barak y el Presidente Assad acordaron que las negociaciones de paz israelo-sirias serían reanudadas desde el punto donde fueron interrumpidas en enero del año 1996, lo cual se hizo durante una cumbre en Washington el 15 de diciembre en la que participaron el Presidente Clinton, el Primer Ministro Barak y el Ministro de Relaciones Exteriores de Siria, Farouk a-Shara, las cuales fueron seguidas por una ronda de conversaciones realizadas en Shepherdstown, Virginia, desde el 3 al 11 de enero de 2000. La muerte de Hafez Assad paralizó temporalmente la evolución de estas negociaciones,

Negociaciones con Líbano

Las negociaciones entre Israel y Líbano no avanzaron mucho desde febrero de 1994, debido al dominio que ejerce Siria en la política interna libanesa, así como los grupos fundamentalistas shiitas y especialmente el Hizballa en el sur del Líbano. Sin embargo Israel ha declarado oficialmente que no reclama para sí tierras o recursos libaneses sino solamente arreglos de seguridad.

El primero de abril de 1998, el gobierno israelí aceptó formalmente la Resolución 425 del Consejo de Seguridad de la ONU que establece la retirada de su ejército en el Líbano con los debidos acuerdos de seguridad, para que el gobierno libanés restaure su control territorial en el sur del Líbano y se responsabilice para que desde su territorio los terroristas no ataquen a Israel. El 5 de marzo del 2000 el gobierno israelí aprobó el retorno del Ejército de Defensa de Israel a la frontera internacional con el Líbano, retirada unilateral que se completó el 24 de mayo de 2000, poniendo fin a una presencia de 18 años en la zona. Esto fue oficialmente reconocido el 18 de junio del 2000 por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Negociaciones con los palestinos

Luego de intensos contactos secretos entre negociadores israelíes y palestinos en Oslo, se logró un acuerdo entre el canciller Shimón Peres y el presidente de la OLP Yasser Arafat que quedó sellado por una carta enviada el 9 de septiembre de 1993 por Arafat al Primer Ministro Rabin declarando que la OLP reconoce el derecho de Israel a existir en paz y seguridad; acepta las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU; se compromete a una solución pacífica del conflicto; renuncia al uso del terrorismo y otros actos de violencia; asume la responsabilidad de todos los elementos de la OLP para asegurar su cumplimiento, evitar las violaciones y disciplinar a los infractores; afirma que aquellos artículos de la Carta Constitucional de la OLP que niegan el derecho de Israel a existir son ahora inoperantes y caducos; se encargará de presentar los cambios necesarios de la Carta Constitucional al CNP para su aprobación formal.

En respuesta, tal como se había negociado previamente, Israel reconoció a la OLP como el representante de los palestinos en las negociaciones de paz. El 13 de septiembre de 1993 las dos partes firmaron una Declaración de Principios en Washington, en la que participaron Arafat, Rabin y Clinton, delineando los arreglos propuestos para un autogobierno interino, según fueron previstos y acordados por ambas partes. Esto incluía el inmediato autogobierno palestino sobre Gaza y Jericó, la paulatina toma de control de los palestinos sobre distintas zonas en la Margen Occidental, un acuerdo sobre el autogobierno, y la elección de un Consejo Palestino. Este acuerdo interino estableció tres etapas:

1. El Acuerdo Gaza-Jericó firmado en El Cairo el 4 de mayo de 1994 que se aplica a la Franja de Gaza y a un área definida de unos 65 kilómetros cuadrados que incluían a Jericó y sus alrededores en al Margen Occidental. Se refiere a cuestiones como: acuerdos de seguridad, asuntos civiles, cuestiones legales, relaciones económicas y retirada de las fuerzas militares israelíes de Gaza y Jericó, la transferencia de autoridad de la Administración Civil Israelí a la Autoridad Palestina, la estructura y composición de la Autoridad Palestina, su jurisdicción y poderes legislativos, la fuerza policial palestina y las relaciones entre Israel y la Autoridad Palestina.

2. El Acuerdo de Transferencia Preparatoria de Poderes y Responsabilidades, firmado por Israel y la Autoridad Palestina el 29 de agosto de 1994. Este acuerdo dispone la transferencia de poderes a la Autoridad Palestina dentro de cinco esferas específicas: Educación y Cultura, Bienestar Social, Turismo, Salud e Impuestos. Adicionalmente se acordó la transferencia a la autoridad palestina asuntos de trabajo, industria y comercio, gas y gasolina, seguros, servicios postales, estadísticas, agricultura y gobierno local.

3. El Acuerdo Interino sobre la Margen Occidental y la Franja de Gaza firmado en Washington el 28 de septiembre de 1995. Este acuerdo señala la conclusión de la primera etapa en las negociaciones entre Israel y la OLP, incorpora y reemplaza los acuerdos de Gaza y Jericó, y amplía el autogobierno palestino en la Margen Occidental por medio de una autoridad electa de autogobierno – el Consejo Palestino – por un período interino que no exceda de cinco años desde la firma del Acuerdo Gaza-Jericó (es decir, a más tardar el 4 de mayo de 1999). Esto permitiría a los palestinos conducir sus asuntos internos e iniciar una nueva era de cooperación y coexistencia, al tiempo que protegía los intereses vitales de Israel en materia de seguridad.

El 20 de enero de 1996, luego de completarse la primera etapa del redespliegue de las FDI (con la excepción de Hebrón), se realizaron las elecciones para el Consejo Palestino y para la presidencia de la Autoridad Palestina, siendo elegido Yasser Arafat como «Ra’is» (presidente). Luego el 24 de abril de 1996 el Consejo Nacional Palestino reunido en Gaza, votó por 504 a favor 54 en contra y 14 abstenciones lo siguiente:

«La Carta Constitucional Palestina es enmendada, cancelando los artículos que contradicen las cartas intercambiadas entre la OLP y el gobierno de Israel el 9-10 de septiembre de 1993. Asigna a su comité legal la tarea de redactar nuevamente la Carta Constitucional Palestina a fin de presentarla durante la primera sesión del Consejo Central Palestino.”

La Cumbre de Camp David entre el 11 y 25 de julio del 2000 entre Barak, Arafat y el anfitrión Clinton debió marcar el punto final de esta escalada hacia la paz, pero lamentablemente no se logró el acuerdo por razones que ya he tratado anteriormente, por lo que este acuerdo final aún queda pendiente.

 

D).LOS FRUTOS DE OSLO (1993)

A nueve años de Oslo, las dos partes están decepcionadas y sienten que “Oslo está muerto”. Sin embargo, eso no debe llevar a perder de vista algunos logros irreversibles.

1) El acuerdo produjo el irreversible reconocimiento mutuo entre la OLP (ahora Autoridad Palestina) y el Estado de Israel. Aún en momentos en que Sharon descalifica a Arafat como interlocutor, busca líderes alternativos para esa Autoridad Palestina.

2) El acuerdo impuso a las partes la idea de la división del país, revirtiendo las visiones extremistas de quienes sostenían el ideal de “La Gran Eretz Israel” (anexando los territorios ocupados) o de “La Palestina Integra” (sobre todo el territorio de Israel). Hoy en día la discusión se centra en qué porcentaje se entregará a los palestinos y en qué etapas.

3) El acuerdo ha conducido al reconocimiento de la próxima creación de un Estado Palestino, de modo que ambos países tendrán como capital a Jerusalem que será dividida.

4) El acuerdo ha llevado a negociaciones entre organismos que antes no lo hubieran hecho: el Ejército de Defensa de Israel, la Guardia de Frontera y otros organismos, con sus paralelos de la Autoridad Nacional Palestina. Cuando las negociaciones se estancan, de todos modos sigue habiendo una cierta medida de coordinación y de pase de información.

5) A partir del acuerdo de Oslo otros países árabes establecieron relaciones comerciales, turísticas y diplomáticas con Israel, siendo el caso más relevante el de Jordania.

6) Si bien 9 años después del acuerdo de Oslo prevalecen las violaciones al mismo, sin duda se ha constituido en un punto de giro para los desarrollos en la región.

 

E). LOS FRUTOS DE LA PAZ EN LA DÉCADA

Resumiendo, si observamos los desarrollos ocurridos en los últimos 10 años sin duda podemos sentirnos optimistas de que en los próximos 10 años los principales temas pendientes habrán quedado zanjados.

En lo político, el proceso de paz ha desarrollado una dinámica de relaciones entre Israel y el mundo árabe así como el conjunto de la comunidad internacional, que se refleja en el hecho que hoy Israel mantiene relaciones diplomáticas con 163 estados, 71 más que los que tenía antes de la Conferencia de Madrid en 1991, incluyendo a los dos grandes del ASIA: China e India, lo cual tiene un gran significado estratégico y económico. En la zona euro-asiática que se extiende desde la ex Alemania Oriental en el oeste hasta Vladivostok en el este y la India al sur, en 1991 Israel sólo tenía una embajada en Rumania, otra en Nepal y un consulado en Bombay. Hoy en día Israel tiene misiones en casi todos los países del área, menos Corea del Norte, Paquistán, Afganistán, Bangladesh y Bután. En las órbitas africana y musulmanas Israel también abrió relaciones diplomáticas con ocho estados africanos y musulmanes: Albania, Gambia, Nigeria, Azerbaiyán, Kazajstán, Kirgistán, Turkmenistán y Uzbekistán, sin contar con el mejoramiento de las relaciones con Turquía. Junto con ello, en diciembre de 1993, Israel firmó un acuerdo diplomático con el Vaticano, superando los antiguos reparos teológicos y políticos. En África Israel tiene relaciones con 39 de los 43 países al sur del Sahara que no son miembros de la Liga Árabe, 30 de ellos a partir de 1991.

Israel ha ido mejorando sus posiciones en las organizaciones internacionales que disminuyeron sus resoluciones anti israelíes, habiéndose elegido funcionarios israelíes para altos cargos dentro de las organizaciones y agencias de las Naciones Unidas. (Este mejoramiento se frenó a partir de agosto del 2000con el inicio de la 2da intifada y la reacción israelí frente al terrorismo palestino).

El proceso de paz también facilitó la conclusión de un mejoramiento de los términos del acuerdo de libre comercio de Israel con la Unión Europea, permitiendo a las compañías israelíes competir mejor en los atractivos mercados europeos.

Respecto al mundo árabe, además de las relaciones diplomáticas plenas que mantiene Israel con sus vecinos Egipto y Jordania, funciona una oficina de enlace en Marruecos, una oficina de intereses en Túnez y oficinas comerciales en Omán y Qatar. El 28 de octubre de 1999 se abrieron relaciones diplomáticas plenas con Mauritania. Poco a poco han ido aumentando las reuniones de los grupos de trabajo multilaterales en países como Túnez, Marruecos, Omán, Qatar y Bahrein, los cuales son visitados frecuentemente por funcionarios y empresarios israelíes, incluyendo algunas visitas al más alto nivel. El ministro de Medio Ambiente, Yossi Sarid, fue el primer ministro israelí en visitar Bahrein como jefe de una delegación israelí para el Grupo de Trabajo sobre el Medio Ambiente en octubre de 1994, y el 16 de noviembre de 1994, asistió a la Conferencia de Ministros del Medio Ambiente de Estados del Mediterráneo en Túnez. El 7 de noviembre de 1994 visitó Omán el ex viceministro de Relaciones Exteriores Yossi Beilin, a invitación del canciller omaní, la cual fue la primera de ese tipo fuera del marco multilateral. Estas visitas culminaron con la primera visita oficial del primer ministro Shimón Peres a Omán y Qatar en abril de 1996.

En lo económico, conforme ha ido avanzando el proceso de paz desde la Conferencia de Madrid en octubre de 1991 se ha ido produciendo un fuerte efecto tanto en la economía regional como en la economía israelí.

El 16 de octubre de 1994 los países árabes acordaron revisar el boicot contra Israel, aboliendo el boicot secundario y terciario contra Israel.

Al establecer Israel relaciones diplomáticas y económicas con estados asiáticos, mesorientales y europeos, pudo abrir nuevos mercados lo que ha permitido elevar sus exportaciones a Asia desde 1991 sucesivamente en 52% en 1992, 49,6% en 1993, 25,8% en 1994, 24,4% en 1995, 6,5% en 1996 y así sucesivamente.

Ha habido una marcada mejoría en las relaciones económicas de Israel y Egipto. Las autoridades egipcias han facilitado el tránsito de hombres de negocios en ambas direcciones. Empresas comunes entre industriales de ambos países están comenzando a constituirse. Luego del Tratado de Paz Israelí-Jordano, estos países firmaron un acuerdo comercial y ya han comenzado los contactos entre industriales y comerciantes de ambos países. También hay contactos comerciales con Marruecos y varios estados del Golfo.

 

F), LO QUE FALTA:

Habiendo transcurrido 11 años desde la Conferencia de Madrid y el comienzo del proceso de paz bilateral y multilateral en el Medio Oriente, hemos visto como se han producido significativos avances en las relaciones políticas y económicas entre Israel y los demás países de la región y del mundo. Sin duda la reanudación de la intifada y la respuesta israelí han significado un retroceso, pero el camino ya está trazado y con el tiempo se recuperarán los pasos perdidos. Solo queda esperar que la sabiduría de los actores involucrados permita reducir el tiempo y costo humano que está demandando este último salto hacia la paz.