Por falta de buena educación no llega al catch up
BRASIL AVANZA A MEDIA VELOCIDAD
Por la cercanía territorial y la enorme visibilidad, Brasil es un buen referente sobre cómo un enorme desarrollo económico aunado a un pobrísimo desarrollo educativo pone límites a su desarrollo como nación, su seguridad ciudadana y su competitividad internacional
Alexei Barrionuevo publicó un artículo al respecto en el New York Times el 4/9/2010 titulado “Educational Gaps Limit Brazil’s Reach” en el que señala que la educación es la piedra en el camino que impide la aceleración de su desarrollo económico y llegar a convertirse en una de las naciones más poderosas del mundo, siendo más bien una de las mayores debilidades de este nuevo acorazado de la economía mundial. Además, lo pone en notoria desventaja en cuanto al nivel educativo frente a los otros 3 países que conforman el denominado cuartero BRIC (Brasil, Rusia, India, China) que son los países que tienen en común una enorme población y territorio, gran cantidad de recursos naturales y muy elevadas cifras de crecimiento de su PBI y de su participación en el comercio mundial, lo que hace que sean destino muy atractivos para las inversiones mundiales.
En la última década los estudiantes brasileros han puntado muy bajo en el ranking de las pruebas PISA que son las pruebas internacionales de habilidades básicas de lectura, matemáticas y ciencias de jóvenes de 15 años, incluso en comparación con sus países cercanos como México, Chile y Uruguay. En el 2006 Brasil ocupó el puesto 49 de 56 en lectura, a un nivel equivalente a los niños de 10 años de Dinamarca o Finlandia.
La situación es tan precaria que muchos padres en Brasil dicen que sólo mandan a sus hijos al colegio porque con eso reciben la subvención de 115 dólares mensuales del programa “Bolsa Familia”. No pocos padres dicen cosas como “para qué van a ir al colegio a estudiar si no hay oportunidades para avanzar en la vida”
Lula empezó muy tarde su impulso a la educación, y pese a ser elegido en el 2003 despidió dos ministros de educación hasta que en el 2005 nombró a Fernando Haddad y solo dos años después empezó una acción fuerte pro educación que incluye entregarles una laptop y promover que todos tengan un diploma vocacional al terminar la secundaria. Esto tiene que ver con una encuesta gubernamental del “instituto para la investigación económica aplicada” que señala que más del 22% de los 25 millones de trabajadores brasileros disponibles para el mercado laboral no se consideran calificados para las demandas del mercado laboral. Así, a menos que Brasil llene la brecha de competencias para los empleos perderá la ventana demográfica de las próximas dos décadas en las cuales la población económicamente activa alcanzará su tope.
El gobierno ha hecho esfuerzos importantes como la creación de un programa que ofrece 700,000 becas de estudios para que niños pobres puedan acceder a bachilleratos privados. Así mismo abrió más de 180 escuelas vocacionales (comparadas con las 140 creadas en los últimos 93 años) y ha desarrollado nuevas pruebas de evaluación para evaluar los desempeños de los estudiantes. Con ello la tasa de graduación de secundaria ha subido de 34% a 47 % durante la gestión de Lula.
Sin embargo, queda mucho por hacer para mejorar la calidad de la educación y métodos de enseñanza si es que se quiere lograr que los estudiantes tengan las habilidades básicas que los hagan empleables. Las empresas brasileras no pueden esperar al “catch up” del sistema educacional brasilero con la modernidad laboral. Empresas como la gigantesca constructora Odebrecht se ven obligadas a entrenar a los potenciales trabajadores por unos meses en matemáticas y lectura básica.
Brasil seguirá creciendo por debajo de su potencial en tanto no tenga un mejor sistema educativo.
Si esto es válido para Brasil, lo es tanto más para el Perú que está más bajo aún que Brasil en los niveles educativos de su población.
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