1. COMENTARIO EN EL BLOG DE UNA MADRE DE NIÑO CON SÍNDROME DE ASPERGER QUE INGRESA AL COLEGIO:
    Braulio, el asperger y yo
    Martes 12 de junio sel 2012 por Silvia Rea ( reasilvia81@gmail.com )

    Braulio, el asperger y yo
    Día a día, las vivencias con mi hijo que tiene el Síndrome de Asperger, lo que hago con él, lo que pienso y lo que siento al respecto.
    ¡Ingresaste al colegio Braulio!
    Los días son tan distintos y pasan tan rápido Braulio, pasamos del negro al blanco como quien da vuelta a la página de un libro. Ayer no fue un buen día, pero hoy sí que es mejor. Nunca me cuadró del todo que ahora los niños tengan que, de tan pequeños, enfrentarse a evaluaciones de ingreso que los «filtren» y que o les abran las puertas o que les cierren en las narices una serie de posibilidades.
    Desde hace algunos años los colegios particulares grandes -me refiero a los prestigiosos en el medio- han abierto Pre kinder 4 y Kinder 5, es decir, que si mi generación tenía que esperar hasta los 6 años para pisar por primera vez un colegio, la generación de nuestros hijos tiene que estar «apta» a la edad de 3 años para poder iniciar al año siguiente su educación. Imagínense la catástrofe que puede significar para cualquier padre, ahora imagínense lo descomunal que puede significar para una familia que no tiene en claro, pero sospecha que algo ocurre con su pequeño.
    El año pasado, en abril, Braulio tenía 3 años y 2 meses y yo con mucho miedo y esperanza lo llevé a un colegio para que postulase, estuve con él en todo momento y me comí las lágrimas viendo cómo no lograba hacer ni responder lo que otros niños sí. Cuando me hicieron la entrevista me dijeron algo que ya me habían dicho en su escuela inicial «creemos que se encuentra dentro del espectro autista».
    Debo confesar que me desbarranqué y que me costó mucho tomar las riendas de la situación, pero lo intenté y lo hice. Lo llevé a varios especialistas que me dijeron «cuestión conductual», «efecto postraumático a la separación de los padres», «autismo», «engreimiento y sobreprotección», «falta de límites claros» y en fin, una serie de términos que solo me desesperaron y angustiaron más y que no me dieron ninguna claridad, ninguna luz. Pero como en esta época todo, TODO se encuentra en Internet -maravillosa Internet- llegué a una asociación en Lima-Perú, donde desde el primer día supieron cómo tratar y hablar con Braulio (lograron tenerlo en un salón, solo con la psicóloga, durante 45 minutos!!!). Ahí me dijeron con claridad «tiene Síndrome de Asperger» y nos hicieron todo un plan de acción para empezar a intervenir.
    Braulio va desde enero de este año 4 veces por semana: 3 sesiones de terapia de lenguaje y 1 de habilidades sociales, ya tiene 4 años y 3 meses y veo día a día grandes cambios en él y en mi. Habla más, no hace pataletas, trata de hacerse entender, se calma solo, no se obstina tanto, yo ya sé cómo manejarlo, lo comprendo mejor y me ha sido más fácil seguir aceptando que tengo suerte de ser su mamá porque es un ser maravilloso.
    Bueno, volviendo a lo del ingreso al colegio, Braulio fue evaluado nuevamente este año y me dijeron que había un gran progreso. Yo entré también con él -no quería estar solo en un ambiente que no conocía, con tanta gente extraña y tantos objetos y ruidos- pude ver qué hacía y qué no: lo que no hizo fue simplemente porque no se sentía cómodo, no porque no pudiese o supiese. Lo vi, comprobé que Braulio no es como cualquier otro niño, pero que tampoco es inferior, que él con sus particularidades es un niño al que hay que seguir orientando y puliendo.
    Así que aceptaron a Braulio, me dijeron que están dispuestos a trabajar con él sobre la base de sus peculiaridades, la información y el soporte que nos brinden sus terapeutas y el trabajo en casa; que les constaba que había un progreso enorme y que sí habíamos conseguido esto en pocos meses, el pronóstico era prometedor para el inicio de su escolaridad en marzo del próximo año.
    Estoy feliz, todos los que estamos alrededor sentimos que estamos yendo en la dirección adecuada y que de a pocos se avanza. ¿Y qué hubiese pasado si Braulio no ingresaba? Es un hecho que me iba a sentir mal, que hubiese llorado muchísimo, pero justo volví a leer este artículo de Leon Trahtemberg que dice:
    “Sus hijos pueden tener algunas dificultades para aprobar los exámenes de ingreso a un colegio. Sin embargo, jamás le den a ningún colegio el poder para definir su sentir respecto a sus hijos, ni permitan que su autoestima se modele en función de la opinión que el colegio les trasmita. Cada colegio tiene su sistema de ingreso, evaluación, sus preferencias en el tipo de alumnado, sus políticas internas, y a veces ocurre que nuestros hijos no calzan con las expectativas de ciertos colegios. Jamás asuman a priori que si algo anda mal en esta evaluación es por un fracaso suyo, de su esposo(a) o de sus hijos. Puede ser una debilidad del colegio.»

    «Si Ud. procura lo mejor para sus hijos, no asuma como verdades incuestionables los señalamientos que les haga el colegio, por prestigiado que éste sea. Verifiquen con calma cuál es la situación real de sus hijos antes de juzgar o actuar. Algunos colegios tienen mucho cuidado al evaluar a sus alumnos, pero otros lo hacen con cierta ligereza ó con una afán de “sacudirse de quien tenga problemas” (así sea un potencial Einstein, Obama o Bill Gates). Sugiero que busquen a un profesional competente y confiable, educador o psicólogo, para que los oriente respecto a este tema desde una mirada más humana, objetiva, profesional y educativa. Eso les dará las pistas sobre cómo tomar mejor la experiencia que les han hecho vivir en relación a sus hijos.
    Por último, si fuera el caso de que su hijo o hija tuviera algunas dificultades reales, no es su culpa haber nacido así. Siempre debe sentir que tiene los recursos suficientes para salir adelante.»
    Y eso es lo que haré Braulio, lo que todo padre hace con su hijo: siempre te daré y haré sentir que tienes todo, todo para salir adelante. Y lo harás, estoy segura.