Una reciente encuesta argentina les pregunta a empresarios y ejecutivos de recursos humanos: ¿qué esperan ustedes del sistema educativo? La respuesta mayoritaria fue NADA. Contratan a los sobrevivientes del sistema, especialmente procedentes de colegios y universidades estatales, porque éstos son los que han demostrado mayor capacidad de lucha por superarse y sobreponerse a las frustraciones que les plantea estudiar en instituciones estatales muy precarias. Son quienes a pesar de todas las piedras en el camino han sido capaces de graduarse. Sobre esos ingredientes de personalidad, las empresas se ocupan de su capacitación técnica para el trabajo específico. Por lo demás, si no encuentran al profesional idóneo en el país, lo traen de fuera. Así, del sistema educativo en realidad ya no esperan nada. Dicho sea de paso, no imaginan a sus hijos y mucho menos a sus nietos viviendo en Argentina.
Me sonó demasiado familiar a la realidad peruana y a la manera de actuar de muchos de nuestros empleadores de las medianas y grandes empresas, sean o no transnacionales. Si es así, si a una parte del empresariado no le interesa la educación ni se imaginan a sí mismos ni a sus hijos en el Perú en 10 o 20 años, y si 77% de los jóvenes quieren irse del Perú, ¿quiénes se harán cargo de la apuesta por el futuro del Perú?
No sorprende entonces que la mayoría de los peruanos sean cortoplacistas, sin visión ni reflexión sobre el futuro, y que no haya interés por acuerdos de largo plazo ni pactos nacionales como los que plantea el Acuerdo Nacional. Así las cosas, el gran reto del próximo gobierno será devolverle al Perú la esperanza de su viabilidad como país digno de vivir en él dentro de las reglas de juego de la decencia y la modernidad.
Una institución que está tratando de romper este círculo vicioso de pesimismo y falta de visión de futuro es el Consejo Nacional de Educación, aunque su presencia mortifica a algunos ex ministros, que preferirían ser los referentes exclusivos de la educación.
El CNE acaba de presentar al MED una visión y propuesta para la educación para el largo plazo, que sea capaz de marcar un norte para que las acciones de gobierno redunden realmente en una ciudadanía más educada, productiva, democrática, capaz de resolver conflictos por la vía pacífica y legal. Vale la pena leerlo y debatirlo.