El próximo martes 13 Carlos Ferrero presentará ante el Congreso su plan de trabajo. Veremos si le importa la colapsada educación, o si seguirá la tradición de sucesivos primeros ministros de hablar sobre la importancia de la educación (ahora declarada en emergencia), sin que le importe mucho qué se haga al respecto. Total, las palabras todavía no pagan impuestos…

A través de la educación mediocre los sucesivos gobernantes han inducido a los peruanos a preferir vivir «fregados, pero contentos», a resignarse a ser marginales y a echarle la culpa a Dios por nuestra mala suerte, esquivando su responsabilidad por nuestro subdesarrollo.

Puedo entender ahora que al gobierno de Alejandro Toledo no le interese que el Perú salga último en cuanta evaluación internacional educacional participe, y que la educación haya sido sólo una banderita para agitar promesas electorales, que además según Gerardo Ayzanoa no tendrían por qué cumplirse. Pero no puedo entender que no haya suficientes congresistas capaces de gritar de indignación hasta el cielo e interpelar a los primeros ministros y ministros de Educación por haber sido incapaces de elaborar un plan concreto, viable y evaluable para revertir este colapso, salvo que tengamos que aceptar que existe una coalición multipartidaria por la indiferencia frente a la estafa educativa.

Alejandro Toledo prometió en julio que antes del 1 de diciembre tendríamos un plan de acción para atender la emergencia. ¿Alguien lo ha visto? El 13 de diciembre el Ministerio de Educación publicó el DS 029-2003-ED, conteniendo los lineamientos del «programa nacional de emergencia educativa 2004» que parece una tomadura de pelo. Tomarse cinco meses para publicar con dos semanas de retraso una simple página con lineamientos abstractos y enunciados generales que lo abarcan todo, pero que no aterrizan en ninguna medida concreta, resulta vergonzoso. Puro palabreo vacío.

No hay una sola medida que señale qué acción concreta se tomará con alumnos y maestros, con qué instrumentos, plazos, presupuestos asignados e indicadores de evaluación, para asegurar que todos los alumnos que ingresen al colegio en marzo, lo terminarán en diciembre dominando la lectura, escritura y los cálculos aritméticos básicos.

Como se ve, la verdadera emergencia educativa radica en que los gobernantes y gran parte de los congresistas no sienten que estemos en emergencia. Y lo que es peor, parece que no les importa.

¿Intentará Carlos Ferrero algo diferente? El Perú se lo agradecería.