El Ministerio de Educación pidió para el año 2005 un aumento presupuestal de 1,141 millones de soles para atender los siguientes rubros: infraestructura 137 millones, pacto social de compromisos recíprocos (especialmente aumentos docentes) 468 millones, capacitación 33 millones, material educativo 29 millones, alfabetización 25 millones, programa Huascarán 18 millones, gestión educativa 327 millones, y organismos públicos descentralizados 105 millones. Pese a ello, el MEF solamente le asignó 36 millones de aumento, aunque es evidente que tiene prevista una reserva para aumentos de profesores, previo acuerdo de no hacer huelgas, para avanzar con la promesa presidencial de la duplicación de sueldos en el quinquenio.
Las razones por las que el MEF no le asigna más a dinero a educación son varias: falta de disponibilidad, otras necesidades que compiten por los mismos fondos y poca convicción de que ese dinero producirá una elevación en la calidad de la educación. En este sentido, muchos reputados economistas consideran un error aumentar el presupuesto de educación si no está garantizado que ese aumento se traducirá de inmediato en mejoras en el aprendizaje de los alumnos. Uno de ellos, Richard Webb -ex presidente del BCR- escribió recientemente sobre el tema en “Caretas” (7/10/2004) bajo el título “Aprendamos a Enseñar”. Allí dice: “Me podrán llamar troglodita, pero no estoy de acuerdo con aumentar el presupuesto de la educación pública. Al menos, no hasta que vea un uso efectivo de ese dinero. En apenas cuatro años el gasto por alumno en educación básica ha aumentado en 23%. Me pregunto cuál ha sido el beneficio que ese gasto adicional ha significado para los alumnos, especialmente los más pobres”… “¿Se ha usado el mayor gasto para equipar mejor las aulas en los últimos años? Al contrario. El gasto en materiales y reparaciones ha disminuido”… “Mientras no se corrijan las causas de su ineficiencia e inequidad, de poco servirá gastar más”.
En esa misma línea lo que seguramente los funcionarios del MEF se preguntan es si el Ministerio de Educación hubiera recibido los $1,141 millones de aumento para el 2005 en lugar de los $36 millones asignados, ¿tendríamos alguna garantía de que la educación peruana hubiera dado un salto cualitativo en su calidad? La respuesta es: “ninguna”. Una parte se hubiera ido en aumentos de sueldos docentes y gastos de gestión que no guardan correlación con mejores desempeños de los profesores y alumnos. Otra parte en una infinidad de currículos, planes, proyectos, capacitaciones, asesorías y consultorías sin mayor impacto en el aprendizaje de los alumnos. Una pequeña parte se hubiera ido en infraestructura y mobiliario que si bien protegen la vida y salud de los niños y mejoran las condiciones de trabajo, tampoco tienen un impacto decisivo en los aprendizajes. Quizá lo invertido en materiales didácticos y libros hubiera tenido mayor impacto, aunque si no aseguramos que dispondremos de docentes calificados, tampoco hubiera producido una mejoría en los resultados de las pruebas nacionales de matemáticas y lenguaje. En todo caso, esos dos últimos rubros pese a ser los más efectivos siempre reciben el menor porcentaje del aumento.
Cuando se les pide cuentas a los funcionarios del Ministerio de Educación para que expliquen porqué pese a los esfuerzos no logramos dar saltos en la calidad suelen decir “no se puede porque… (infinidad de excusas burocráticas)”, “eso corresponde a otro sector”, “no hay una norma que permita que…”, “eso depende del MEF”, “eso esta amarrado con la cooperación internacional”, “si hacemos “x” nos enjuician”, “la ley del magisterio impide”, etc.
Por tanto, lo que deberían hacer urgentemente el Ministerio de Educación y el Congreso es una simulación sobre el funcionamiento real del sistema educativo contrastado con una imagen óptima, para identificar los nudos, trompos, trampas y corto-cicuitos administrativos, legales, sectoriales y las carencias o deficiencias en los recursos humanos que impiden alcanzar las metas. Por ejemplo, si quisiéramos lograr que los alumnos peruanos al egresar de primaria lograran desempeños escolares similares a los que se obtienen en Europa o Asia ¿qué hace falta? ¿qué inversiones, procedimientos burocráticos, eliminación de duplicidades, precisión de prerrogativas de decisión, desbloqueos legales, normas, articulaciones intersectoriales, calificación de recursos humanos, etc. permitirían asegurar que todo niño nazca sano y llegue al primer grado en óptimas condiciones para sacar provecho de su escolaridad, y egrese del 6to grado a la par de los asiáticos?. Identificado eso, se requiere la respuesta sobre cómo asegurar que cada dólar invertido produzca un aumento en el aprendizaje de los alumnos, y con cuánto dinero y en qué plazos alcanzaremos las metas. En ese momento, se podrá abrir el caño y toda la sociedad apoyará con gusto.