Después de invertir centenas de billones de dólares en instalar computadoras conectadas a internet en los colegios de Estados Unidos, cada vez hay más voces calificadas que se preguntan si toda esa inversión tuvo sentido y cómo medirlo. Las mediciones convencionales de rendimiento no acreditan mejoras en los logros escolares o puntajes en pruebas estandarizadas desde que se usan las computadoras. Lowell Monke sostiene además que el énfasis en las computadoras ha quitado recursos y atención al desarrollo personal y creatividad de los niños y jóvenes que son tan o más necesarios que el mismo dominio de la tecnología de la información. (“The Human Touch” en www.educationext.org/20044/10.html )
Las computadoras pueden inundar a los niños con montañas de información, pero que produce un mismo tipo de aprendizaje a través de símbolos abstractos y descontextualizados, que confunden y distraen la mente con datos estériles y desconectados pese a lo cual demandan reacciones rápidas frente a ellos, que quedan desconectados de la experiencias física directa que es central para el aprendizaje de los niños. La tecnología tiene una ambiguedad capaz de promover algunas capacidades y atrofiar otras (ampliación y amputación).
Por ejemplo con una calculadora hacemos calculos rápidos y precisos, pero a costa de atrofiar las capacidades para el cálculo mental. Los programas de computadoras pueden ser muy efectivos para enseñar a los niños a deletrear y construir palabras, pero perdiendo la conversación cara a cara que es fundamental para el desarrollo de las habilidades comunicaciones orales y escritas. Estas usualmente fuerzan al niño a formar sus propias imágenes que conectan el lenguaje que escucha con el que encontrará escrito, y conectan lo que leen con su entorno (Por eso es tan importante leerles y contarles cuentos a los niños). Un estudio de U.S. News & World Report muestra que los niños de esta generación están expuestos 1/3 menos del tiempo a conversaciones escolares cara-a-cara que la generación de hace 30 años.
El argumento de que un niño necesita empezar “cuanto antes” a desarrollar las habilidades informáticas que serán relevantes para los estudios superiores o el mundo laboral no se sostiene con la cantidad enorme de gente a la que le basta un año para aprenderlas y dominarlas (podría ser el último año de secundaria).
Por otro lado la tecnología de la información compromete al alumno con nuevos valores basados en la creencia de que las soluciones a los problemas están fuera de uno mismo. Estrategias externo-personales como el empoderamiento, estándares, productividad, dejan de lado las estrategias intra-personales como la introspección, sabiduría, carácter, imaginación, creatividad y búsqueda de sentido a las cosas que antes eran la esencia de los valores de la educación. Las pruebas estandarizadas están sustituyendo los juicios humanos como medio para resolver las cosas.
La respuesta ponderada a estas críticas es balancear el uso de las computadoras con las experiencias concretas y reales. Sin embargo si tomamos en cuenta la cantidad de horas que los niños pasan fuera del colegio viendo TV o con las computadoras en el mundo de lo abstracto, virtual, mecánico, artificial, encontramos que el balance adecuado obliga a la escuela a poner mucho más énfasis en las experiencias reales que en las virtuales.
No nos equivoquemos, las computadoras tienen mucho para ofrecernos, pero eso puede lograrse concentrando su uso en los grados superiores, con lo que se pueden liberar recursos para que en los grados menores ese hagan más actividades que llenen a los niños con experiencias concretas con el medio ambiente real.
Los profesores no deberían empujar a los niños a asumir que la tecnología debe predominar sobre lo humano. Lo que deberían hacer es integrar en el currículo una alerta tecnológica que les permita pensar sobre el impacto de la tecnología en la vida humana más que simplemente adiestrarlos en el uso de la tecnología. Los más serios problemas que afectan a nuestras sociedades –dogas, violencia, racismo, pobreza, disolución familiar, guerras- todos son asuntos humanos. Llenar los colegios con computadoras no va a ayudar a encontrar las respuestas sobre porqué las naciones más libres del mundo tienen tanta gente en las cárceles y porqué las naciones que gozan del mayor bienestar económico condenan a un sexto de su población a la pobreza.
Moraleja: en esta era de una creciente artificialidad los niños necesitan primero meter sus manos profundamente en lo que es real; en esta era de comunicaciones rapidísimas es crucial que los niños se tomen el tiempo para desarrollar sus voces internas; en esta era de poderosísimas máquinas, tenemos que enseñar primero a nuestros niños a usar los increíbles poderes instalados en su propio mundo interior.