El Ministerio de Educación tiene 180 días para reglamentar la Ley de Carrera Pública Magisterial. A juzgar por los plazos para reglamentar otras leyes, serán 180 días muy flexibles. En todo caso, se promulgaría recién en algún momento del año 2008. Hablando de manera optimista, a fines del 2008 se haría la primera evaluación de profesores para la transición a la nueva carrera pública magisterial. Esa evaluación daría lugar a un primer ingreso de maestros a los primeros niveles de la carrera magisterial. El maestro que salga mal en la evaluación deberá repetirla a fines del 2009 y luego la tercera vez a fines del 2010, a puertas de la campaña electoral del 2011. ¿Se atreverá el gobierno aprista a despedir a los maestros -así sean pocos- que hayan salido desaprobados por tercera vez para encender la pradera electoral con el argumento sutepista de la pérdida de la estabilidad laboral? No olvidemos que electoralmente no pesarán tanto los aumentos de los que hayan ascendido como el peligro del despido de los que hayan desaprobado. Con esto en mente, caben dos posibilidades. Que el ministro Chang apure la elaboración del reglamento para que esté listo este mismo año y dé cabida a una primera evaluación de maestros en diciembre del 2007, para que los eventuales despedidos sean anunciados a fines del 2009 (dándole tiempo al gobierno para demostrar que es capaz de hacer una evaluación adecuada y que los pocos despedidos realmente tienen desempeños muy mediocres), o diferir el proceso para que la primera acción de despido ocurra a fines del 2011, pasando la brecha electoral y dejándole el encargo al siguiente gobierno, con lo que el APRA saca las manos del fuego. Sea cual fuera la decisión política del gobierno, resulta absolutamente fundamental y decisivo establecer un sistema de evaluación «suficientemente bueno y convincente» como para que todos lo entiendan y acepten por su efectividad y objetividad. Para ello convendría ir preparando los ensayos pilotos de evaluación de docentes que inspiren confianza, superando la creciente frustración que ya trae el sistema de capacitación de docentes recientemente implementado, que ha resultado improvisado y muy poco productivo. Junto con ello, el gobierno debe dar los pasos iniciales para incorporar a los profesores a la nueva carrera pública magisterial, para que la promesa de que será una carrera estimulante de la meritocracia se vea reflejada en los primeros ascensos y consecuentes elevaciones de remuneraciones.