Las leyes de educación y universitaria establecen que es requisito para ingresar a la educación superior haber culminado la secundaria. En consecuencia, el Ministerio de Educación acertadamente ha prohibido a los colegios que entreguen información sobre el orden de mérito de sus alumnos (que utilizan las universidades para promover los ingresos anticipados) hasta que terminen la secundaria. Que las universidades quieran evaluar adelantadamente a sus futuros ingresantes no tiene por qué obligar a los colegios a acreditar anticipadamente quiénes son los mejores alumnos para que sean capturados prematuramente por alguna universidad, que así los desanima de buscar otras alternativas. Ocurre que estas evaluaciones de ingreso afectan a los alumnos de 5to año, porque los desincentiva de ocuparse de los quehaceres propios de la vida escolar, cosa por la que debe velar el Ministerio de Educación.
Las universidades sostienen que la admisión anticipada busca darle ventajas a los mejores alumnos. No entiendo cómo es que esas mismas ventajas no se las pueden dar a partir de enero, una vez que hayan terminado la secundaria. Lo cierto es que las universidades no están pensando en lo que es mejor para los postulantes, sino en su propia conveniencia y negocio. Esto ocurre con las universidades privadas, tengan o no fines de lucro -que están a la búsqueda de los mejores alumnos de colegios de alta paga-, y con las universidades públicas, a quienes el ciclo preuniversitario para escolares de 5to. de secundaria les genera importantes ingresos. Si de veras les interesaran los postulantes, les darían la tranquilidad mental y emocional necesaria para cerrar el ciclo escolar y para completar los rituales de finalización y transición hacia la siguiente etapa de estudios.
Estas universidades cuentan con facultades de sicología y educación. ¿Les habrán preguntado las comisiones de admisión a sus sicólogos y pedagogos si desestabilizar a los alumnos de 5to de secundaria con esta oferta de ingreso anticipado es bueno para la estabilidad emocional y la eficiente dedicación a los estudios mientras están culminando el colegio? Me llamaría la atención que lo hubieran hecho, porque una respuesta positiva atentaría contra el más elemental sentido común educativo.
Es posible que varias universidades busquen la forma de esquivar esta norma. Ojalá que las más decentes, cuyas autoridades postulan la importancia de las dimensiones éticas y legales del ejercicio profesional, acaten lealmente esta norma.