Me suele impresionar mucho ver un médico fumando. Tiene todo el conocimiento sobre el carácter nocivo del cigarrillo, pero aún así fuma. El problema acá no es tener el conocimiento sino la capacidad de actuar en consecuencia. Algo parecido ocurre con la importancia de la educación y el suicidio social que significa no invertir en ella y, además, que el crecimiento económico no vaya aparejado con la reducción de la inequidad y la pobreza. Avanzar en el 2009 ya no será posible, porque el proyecto de presupuesto reduce aún más la asignación a educación del 2.9% al 2.6% del PBI o si se quiere, del 16.3% al 15.9% como porción del presupuesto general (Yamada).

Esto no le augura un buen futuro a la sociedad peruana. Es curioso que los más ilustrados profesionales, empresarios y políticos cuando tocan el tema educativo acuden al pensamiento mágico de quienes creen que aunque no se haga nada importante, las cosas van a mejorar, por chorreo automático o porque Dios se apiadará de los peruanos. Junto con ellos, los vendedores de tecnología alimentan la ilusión de que basta colocar un poco de tecnología en manos de los alumnos para que eso transforme la educación y reduzca la brecha con el Primer Mundo. Si los gobiernos se atreven cada vez menos a intentar un relanzamiento o reforma educativa en serio, porque es políticamente desgastante y económicamente muy costosa, ¿qué haría que se produzca un cambio significativo en la formación de los peruanos para que estén en condiciones de salir de su pobreza, afirmar sus valores cívicos y convertirse en personas más productivas? Todo parece indicar que cualquiera de los candidatos conocidos para el 2011 no se van a atrever a hacer algo serio, porque hasta ahora han estado eludiendo cualquier planteamiento reformista que pueda ser inicialmente impopular y que requiere un tiempo hasta que sus ventajas caigan por su peso. Tendríamos que esperar al 2016. ¿Y mientras tanto?

Si los padres de familia, que constituyen el grueso de los electores, no se empiezan a organizar para hacer sentir su peso, sus hijos lo seguirán pagando muy caro.