Mientras en el Perú el debate sobre la importancia del director y la autonomía escolar recién está apareciendo tímidamente, en otros países como EE.UU. ya es un tema que ha motivado muchas propuestas a partir de las investigaciones que explican el agotamiento de los directores cuando son encargados de funciones para las cuales no fueron preparados y sin contar con las prerrogativas necesarias para ejercer plenamente su autoridad.

Ocurre que en EE.UU. después de una tumultuosa década de reformas, los directores trabajan más horas, viven más estresados y reciben menos agradecimiento y reconocimiento. ¿Hay alguna manera de hacer este trabajo más atractivo? se pregunta Milli Pierce Director del Centro de Directores de la Escuela de Graduados de Educación de la Universidad de Harvard, en comentario publicado en el Harvard Educational Letter de septiembre/octubre 2000.

Allí comenta que hace una década el típico director de colegio primario era un hombre de 45 años, que trabajaba 40 horas diarias y disponía libre la mayor parte del verano para sus vacaciones. Tenía autoridad para resolver sobre el 17% de su presupuesto. Pasaba poco tiempo en clase, y se desempeñaba como una especie de entrenador de profesores. Usualmente aspiraba a seguir ascendiendo en su carrera profesional.

En cambio hoy en día el típico director de colegio tiene 50 años de edad, gana 61,000 dólares al año pero está sometido a una intensa rendición de cuentas. Trabaja cada vez más horas, recibe menos reconocimiento y tiene poco tiempo para estudiar o pensar respecto a las innovaciones escolares. Trabaja 10 horas al día y otras 8 horas en las noches y fines de semana con lo que suma entre 50 y 70 horas semanales, carga que explica el intenso estrés con el que viven. Controla el 26% del presupuesto pero debe rendir cuentas por cada centavo. La mayor parte de su tiempo lo dedica a supervisar a su equipo docente, interactuar con los alumnos, controlar la disciplina de los alumnos y manejar el presupuesto. Puede jubilarse a los 57 años y usualmente lo hace.

Una de las principales demandas de la sociedad que debe atender es la de elevar los puntajes en las pruebas estatales y nacionales de rendimiento. A la par, debe lidiar día a día con las cosas urgentes aunque no importantes que mantienen la marcha institucional. Muchas veces debe quedarse en el colegio hasta la noche para atender las actividades comunitarias que se realizan en horarios vespertinos y nocturnos. Usualmente los directores son contratados sobre la base de períodos de un año y son removidos de sus puestos antes de que hayan podido demostrar las mejoras en las pruebas de rendimiento.

El director además debe tener habilidades para lidiar con la tecnología y sus diversos usos, lo que supone no solo la adquisición de computadoras y software sino el diseño de la planificación necesaria para lograr que la tecnología disponible mejore la enseñanza y la administración escolar.

Cuando los directores son consultados mediante encuestas respecto a su sentir respecto las funciones que tienen se encuentra que están muy agobiados por el “incremento de responsabilidades” en 11 áreas de actividad. El 70% nota un marcado incremento en sus responsabilidades en tareas de marketing, 66% en desarrollo del personal, y también muchos aluden a responsabilidades adicionales en la supervisión y evaluación de su equipo, involucramiento de profesores para mejorar la enseñanza, orientar el trabajo en equipo, enseñar mediante proyectos, etc. Pese a todas estas responsabilidades, resulta paradójico que la mayoría de los directores tienen poca ingerencia en las decisiones respecto a qué profesores contratar, ya que esa tarea usualmente la realiza la oficina central distrital.

Hay quienes proponen que los colegios tengan dos autoridades centrales: el director pedagógico y el director administrativo que dependería del anterior. Por otro lado, se plantea que podría favorecer la motivación de quienes convenga que acepten esta función el tener metas bien articuladas, exigir la rendición de cuentas pero dándole al director más autoridad y libertad de acción, más apoyo por parte de los supervisores, debida protección frente a las infaltables interferencias políticas, y especialmente una selección más cuidadosa de quienes evidencien ser más capaces pero se muestran resistentes a aceptar estos cargos. No basta saber qué director es el adecuado. Hay que conseguir a quienes puedan desempeñar esa función..

REFLEXIÓN

Hay una gran preocupación en EE.UU. porque gran parte de sus 93,000 directores andan muy frustrados y con ganas de retirarse. Obviamente eso no alienta a los educadores más jóvenes para asumir el reto de convertirse en rectores. ¿Cómo hacer para atraer y retener a la gente más capaz para esta función de directores?

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