León Trahtemberg es un reconocido educador y comentarista radial. A punto de iniciarse un nuevo año, lo buscamos para pedirle una evaluación sobre la marcha del Gobierno. Su diagnóstico resulta particularmente revelador: mucha incidencia en lo económico, escasísimo impulso al desarrollo social de los peruanos más necesitados. Una peligrosa ecuación que nos puede llevar a escenarios sociales complicados. Lo peor, sin embargo, es que Trahtemberg no ve propósito de enmienda hacia el 2008.

Por Enrique Patriau
Fotos: Melissa Merino

–Se acaba el 2007 y quería pedirle, primero, una evaluación de lo que se ha avanzado este año en educación.

–Si se evalúan aisladamente cada una de las medidas que el Gobierno anuncia, todas tienen sentido. Por ejemplo, evaluar a los alumnos, repartir libros, agregar una hora de clases diaria, crear una carrera
magisterial y otras. Pero todo eso no mejora la calidad de la educación. Quiero decir, si las medidas no se toman simultáneamente y no se empuja hasta el final, entonces no vamos a ningún lado.

–No se mejora el rendimiento de los alumnos.

–Para que un alumno rinda bien, hay factores que no tienen que ver con la escuela: nutrición, crianza, estimulación temprana. Pero otras cosas sí: equipamiento, infraestructura, maestros bien formados y actualizados…

–Lo de los maestros es clave.

–Es un factor principalísimo. No hay manera de sustituir a un buen maestro.

–Ni con una computadora.

–Ni con aulas electrónicas. Si no hay buenos profesores, el alumno no aprende, no se compromete yse queda estancado. Ahí tenemos un problema muy severo, pues el nivel de deterioro de los maestros en su formación y en su preparación pedagógica es tan serio que ninguna capacitación de corto plazo, como las que está dando el Ministerio, va a mejorar su calidad. Tenemos que ir forjando una nueva generación de maestros.

–Da la impresión de que este Gobierno ha sido más frontal con el Sutep que los anteriores.

–Con el Sutep el enfrentamiento siempre será inevitable. Es verdad que el ministro de Educación, José Antonio Chang, entró con mayor fuerza a contener al sindicato. Pero, de nuevo, ¿cuánto de eso impacta en la mejora del sistema? La educación en el Perú tendría que llegar, en un lapso de dos a tres años, a un nivel comparable a lo que ocurre con nuestros países vecinos. Acá no se termina de entender que sosteniendo el piso no levantamos el techo. Alfabetizando a los analfabetos no formamos a los técnicos y científicos que van a crear patentes, que van a permitirle al Perú competir de igual a igual en el mercado mundial de bienes y servicios. No basta con decir: no vamos a seguir cayendo. Y tampoco basta con diseñar un plan que rinda algunos frutos a 20 años.

–¿Hay muy poca ambición?

–Y escasa visión como para adoptar medidas que a cuatro o cinco años permitan vislumbrar a un país que asoma la cabeza en el mundo gracias a su educación.

–Este Gobierno no es visionario.

–Es de corto plazo. Todas sus medidas son más de lo mismo. No hay gran diferencia entre lo que se propone ahora y lo que se propuso en regímenes anteriores. ¿Qué cosa que haya planteado el APRA es nueva? Yo no
veo nada.

–El presidente García habló de levantar del 15% al 30% el promedio de comprensión de lectura en los alumnos de primaria.

–Claro, ahora uno de cada siete comprende lo que lee y se quiere que la proporción sea uno de cada tres. ¿Y todos los demás? ¿Van a seguir formándose en la escuela para no saber nada ni saber hacer nada? Levantar de 15% a 30% el promedio de comprensión de lectura en primaria, ¿qué sentido tiene considerar eso un éxito, una meta? Algunos dirán que es el doble, pero ojo: nos estamos contentando con seguir formando analfabetos. ¿Qué va a pasar con ese 70% de alumnos que llegará a cuarto, quinto y sexto de primaria sin saber leer?

Falacia al descubierto. “No hay evidencia para sostener que nuestros chicos van a aprender mejor lenguaje o matemáticas porque usan computadoras”.

–¿Cree posible que haya un cambio en las metas? ¿Qué haya mayor ambición desde el Gobierno?

–No veo indicios. En el Perú hay unos 300,000 maestros y se han capacitado a 33,000. Aun suponiendo que la capacitación haya sido sobresaliente y la respuesta de los maestros espectacular, supuestos casi esotéricos, el resto no ha pasado por ese barniz. Entonces, tenemos que en el 2008 unos 7 millones de alumnos van a estar a cargo de profesores con problemas de formación y que ni siquiera han accedido a una capacitación de dudosa calidad. ¿Por qué las cosas tendrían que ser distintas en el 2008? No veo cómo.

–¿Por qué lo de las computadoras para los niños no es un avance?

–Usted debe conocer colegios que tengan computadoras. ¿Todos son buenos alumnos? ¿Hay diferencia entre cuán buenos eran antes y después de las computadoras?

–Pero existe una brecha tecnológica que sí se debe intentar cerrar.

–Es que son dos cosas distintas. Si lo que se plantea es darles a los niños acceso a los códigos de la modernidad, por supuesto que es una gran cosa. Pero si me dicen que gracias a las computadoras nuestros chicos van a aprender mejor lenguaje o matemáticas, áreas en las cuales son casi analfabetos, pues no existe ninguna evidencia de que ello vaya a ocurrir así. Tener una computadora es como tener un televisor o un celular. Acceder a los códigos del siglo XXI está bien para todos los peruanos, sin embargo, eso no mejora la calidad de la educación. Eso no se ha probado en ninguna parte del mundo.

DESARROLLO SOCIAL: A LA DERIVA

–Empecé hablando de educación porque es su especialidad y porque es el reflejo de lo que es un país.

–La educación permite la movilidad social. Si us

ted, persona pobre, ni siquiera tiene la posibilidad de una buena educación, está condenado a quedarse en la pobreza. Y eso tiene una implicancia política enorme, porque de todas las personas que descubren que no existe ninguna manera legal o formal de salir de su situación, una parte siempre dirá: este Estado no sirve, hay que hacer otro. En ese sentido, me parece que el escenario de las elecciones del 2011 será muy parecido al del 2006.

–Y este Gobierno no ayuda mucho a que esa sensación de descontento general desaparezca.

–Lo que veo es que el presidente García y el APRA han perdido el temor de alinearse con las tendencias más liberales de la economía de mercado. Incluso, el propio García y el primer ministro, Jorge del Castillo, critican de tanto en tanto a la izquierda, aunque nunca los he escuchado criticar a la derecha.

–Eso lo hizo solamente en su campaña electoral.

–Efectivamente, propuso una especie de equilibrio entre el desarrollo económico y el social. Incluso su resistencia a firmar el TLC tenía que ver con este mensaje.

Verdad. “AGP se muestra tímido para impulsar el desarrollo social. Sus metas son muy modestas”.

No obstante, los hechos demuestran que el Presidente le ha echado mucha gasolina a todo lo que implique impulso económico, llámese inversiones o acuerdos comerciales, pero se muestra muy tímido en echarle combustible al desarrollo social. Y esa timidez lleva a que las metas sean muy modestas. El Gobierno primero se planteó bajar la desnutrición infantil de 24% a 20% y luego, tras las críticas, a 16%, cifra que sigue siendo poco ambiciosa. Así, en el Gobierno aprista se considerará adecuado que durante su quinquenio 600,000 niños se conviertan en desnutridos crónicos. La redistribución de la riqueza se obtiene con buenos programas de salud y educación. Y eso es lo que no se está haciendo.

–El privilegio por lo económico ayuda a entender la cercanía del APRA con los sectores políticos más conservadores del país. Eso está claro.

–En estos momentos son afinidades naturales para el APRA. Ahora, le digo algo: no me parece mal que haya un gran partido o frente de derecha. Lo que me llama la atención es que el APRA se avergüence de reconocerse como tal. Si el modelo aprista, muy afín al del PPC, no es de derecha, ¿entonces qué es? Todos niegan ser de derecha en el Perú. ¿Cuál es el problema? Me preocupa esta suerte de pecado original, que consiste en avergonzarte y en no reconocer tu identidad. Claro, sí creo que un partido debe implementar lo que ofreció en campaña y me parece de mal gusto que los apristas, pese a haber persuadido a los peruanos de que su prioridad era el desarrollo social para producir bienestar y equidad, hayan colocado ese tema clave al final de la agenda.

–Bueno, eso no es exclusividad aprista.

–Y por eso estamos como estamos. Por eso el Perú tiene 50% de pobres, 25% de desnutrición infantil y por eso la educación peruana marcha en la cola del mundo.

–Cuando se puede ser de derecha y poner énfasis en el desarrollo social.

–Por supuesto. Si usted es un liberal y no apuesta por los recursos humanos, por la gente, está en otro planeta. Todo lo que se haga para mejorar la economía tiene que estar amarrado con una redistribución que se refleje en salud, educación y nutrición. Esa parte del discurso liberal se ha ignorado totalmente. Pasó con Fujimori.

–Y está pasando ahora.

–Ese es el reclamo general: ¿y dónde está la voluntad política y la creatividad del Gobierno para apostar por el desarrollo social a la par del desarrollo económico? El dato del Foro Económico Mundial que dice que el Perú es el país 15 en ofrecer mayor protección a las inversiones y el 131 en proteger a la infancia que va a primaria revela esa realidad: respaldas a la economía pero abandonas lo demás.

–Aunque Del Castillo ha dicho que el Gobierno pasará ahora a una etapa de mayor gasto social.

–Pero cambia a todos los ministros sociales, excepto a Chang. Esa dicotomía se siente: a los sectores que tienen que ver con la inversión, los empujas, los respaldas, y a los que tienen que ver con temas sociales los aguantas. Y quizás el ejemplo más paradigmático sea el de Forsur, y vaya usted a ver cómo siguen Ica o Pisco. Lo que el Gobierno nos está diciendo es que los sectores que tienen que ver con el desarrollo de los pobres no le interesan, no están en su agenda.

–¿Considera posible que ello cambie hacia el 2008?

–El presidente García no es tonto. Sabe que su popularidad ha bajado y que tiene que hacer modificaciones. Empezó con los ministros sociales aunque, la verdad, no veo cambios de políticas en el horizonte. Un Gobierno tiene el derecho de buscar ministros más eficientes, pero si el programa no funciona, pues seguiremos en lo mismo. El gran problema es que a García jamás le he escuchado decir: me equivoqué, evalué mal. Y se rodea de gente que básicamente aplaude lo que hace. Es evidente que en lo social hay serios problemas que no están siendo analizados, atendidos y atacados, lamentablemente.