En el último tiempos, la imagen de los maestros se ha visto afectada por diversas razones: porque se les considera los culpables naturales del mal rendimiento de los alumnos en las pruebas internacionales y nacionales, porque al salir los líderes sindicales a la guerra contra las evaluaciones se ganaron una mala imagen ante la opinión pública, por la oposición a la recientemente promulgada Ley de Carrera Pública Magisterial, por la asociación que hay entre magisterio y huelgas que perjudican a los alumnos, por la incompetencia que detectan individualmente los padres de familia en algunos maestros que enseñan a sus hijos, y podríamos seguir con decenas de razones más. Como en todos los temas, cuando la crítica sucesiva por diversas razones agarra cuerpo, se tiende a generalizar.

En este caso, se estereotipa a los maestros (casi como a los políticos) por pertenecer a un gremio que colectivamente merece la censura ciudadana. Esto le hace un flaco favor a decenas de miles de maestros que con mucha vocación de servicio, amor a los niños y dedicación responsable, se esfuerzan día a día a dar lo mejor de sí mismos en aras de lograr que sus alumnos salgan adelante en sus vidas. Estos maestros además de enseñar, estimulan la formación de habilidades, trasladan conocimientos y proporcionan técnicas que permiten que los sus alumnos en formación adquieran el bagaje indispensable para seguir aprendiendo. Así, les ayudan a hacer la transición entre el mundo privado del hogar al mundo público de la comunidad de ciudadanos. El maestro a través de su interacción con los niños y adolescentes les proporciona modelos de vida, inspira sus vocaciones, abre sus horizontes, marca sus estilos, descubre sus recursos internos, refuerza sus aptitudes con lo que trasciende largamente a la tarea académica, didáctica o curricular.

Todo adulto lleva consigo las huellas que dejaron en él los personajes de su mundo familiar pero también los del mundo escolar, que lo marcaron y acompañan continuamente en su vida, haciéndose notar tanto en su propulsión hacia el triunfo como en el lastre que arrastra hacia el fracaso. Sin duda, los maestros dejan huella, y si la sociedad quiere que los maestros sigan aportando positivamente a la brega educativa, tiene la obligación de estimularlos reconociendo sus méritos y aportes. De eso se trata el concurso nacional “El maestro que deja huella” que acaba de convocar Interbank a nivel nacional, en el que con gusto participo como asesor –junto con Roberto Lerner y Hugo Díaz- y aquí ayudo a difundir. Qué reto más interesante para un columnista que todo el tiempo reclama más atención para la educación, que la de motivar a los interesados a participar de un concurso como este. El asunto es muy simple: cada institución educativa que sienta que entre sus filas hay “un maestro que deja huella” y quiere hacerle un reconocimiento, puede participar llenando un formulario que se encuentra en las UGELes y las oficinas o tiendas de Interbank en todo el territorio nacional. Se trata de documentar de manera sencilla las razones que llevan a proponer al elegido y postularlo como ganador del concurso. Podrán referirse a cualquier profesor en ejercicio, en las diversas disciplinas, que laboran tanto en Educación Inicial como Primaria, Secundaria y Especial, de instituciones educativas públicas, urbanas o rurales, en todo el territorio nacional.

De cada una de las 204 UGELES saldrán 2 ganadores, es decir 408, que un jurado de asesores reducirá a 26 –uno por departamento, que será premiado con una computadora- para que finalmente el jurado de la final escoja al ganador. Este se hará acreedor a un departamento y un automóvil, mientras que el colegio en el que trabaja recibirá bienes por 5,000 dólares. El jurado de la final estará integrado por Patricia Salas O´Brien, Presidenta del Consejo Nacional de Educación; Andrés Cardó Franco, ex Ministro de Educación, Director Académico del Centro Peruano de Audición y Lenguaje; Jorge Yzusqui Chessman Ingeniero Industrial, vicepresidente de IPAE; Jesús Herrero, Coordinador General de Fe y Alegría; Américo Baiocchi Chacaltana, ex Director Regional de Educación de Ica; Javier Sota Nadal, ex Ministro de Educación, ex Rector de la UNI, Asesor Educativo de la Cámara de Comercio de Lima. Es decir, un jurado impecable para una misión muy delicada. Con esta actividad, además de hacer un reconocimiento público, se sacará del anonimato a tantos maestros peruanos que merecen que toda la comunidad conozca, valore y aprenda de su ejemplo. Esto se amplificará más aún cuando se publique el libro que recoja todas estas historias, las cuales se darán a conocer a miles de personas que podrán aprender de las iniciativas y los ejemplos de estos maestros que han dejado huella en sus alumnos.

Artículo afin

Esta lectura es absolutamente imprescindible. Ser maestro en el Perú. José Luis JUAN DE DIOS ORTIZ maestro de escuela Rural unidocente del pueblecito Bethania enclavado en las alturas de la provincia de Yauyos del departamento de Lima, a 4970 msnm.

Maestras que dejan huella: To The Nursery Teacher Who Called To Say My Son Had Settled, Thank You

¡Qué belleza! Cómo puede un profesor cambiar la vida de un niño. Benjamin Zander, director de orquesta.

Versión completa: “Dirigir una orquesta es una buena metáfora para la vida”. Benjamin Zander, uno de los directores de orquesta más reputados del mundo. En este vídeo comenta sus ideas pedagógicas y transmite con pasión su amor por la música. Es además autor de varios libros entre los que destaca el best seller ‘El arte de lo posible’.