En la medida que el contexto de la escolaridad cambie, los directores deberán reenfocar su trabajo de tal manera que los colegios puedan cambiar en concordancia con la población a la que sirven. La pregunta es si contaremos con los directores capaces de enfrentar los retos del siglo XXI. Este tema es discutido en el libro “The 21st Century Principal: Current Issues in Leadership and Policy” editado por Milli Pierce y Deborah Stapleton, del Harvard Principals Center, 2002. Allí se plantea algo que rara vez se pone en discusión, y es el efecto del tema demográfico. En la medida que la población de jubilados crezca por la elevación de la esperanza de vida, habrá más necesidad de fondos para pagar las jubilaciones y los gastos asociados para la tercera edad. Para el año 2025 más del 20% de la población de 27 estados de EE.UU. será mayor de 65 años. Dada la reducción de la natalidad, habrá menos abuelos que tengan nietos en los colegios y muchos de ellos, preocupados por sus fondos de jubilación y los requerimientos se la seguridad social para el cuidado de su salud se preguntarán ¿porqué habrían ellos de permitir que se incrementen los fondos públicos para la educación, especialmente si los colegios tiene la reputación de ser tan ineficaces?
A pesar de vivir en un país de opulencia, el número de niños norteamericanos pobres está creciendo y ya llega al 20% de los menores de 18 años. El país se está dividiendo cada vez más por razones de clase más que de raza. ¿Cómo se educará a todos estos niños para que alcancen un alto estándar de calidad? ¿Cómo se convencerá a los contribuyentes de la importancia de invertir más en los niños? Los directores y sindicatos magisteriales deberán ser concientes que difícilmente habrá más dinero para la educación pública y aún así ofrecer calidad.
Las escuelas públicas deben saber que si no responderán efectivamente a estos retos, perderán su derecho a la escuela pública y serán responsables de su transformación en “charter schools”, colegios parroquiales y academias privadas. Estas opciones se concretarán a través de los vouchers y los créditos contra impuestos. En la escuela pública quedarán solamente aquellos que no tengan otro lugar al que ir.
Resulta inevitable entonces preguntarse cómo se puede mejorar la educación pública. Una manera es darle más autonomía a los colegios y a los directores para contratar y despedir profesores, teniendo en la línea de mira la mejor calidad de la educación que pueda ofertarse, sobre la cual hay que rendirle cuentas a la comunidad.
La única manera de apostar por la transformación de la escuela es contar con líderes que puedan tener una visión para 5 a 10 años plazo. ¿Cómo atraer a esta gente a la docencia? En EE.UU. un joven talentoso que obtiene un puesto de profesor principiantes gana 30,000 dólares al año, mientras que un talentoso abogado principiante puede ganar 150,000 dólares al año. Si se quiere trasmitir el mensaje que la docencia es importante habrá que modificar significativamente las escalas salariales.
Se necesita una estructura de educación que pueda atraer la excelencia y una mayor conexión entre las políticas sociales y las políticas educacionales. Hay que tomar en cuenta que 40% de los directores de EE.UU. se retirarán en los próximos 3 años. ¿Cómo se va a reconstruir esta fuerza? Se pide a los directores del siglo XXI hacer más y más, pero ese trabajo se ha vuelto uno de los menos ambicionados. Hay más trabajo, menos tiempo libre, sacrificios de la vida personal para pasarse 80 horas semanales en la escuela, para llegar a ganar en el mejor de los casos unos 90,000 dólares al año. Las conclusiones son evidentes.
Para hacer un buen trabajo los directores deberán ser hábiles y capaces de crear fuertes equipos de trabajo, muy comprometidos con el proyecto de la escuela. Es decir, más que instructores se requerirá de maestros que compartan el liderazgo del director para dirigir el colegio. Sin ellos el director simplemente no podrá hacer todo lo que se espera de él, lo cual se expresará en un desempeño mediocre. Además, debería tener un asistente que le descargue buena parte del trabajo administrativo para poder dedicarse a lo esencialmente pedagógico.

REFLEXIÓN

No olvidemos que las escuelas están construidas sobre la base de sueños y esperanzas. Una vez que las esperanzas empiezan a desvanecerse por erradas medidas políticas, restricciones y falta de fondos, les estaremos negando a los niños sus sueños.