Elegir la carrera correcta

EN BUSCA DE TU DESTINO
No es fácil escoger una profesión en la cual desempeñarnos por el resto de nuestra vida laboral. SI tiene un hijo a punto de enfrentar esta difícil elección, lea este artículo, para saber cómo ayudarlo a tomar la mejor decisión
Por León Trahtemberg

Los oradores les dicen a los jóvenes que están reflexionando y explorando sus opciones vocacionales en la secundaria o en sus primeros años universitarios: “sigue tus sueños”, “busca tu pasión”; pero no les dicen “prepárate a sufrir”. Hazte a la idea que podrías tener que renunciar al patrón de carrera que tu familia y tú se trazaron en algún momento y a los estudios o credenciales eventualmente ya acumulados para descubrir la actividad que realmente te apasiona. Seguir tu pasión implica casi por definición tener la capacidad de renunciar en distintos momentos a lo ya recorrido. Pero tu pasión no necesariamente la descubres en la infancia. Muchas veces necesitas recorrer experiencias diversas para encontrar aquella que enciende los motores internos de tu pasión.

Parece ser que estamos ante la generación pos-emocional de jóvenes que prefieren evitar sentimientos que parecen ser muy caóticos o poderosos, que podrían implicar hacer exploraciones de actividades inusuales, procurando en cambio seguir los patrones convencionales que parecen darles más seguridad y calma. Evitar las aguas turbulentas -pese a que ayudarían a decantar las verdaderas capacidades de c/u- y preferir las aguas tranquilas. Quién sabe un buen arquetipo de esta búsqueda de encontrar sentido a la vida lo encontramos en la Odisea. Tras diez años de lucha en la Guerra de Troya, Ulises vuelve a casa a la isla de Ítaca donde poseía el título de rey y lo esperaba su esposa Penélope. Pero esa travesía le toma otros diez años en los que Ulises tiene que poner a prueba toda su inteligencia y astucia, con la ayuda de la diosa Palas Atenea (hija de Zeus) para lograr escapar airoso de una serie de retos y problemas que le plantean los obstáculos y monstruos a los que debe enfrentar por el designio de los dioses. Pero curiosamente esa misma Atenea que lo protege en sus jornadas de lucha es la que al inicio le mandó las tormentas que lo apartaron de su rápido retorno, con el objeto de que ponga en juego hasta el límite sus capacidades y encontrarse a sí mismo. No se trata de que nuestros hijos demoren necesariamente diez años en ese proceso, pero la alegoría ilustra las fortalezas y pasiones que se descubren cuando uno se sobrepone a todo tipo de obstáculos para clarificar sus metas.

ESTRATEGIA: VACACIONES

Una de las estrategias que podrían permitir a los jóvenes encontrarse a sí mismos es tomarse un descanso y hacer un alto en ese (inexorable) patrón cultural heredado de las expectativas familiares que empujan al escolar hacia los 16 años a escoger su carrera y universidad y ni bien terminan el colegio ingresar a ella para hacer su grado y maestría. ¿En qué momento el joven tuvo el espacio y tiempo suficiente para confrontar sus verdaderos intereses y descubrir su pasión fuera de los rígidos marcos y parámetros pre establecidos por su familia y el sistema educativo? No lo tuvo. Y luego descubrimos que no supimos sumar 1+1. Veamos.
1. La felicidad está relacionada con la capacidad de hacer lo que a uno le apasiona, lo que significa que uno debe haber descubierto su pasión para ser feliz en su profesión y trabajo
2. Un alto porcentaje de estudiantes que ingresan a la universidad descubren que lo que hacen no los motiva y cambian de carrera o universidad algunas veces hasta culminar.
3. Un alto porcentaje de alumnos evitan el estudio intenso en la universidad. Parecen desmotivados, apáticos, sobrevivientes que desean pasar como sea para terminar
4. Hay crecientes números de estudiantes universidades que sufren de ansiedad, angustia, depresión, porque no le encuentran sentido a lo que están haciendo. A no pocos les pasa lo mismo después de graduarse y empezar a trabajar: al cabo de un tiempo miran hacia atrás preguntándose ¿valió la pena todo eso?
5. Así como las madres tienen una depresión pos-parto, los jóvenes tienen una depresión pos-colegio, producto de los cambios en su autoimagen y rol familiar, relaciones sociales y amicales, organización del tiempo y rutina diaria, preocupación por su capacidad de ser un buen estudiante o haber escogido bien su carrera, deseos de no fallarle a sus padres, etc. Sin duda, no es el mejor momento para tomar decisiones cruciales para sus vidas.
En Estados Unidos, Europa, Israel, es muy común que los estudiantes posterguen su ingreso al College hasta después de cumplir con el servicio militar o hasta después de haber viajado o juntado dinero trabajando.
Regresando al meollo del artículo, nuestros hijos probablemente vivirán algunas décadas más que nosotros gracias a los avances de la medicina moderna. Tratemos de imaginarnos qué significa sentirse aburridos, vacíos y desmotivados con lo que hacen versus sentirse apasionados y realizados con sus profesión y trabajo. La diferencia entre uno y otro puede estar en nuestra actitud respecto a los respiros que necesitan tomarse de tanto en tanto para reordenar sus pensamientos e intereses, y el respeto a sus decisiones habida cuenta que ellos no son una prolongación de sus padres, ni los realizadores de los sueños familiares, ni los responsables de darle continuidad a los negocios de sus padres, sino que son personas independientes y diferenciables que tienen que encontrar su propio camino en la vida.

 

¿No tendría acaso más sentido abrir un paréntesis entre el colegio y la universidad de uno o dos semestres para hacer cosas que no tienen nada que ver con la ruta académica, conocer mundo, trabajar, conocer gente, confrontar realidades y clarificar mejor qué es lo que realmente quieren estudiar o hacer en su vida? ¿Tiene sentido pedirle a un adolescente en secundaria que defina que hará el resto de su vida, cuando dos o tres años después será una persona totalmente diferente?. Quizá más sentido tenga decirle tómate un tiempo para descubrir lo que quieras hacer, y luego escoge la ruta que te conduzca hacia eso.

¿Por qué no? Quizá porque los padres tienen miedo que se vaya a descarrillar en ese año de espera, pero tal vez como Ulises sea bueno que atraviese circunstancias turbulentas para encontrar su camino.

NO HAY APURO

Así, cuando inician sus estudios a los 20-23 años llegan mucho más maduros y esclarecidos que cuando estaban en el último año de secundaria. Claro que esto implica que los padres de familia deben tener una capacidad de renuncia al deseo de marcarle el camino lineal de vida a sus hijos, reconociendo el valor que tiene un mayor fogueo humano a sus experiencias de vida.

Muchas veces escucho a jóvenes universitarios diciendo que si se cambian de carrera, universidad o si dejan de estudiar un tiempo “mis padres me van a matar”. Esa es una mala señal, porque implica que la búsqueda de su identidad está interferida por los deseos de los padres, que más adelante se convertirán en los chivos expiatorios de las culpas por haberlos obligado a estudiar algo que no lo satisface. “Toma tu título y ahora déjame hacer lo que me gusta” es una expresión frecuente de despecho de jóvenes frustrados que culminaron una carrera que no los apasiona, solo para complacer a sus padres. Quizá lo que tienen que lograr estos jóvenes en este tránsito a la libertad de perseguir su pasión es matar a sus padres (metafóricamente) y romper las ataduras que sienten que los padres les han puesto para impedirles volar en la dirección de sus deseos.

Dicho sea de paso, si los padres fueran conscientes de la importancia de este productivo vacío preuniversitario, habría mucho menos estrés familiar en relación a la carrera que su hijo escogerá estando en la secundaria. Si son conscientes de que no hay apuro y que las cosas caerán por su peso, podrían también moderar sus expectativas respecto a las exigencias escolares con implicancias pre-universitarias.

Se podría asumir este paréntesis entre el colegio y la universidad, y entre el grado universitario y el posgrado, como un período de “vacaciones de la ruta académica” que crea un espacio para clarificar valores e intereses. Así como los médicos y psicólogos recomiendan que en las vacaciones anuales las personas se desconecten de su rutina sea viajando o haciendo alguna actividad diferente a la habitual, abran la mente a otros intereses y actividades, descansen de sus actividades habituales, reflexionen retroactivamente o en prospectiva sobre su vida, etc. debido a que todo eso abona en favor de su salud física y mental, algo similar ocurre con estos paréntesis en la cerrada ruta académica que puede saturar, aburrir, asfixiar, desmotivar al estudiante, si es que no tiene espacios y tiempos para su revisión calmada.

EL CAMINO PROPIO

(versión resumida en la web de Padres http://cosas.pe/padres/tendencias/4438-en-busca-de-tu-destino)

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Una carrera se piensa mejor con el corazón. Optar por un grado para trabajar al terminar la carrera es arriesgado porque las cosas pueden cambiar mucho en tres años