Me chocó mucho leer que hay más afronorteamericanos en edad universitaria en las prisiones que en las universidades en Estados Unidos. Además, el 70% de menores, hijos de madres solteras, son afronorteamericanos. Sólo 35% de los menores afronorteamericanos viven con dos tutores (En las familias, los números son lo que cuenta; George Will, Diario de América, 30/8/2010)

 

El artículo cita a Nathan Glazer (Harvard) diciendo que resultaba paradójico que la elección de Barack Obama coincida con la desaparición del debate público sobe la condición desfavorable de la minoría negra y de la necesidad de legislación que la mejore.

 

Según Glazer, a principios del siglo más de la tercera parte de todos los varones afronorteamericanos jóvenes sin educación superior estaban en prisión. Más de la tercera parte de los alumnos afronorteamericanos nacidos desde mediados de los años 60 que abandonaron el colegio secundario acaban en la cárcel. Las esperanzas de encontrar empleo en el caso de los varones negros jóvenes empeoraron hasta cuando la economía era robusta.

 

Si bien la clase media afronorteamericana ha podido abandonar las zonas deprimidas, los se quedan viven hacinados, con educación deficiente y alto desempleo. Los varones adolescentes se crían sin referencia paterna, con los consecuentes problemas en vecindarios y escuelas.

 

No pude evitar intentar alguna analogía con la procedencia familiar unipaternal, con ausencia de padre y de nivel socioeconómico bajo, que caracteriza a los jóvenes peruanos que constituyen una proporción muy grande de la población de las cárceles peruanas. Casi como si fuera predecible el triple castigo: las familias los maltratan y abandonan, el estado peruano no se ocupa de ellos, y al final de una tortuosa infancia y adolescencia los encarcela varias veces, conforme sus trasgresiones se hacen más graves. Luego, el ejecutivo y el congreso proponen condenarlos a cadena perpetua con el aplauso mayoritario de los peruanos hartos de la inseguridad ciudadana a la que el ejecutivo no da solución.

 

¿No deberíamos hacer un esfuerzo mayor por encontrar un camino alternativo, que empiece comprometiendo a los padres y acogiendo con afecto y servicios estatales de calidad a estos niños maltratados, excluidos y desatendidos?

 

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CADE 1991-2007: 16 años perdidos

http://www.trahtemberg.com/articulos/260-cade-1991-2007-16-anos-perdidos.html