Los seguidores de Robert Huaynalaya, del “Comité Nacional de Reconstrucción del Sutep”, han provocado disturbios en Junín, Ancash, Huancavelica y Ayacucho. A la par, plantearon demandas pidiendo la libertad para los presos políticos, derogar la ley que penaliza la apología del terrorismo y vivas al “Día de la Heroicidad” (matanza de senderistas en los penales).

Huaynalaya utiliza como banderas reivindicatorias la derogatoria de la “Ley General de Educación # 28044”, aduciendo que promueve la privatización y pérdida de la gratuidad de la educación, así como la eliminación de la estabilidad laboral magisterial, con lo que consigue inmediatas adhesiones, especialmente en los sectores más desinformados y empobrecidos.

La pregunta es: ¿en qué se diferencian estos planteamientos de Huaynalaya de los de Nilver López del Sutep “oficial”? En casi nada. Basta leer los comunicados del Sutep. En el II Congreso Nacional Extraordinario del 31/8/2003 acordaron “Rechazar los contenidos neoliberales y el carácter contradictorio y ambiguo de la nueva Ley General de Educación # 28044”, igual que Huaynalaya. Asimismo, ambos se han negado a suscribir el “Pacto Social de Compromisos Recíprocos por la Educación” que elaboró el Consejo Nacional de Educación y asumió el Acuerdo Nacional.

Si bien el Sutep-López ha aceptado desistir de la huelga a cambio de los aumentos, la III Convención Nacional Extraordinaria del Sutep del 29/5/2004 acordó “mantener en tensión y pie de lucha al magisterio y en completa vigencia la posibilidad de realizar la huelga en otro momento, cuando maduren aún más las condiciones para encararla con éxito…” (para producir la renuncia o vacancia de Toledo). Así las cosas, la única diferencia entre Sutep-López y Sutep-Huaynalaya es que López pacta con el gobierno los aumentos salariales para diferir las huelgas.

Quizá llegó el momento para la modernización política del Sutep. Eso significa una profunda democratización de la representación magisterial en su Consejo Ejecutivo Nacional para que no sea un feudo de Patria Roja y un señalamiento categórico de su aceptación de la Ley General de Educación y del Pacto Social de Compromiso Recíprocos, que gozan del respaldo de la clase política peruana. De lo contrario, la disputa entre Nilver López y Robert Huaynalaya no pasará de ser un conflicto de personas que aspiran a dirigir el Sutep y la Derrama Magisterial, pero que plantean básicamente las mismas reivindicaciones.