El COMERCIO ¿Bajo qué modalidades podrían retornar los escolares peruanos a las aulas? Esto dicen los expertos Elías Neyra y León Trahtemberg

El Ministerio de Educación aún no autoriza la vuelta de los escolares peruanos a las aulas, pero el intenso debate entorno a ello abre nuevos frentes. Somos buscó a los expertos en gestión educativa, León Trahtemberg y Fr. Elías Neyra, para que compartan cómo tendría que darse y la importancia de una eventual luz verde sobre el tema.

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Sigue en discusión el regreso de los escolares peruanos a las aulas. El ministro de Educación, Juan Cadillo, señaló en los últimos días, sin establecer fecha exacta, que se podría cumplir con ese objetivo en el último bimestre del 2021. Esto fue lo que declaró a los medios de comunicación que le consultaron ayer sobre el tema: “Buscamos volver a una semipresencialidad segura, flexible y voluntaria. La normativa para este proceso está dada por el gobierno anterior y lo que tenemos que hacer es perfeccionarla”.

Para buscar entender más sobre la necesidad de que los niños, niñas y adolescentes retomen de alguna manera el contacto físico con el colegio, Somos le pidió a dos expertos en gestión educativa y pedagogía, líderes peruanos en el sector, que compartieran sus opiniones y reflexiones sobre distintas aristas de la situación. Así, hablamos con el educador León Trahtemberg y con Fr. Elías Neyra, fundador de la consultora Cala Educación.

Un retorno progresivo

Ha transcurrido casi un año y medio de iniciada la pandemia de COVID-19 y todo parece indicar que esta circunstancia va a extenderse por mucho tiempo más. El Perú, como lo ha informado Unesco, es de los últimos países en abrir las escuelas siquiera de manera semipresencial, por lo que comienzan a sonar cada más fuertes las voces especializadas en demandar alguna acción específica. Coinciden en que este plan debe ser voluntario, seguro y flexible a la realidad de cada comunidad educativa.

Una de ellas es la del reconocido educador León Trahtemberg. Sobre la forma en que debería ser este proceso señala: “Los elementos de bioseguridad serán imprescindibles como punto de partida: personal vacunado, ventilación, distancia, uso de agua y jabón y mascarillas. Sin embargo, no hay necesidad de hacer depender el retorno a los colegios del nivel de contagios distrital, sino del acuerdo del colegio con los padres, lo cual contextualiza cada caso. Sería voluntario y semipresencial. Los alumnos asistirían en grupos reducidos, en forma de burbujas, el número de días y horas que permita la rotación de todos los interesados en asistir. Habrá mucha actividad al aire libre, en deportes y talleres. La modalidad a distancia será parte inseparable de cualquier opción, aún si se retorna totalmente a la presencialidad, porque ofrece una serie de oportunidades que han sido descubiertas y valoradas durante la pandemia que no tienen por qué abandonarse y que agregan eficiencia al trabajo escolar”.

Fr. Elías Neyra, por su parte, considera que son varios factores los que se deberían tener en cuanto sumados a los descritos por Trahtemberg: “Los profesores y el personal administrativo del colegio deben estar vacunados, pero esto no sería ahora un gran escollo porque está ocurriendo. La edad promedio de los primeros en el Perú es 51 o 52 años. Solo el 6% tiene menos de 30, entonces la mayoría ya debería estar protegido. En el Perú existen unos 513 mil maestros y trabajadores educativos. Y unos 200 mil profesores de zonas rurales ya fueron priorizados en junio. Un solo ‘vacunatón’ de fin de semana podría inocular a los que faltan”, explica.

Agrega, además, que no se trata de descubrir la pólvora porque en casi todo el mundo este tipo de acciones ya se está dando. “Una realidad cercana es la de Buenos Aires, que empezaron con clases híbridas hace un mes. Es una realidad parecida a la de Lima. Chile va y viene con la presencialidad. Cierto es que no hay una receta única, pero sí es importante, por ejemplo, que cada director de colegio tenga la autonomía para que, en comunicación con los padres de familia y los profesores, tome decisiones en función a la realidad del centro educativo”.

Neyra agrega que ya se sabe a nivel global lo que más funciona: “Primero, las burbujas en los salones. Es decir que de entrada no asistan todos los estudiantes del aula, sino por grupos reducidos, en distintos momentos o turnos. Mientras esto se va ensayando por un tiempo inicial, los profesores y el personal deberían estar siendo entrenados en temas de bioseguridad, salubridad y limpieza. Y ya cuando todos estén más duchos se podría ir ampliando el aforo de cada aula, tal vez no tres grupos, sino, dos y así”.

El también profesor de la Facultad de Educación de la UPC sugiere, como se ha hecho en otros lados, empezar con los grados en los que hay más autonomía, como los de secundaria. “Ya sabemos que urge más la medida en inicial y primaria, pero sería mejor empezar por los mayores e ir bajando de edad”.

Asimismo ensayar más horas extracurriculares de talleres en los patios (no aulas) por las tardes, como están haciendo ya algunas escuelas particulares desde que el Minedu lo autorizara hace tres semanas. “¿Si grupos reducidos pueden juntarse en el parque a practicar fútbol o ir a clases de natación, por qué no hacer lo mismo al aire libre en los patios de sus propios colegios?”

¿Por qué se debería volver?

Ambos especialistas concuerdan en la vital importancia de que se de luz verde, en principio, a la semipresencialidad, pues son más graves las consecuencias psicológicas y académicas que se registran a mediano plazo en los menores (en los colegios rurales ya retomaron actividades presenciales desde junio, pero a ellos acude el 2,6% de los escolares peruanos).

“Las personas son seres sociales desde el inicio de la humanidad. El encuentro entre personas de 3D, de cuerpo entero, produce una conexión sensorial y emocional totalmente distinta a la de 2D a través de una pantalla plana. Los niños aprenden a jugar, convivir, hablar, cooperar, adecuarse a reglas de convivencia, explorar, manipular, construir y cultivar su pensamiento en contacto con las personas y la naturaleza. Construyen su identidad viendo e interactuando con otros”, enfatiza Trahtemberg. Y prosigue: ”Verse aunque sea una vez por semana, permite a los niños, sobre todo los menores, tener a quien imaginar de cuerpo entero cuando en los otros días los ven solo en miniatura en los cuadritos de la pantalla”.“

Neyra complementa diciendo que hay un tema de salud mental que es crucial anotar: muchos escolares están presentando problemas a nivel psicológico debido al nivel de ansiedad en el que está sometidos al no poder desarrollar su psicomotricidad. Esta, detalla, es además clave para activar varias partes del cerebro y no puede desenvolverse a través de la pantalla. “Otro punto es que no tenemos real conciencia de los números se refiere a la deserción de los estudiantes. Va a ser muy complejo que estos vuelvan al colegio. Y qué decir lo que desconocemos respecto del abuso que están sufriendo miles en sus propias casas, incluso de índole sexual. Eso solo lo vamos a saber más adelante cuando otras instituciones del Estado privadas puedan hacerse cargo de los niños en el futuro”.

Toma de acción dilatada

Las posiciones que defienden los dos expertos están alineadas con las de la mayoría de sus pares en otras partes del mundo. La pregunta es: ¿por qué se discute intensamente la vuelta a las aulas 18 meses después de iniciada la pandemia y no antes? Trahtemberg considera que esto se ha debido una falta de voluntad política.

“Los 670 mil maestros y trabajadores administrativos de las escuelas pudieron haber sido vacunados en junio si el gobierno anterior lo hubiera querido. Pero mantenerlos no vacunados servía como excelente pretexto para no abrir los colegios así sea de modo semipresencial, habida cuenta que el Estado no había presupuestado lo necesario para habilitar los colegios públicos y mucho menos atender a los 500 mil alumnos que migraron virtualmente de las escuelas privadas a los públicas. Con esa herencia y sin presupuesto, mantener la excusa ayuda al actual gobierno a patear las decisiones para el próximo año (…)”.

Y continúa: » Sumemos a este panorama, la cobardía histórica del Minedu para atreverse a buscar cruce de caminos audaces y a intentar ser cabeza en lugar de cola de la educación mundial. En cierta forma, la historia de la educación peruana es la de la falta de coraje de estas carteras para innovar, desaprovechando la inteligencia colectiva de las instituciones educativas públicas y privadas. El último bienio ha sido muy nocivo para ese fin. Así es muy difícil de avanzar”.

Neyra, en tanto, considera que un motivo ha sido clave para poner el tema en agenda: “Muchos padres de familia temían demasiado por lo que pudiera ocurrirle a sus hijos inicialmente, pero la situación ha ido cambiando conforme ha pasado el tiempo y comienza a verse insostenible tanto tiempo de desconexión física con las aulas, además de ver cómo otros países han hallado formas de concretar el hecho. Ya no es momento de preguntar cuándo volverán, sino cómo. Obviamente siempre teniendo como norte que la manera sea voluntaria, seguro y flexible”. //

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