Que un diario como este con tantos años de servicio a la comunidad goce de la preferencia del público, implica que sus gestores y trabajadores han logrado hacer suya una deontología periodística respetable, que la comunidad ha sabido valorar y demandar. Se trata del conjunto de principios éticos asumidos por los periodistas basados en su integridad, profesionalismo y responsabilidad social, que se ponen en juego diariamente conscientes del valor que tiene la información para la democracia.
Es cierto que los medios de comunicación tienen una dimensión de negocio que como muchos otros buscan que ser rentables captando clientes y creando lealtades hacia sus productos, y para ello la información, opiniones, columnas, editoriales, etc. son los vehículos para ganarse al consumidor. A igual que ocurre con los restaurantes, clínicas, colegios privados, los vendedores de cerveza o de medicinas, pueden vender un servicio o producto respetando ciertas reglas que tomen en cuenta el impacto ecológico y social que producen, para evitar dañar al consumidor, o pueden proceder de cualquier manera irresponsable aún sabiendo que afectarán a los consumidores. En cuanto a los medios, hay algunos que actúan con mucha responsabilidad social, apegados a una ética valorada socialmente y hay otros que no lo hacen. Eso explica por ejemplo porqué en la televisión hay buenos programas que salen del aire por falta de rating o auspicio económico, y pésimos programas desde el punto de vista de la ética educativa y social pueden mantenerse en el aire sin ninguna limitación, mientras tengan alto rating y auspicios.
Salta a la vista entonces que los medios de comunicación tienen una relación muy particular con la comunidad porque –quizá sin proponérselo- cumplen una función educativa y cívica que coadyuva a consolidar una democracia. No en vano la libertad de prensa, opinión, expresión e información tienen una categoría de derecho humano que no lo tiene la libertad de consumir una cerveza o un pantalón de marca.
Según mi experiencia, hay cuatro vicios del periodismo sobre los cuales los nuevos y antiguos periodistas nunca deberían dejar de reflexionar.

1). Hay periodistas que tienen una enorme dificultad para comprender y respetar la esencia de las opiniones de los entrevistados, de quienes muchas veces citan solamente aquellas partes que coinciden con la ideología del periodista o del medio en el que trabajan, o de quien alternativamente, extraen frases u oraciones del conjunto de sus declaraciones para hacerlas aparecer como escandalosas o altamente conflictivas. Esta manera de armar una entrevista constituye una falta de respeto al entrevistado que se convierte en objeto de manipulación (al servicio de las ideas del periodista) dejando de ser el sujeto digno de quien se quiere conocer una opinión.
2). Hay periodistas que tienen una enorme dificultad para reconocer que no hay una verdad absoluta para cada tema, y que los problemas económicos, sociales y políticos siempre tienen distintas aristas y posibilidades de entendimiento, dependiendo de los anteojos con los que se los mire. La prensa responsable es aquella capaz de presentar ambos puntos de vista en conflicto, para que sea el lector el que juzgue y no el medio de comunicación el que lo adoctrine usando su propia versión como la única relevante.
3). Hay periodistas que no entienden que la verdadera educación democrática supone enseñar a cuestionar, a discrepar, a opinar libremente. El rol del periodista no es manipular al lector, sino informarle. El medio tiene derecho a tener una línea editorial explícita, que los lectores deberían conocer nítidamente, pero esa opción editorial no puede contaminar la información porque en ese caso estamos frente a una postura unilateral propia de una dictadura más que de una democracia.
4). Hay periodistas muy escuchados o leídos que frente a una creciente audiencia o lectoría se vuelven muy vanidosos, soberbios y autosuficientes, con lo que se condenan progresivamente a la mediocridad. Un periodista que no tenga la humildad de reconocer que cada día que escribe algo puede dañar, herir o errar, pierde la dimensión ética que es esencial para su credibilidad.
Mi experiencia me enseña que los lectores son excelentes evaluadores de la idoneidad de los periodistas, y el hecho de colocar una dirección electrónica a la cual pueden escribir para criticar, sugerir, coincidir o discrepar le hace un enorme favor al periodista. Esta interactividad permite conocer de primera mano las reacciones de los lectores, con lo que se convierte en una utilísima retroalimentación para modelar mejor las futuras columnas. Se lo recomiendo a los editorialistas y columnistas.