¿Quién es un buen maestro? Un profesional que conoce y domina su especialidad, tiene capacidad práctica para la docencia, logra que los alumnos aprendan lo previsto, es cumplido en lo administrativo, tiene estabilidad sicológica para el vínculo adecuado con los alumnos sin maltratarlos, y tiene calidad ética y honestidad que lo aleja de la falsificación de documentos, venta de exámenes o notas, etc. Una buena evaluación docente debería abarcar todos estos factores. Siendo una tarea imposible para hacerse de aquí a diciembre, el ministro Chang la ha reducido a un solo criterio: una evaluación de habilidades básicas en lecto-escritura, aritmética y algunos conocimientos del área de docencia, evaluados en una prueba escrita de elección múltiple, fuera del aula y ajena a cualquier consideración sicológica, ética, administrativa o del propio ejercicio docente en el aula. Estará ausente el criterio del director, los alumnos y padres de familia. Por si fuera poco, los resultados no estarán conectados de modo alguno a la carrera docente, cuya ley está congelada en el Congreso. El ministro Chang también ha establecido que será una prueba censal (para todos, inclusive los titulados sin trabajo, o sea 400,000 maestros) y los resultados serían publicados, aunque no se sabe si por maestro, colegio o distrito. Si fuera por distrito, habría bastado con una prueba muestral. Si fuera por maestro o colegio, tendremos luego una avalancha de padres que se negarán a mandar a sus hijos a los colegios cuyos profesores hayan tenido muy bajos resultados. En ese caso, el ministerio podría intentar maquillar los resultados con “curvas milagrosas”, cosa que de todos modos se filtraría, en cuyo caso condenará a muerte la credibilidad de cualquier evaluación futura. Por eso el ministerio estaría tratando de lograr que la aplique la Unesco, aunque sin suerte por ahora. ¿No hubiera tenido más sentido hacer las cosas en orden correcto, sin apresuramientos inútiles? Primero, aprobar la ley de carrera magisterial, estableciendo allí los criterios y puntajes para el ingreso, capacitación, evaluación, promoción, estímulos remunerativos y sanciones para los maestros por diversas razones, incluyendo la competencia e incompetencia profesional. Sólo después, proceder a establecer los calendarios y modalidades de evaluación para el conjunto de los factores que redundan en el buen desempeño docente. ¿Qué pasaría si el Sutep –que exige capacitación previa a la evaluación y garantías de impunidad a los desaprobados– se negara a rendir estas pruebas?

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