El Ministerio de Educación es probablemente el más complejo de todos los ministerios. Abarca más de 60,000 instituciones educativas, unos 40 mil locales que hay que construir o mantener, ocho millones de alumnos, 350 mil maestros, 12 millones de padres de familia y un presupuesto insuficiente de unos 10,000 millones de soles al año. Además, tiene la responsabilidad de formar ciudadanos y proveerle al mercado recursos humanos competentes. Por si fuera poco, tiene que lidiar con problemas que usualmente se originaron 30 ó 40 años atrás y que tienen un peso inercial muy difícil de desactivar y revertir. Por lo tanto, cuando asume el cargo un ministro tiene dos tareas centrales: la primera, la de salvavidas: sostener un sistema endeble, frágil, casi colapsado, para que no se siga cayendo. La segunda, marcar un norte, aportar una visión de un buen futuro para el sistema educativo, que les permita a los peruanos tener confianza que en un mediano plazo previsible, siguiendo los planes y procesos que se anuncien y contando con la garantía de recursos proveídos por el estado y otras fuentes, saldremos del abismo y nos colocaremos en una situación de franco avance. Desde hace décadas los ministros de educación se han dedicado al primer objetivo. Javier Sota y Antonio Chang han sido los más notorios en esta tarea. Lo que no hemos visto son ministros que se ocupen de la segunda gran tarea (que en realidad debería nacer de una propuesta compartida con el presidente de la república, el primer ministro y el ministro de economía), más aún cuando ya se cuenta con un Proyecto Educativo Nacional asumido por el Foro del Acuerdo Nacional y el propio gobierno aprista. Por ejemplo, el ministro Chang dice que hay 4,706 Instituciones Educativas en mal estado por su alto riesgo físico y de salubridad, y que el gobierno recuperó 1,123. Pero eso sigue condenando a los usuarios de 3,583 IIEE al riesgo físico y de salubridad. El ministro Chang dice que se ha evaluado a 192,284 docentes (de los 280,000 que hay) con resultados desastrosos. 86% no domina la aritmética básica y 51% no comprende lo que lee. Sin embargo, solo se van a capacitar a 43,387 este año (con programas universitarios de 220 horas con dudosa capacidad de revertir los males). Quiere decir que más de 230,000 docentes sin capacidad docente suficiente seguirán a cargo de más de cuatro millones de alumnos peruanos en los próximos años. El ministro Chang dice que se ha evaluado en lenguaje a todos los alumnos del segundo grado. Los resultados muestran que solo asistió 44% y de ellos no alcanzan el logro suficiente para el grado el 74% de los alumnos. Dado que solo un 10% repetirá o se retirará del grado, 64% pasará al 3er grado condenado a fracasar por falta de base del grado anterior. El ministro Chang dice que en la evaluación del examen nacional de ingreso a ISP postularon 14,847 jóvenes. Apenas 525 (3.5%) pasaron la valla del 14 y en la segunda etapa solo aprobaron 161 alumnos. Quiere decir que habrá más de 100 ISP a los que no ingresará ningún alumno, y decenas más a los que ingresarán solo 2 ó 3 estudiantes. ¿Cómo a partir de la detección de que hay postulantes incompetentes van a mejor los institutos pedagógicos que no tienen responsabilidad alguna en la formación de los postulantes que aún no ingresaron a ellos? ¿Cuál es el plan de recuperación de los ISP? Y así sucesivamente. Sin embargo, cuando uno se pregunta ¿y cómo va a salir el Perú de todo este embrollo? No hay respuestas. Nos dicen que van a alfabetizar 600 mil peruanos en el 2007, que la secundaria de un turno tendrá una hora adicional al día, que las clases se han adelantado al 1ero de marzo, que en 56 distritos se iniciará un programa piloto de municipalización de la educación cuyas normas hasta fines de febrero los colegios compulsivamente “municipalizados” no conocían y tampoco los municipios responsables, que se van a repartir unos 8 millones de textos y 40,00 módulos de material didáctico para educación inicial y bibliotecas escolares y unos 100,000 módulos de material fungible para primaria…. Todo eso cumple parcialmente el primer objetivo del “ministerio salvavidas”. ¿Pero qué pasa con el segundo objetivo, del ministerio que marca un norte y aporta una visión de éxito para el mediano plazo para este colapsado sector? ¿Cuál es la visión para los próximos 5, 10 y 15 años de cómo saldremos de la cola para colocarnos en la cabeza? De eso no se ve nada