Luego de 4 años de estudio, un reciente lapidario reporte de Arthur Levine (18/9/2006), respetado ex presidente del Teachers College (instituto universitario de formación de profesores) de la Universidad de Columbia, encuentra que los profesores que egresan de los institutos pedagógicos universitarios norteamericanos lo hacen en malas condiciones para desempeñarse adecuadamente en la profesión. Indica que a diferencia de las carreras de medicina o derecho, no existe un currículo común a todos los institutos que contenga los mismos componentes básicos de la formación, requisitos de adquisición de habilidades y tiempo de estudios. Por ejemplo el monto exigido de horas de práctica en clases varía entre 30 y 300 horas de un estado a otro. Los currículos no están al día con los cambios demográficos, tecnológicos y de la competencia global, ni presionan por la elevación del rendimiento de los estudiantes (desde el nivel de requerimiento para el ingreso), desconexión con las otras facultades universitarias, insuficiente práctica en las aulas que además son pobremente supervisadas. En suma, es un caos. El estudio está basado en entrevistas con decanos, catedráticos, estudiantes y directores de colegios, junto con 28 estudios a fondo de instituciones de formación docente. Los directores otorgaron a los programas de formación docente muy bajas calificaciones por la escasa preparación de los egresados (menos de un tercio los calificó de buenos). El 61% de los egresados sienten que no han sido bien preparados para desempeñar sus funciones en las salas de clases reales actuales. Solo 30% se siente capacitado para tratar con alumnos que tienen problemas de aprendizaje, 28% con los que tienen antecedentes culturales no nativos, y 16% para los que tienen dificultades en el dominio del inglés. Solo 46% de los directores cree que los profesores están bien preparados para hacer uso de la tecnología en la instrucción, 42% para el uso de técnicas de medición de logros de los alumnos y 41% para implementar estándares curriculares y de desempeño estudiantil. El año pasado Levine reportó que también los superintendentes y los directores están mal preparados. Levine sugiere que la acreditación de la calidad de estas instituciones (que aún es voluntaria) esté más conectada a los resultados del desempeño de los alumnos a su cargo porque tal como está la acreditación no significa nada relevante. De los 100 escuelas de graduados de educación rankeados por el conocido U.S. News and World Report 2005, solo tres de los 10 mejores están acreditados frente a 8 de los 10 más bajos. Además, no hay diferencias significativas en los logros de matemáticas o lectura de los alumnos, hayan o no participado sus profesores en instituciones acreditadas. E estudio también señala que la calidad de las facultades de educación de las universidades de elite no corresponden al prestigio que estas tienen por sus otras facultades, debido a que las universidades no ven a la formación de profesores como una de sus funciones principales. EE.UU. tiene más de 1,200 escuelas, universidades y departamentos de educación que cubren un enorme espectro de programas con y sin fines de lucro tanto para graduados como para postgraduados. El estudio concluye con un plan comprehensivo para el mejoramiento de la formación de profesores de EE.UU. Incluye: a). Transformar las escuelas de educación en escuelas profesionales que se focalicen el trabajo en el aula b) Cerrar los programas fracasados expandiendo los programas exitosos c) Crear planes para atraer a los mejores estudiantes a la carrera docente d) Hacer de los logros de los logros de los alumnos escolares la medida principal del éxito del profesor, enganchando desde el inicio hasta el final de la carrera el progreso del estudiante con sus logros con los alumnos a su cargo. e) Hacer de los programas de 5 años la norma y diseñarlos de modo que se asegure que los estudiantes hayan alcanzado un magíster en un área académica. f) Girar hacia la formación de un porcentaje significativo de nuevos profesores de los institutos hacia las universidades de investigación g) Fortalecer controles de calidad rediseñando la acreditación y alentando a los estados a establecer resultados similares en los requerimientos para la certificación y certificación. En suma, un reporte muy crítico realizado por una autoridad en la materia y que como de costumbre quedan dos opciones: ser ignorado o ser asumido y transformar de una vez por todas la formación docente de modo que el desempeño de los alumnos –que es una fuerte razón de ser del servicio educativo- se convierta de una vez por todas en el indicador principal del éxito del profesor, de modo análogo a cómo se mide el éxito de cualquier otro profesional.