Ese es el título del último libro de Felipe Ortiz de Zevallos, que recoge sus discursos y artículos publicados entre 1993 y 2007, publicado por el Grupo Editorial Norma. Siendo FOZ parte de la reserva intelectual y ética del Perú, a la que hay que apelar una y otra vez cada vez que se quiere pensar el pasado, el presente y el futuro del Perú, la lectura de su libro me pareció impostergable. De inmediato pasé a leer el sexto capítulo, sobre Educación y Universidad, ya que había leído anteriormente algunas cosas suyas muy lucidas aunque dispersas. Encontré por supuesto su notable discurso de graduación de los egresados de la Universidad del Pacífico del 2006, que constituye un legado temprano de consejos nacidos de su conocimiento y experiencia puesta al servicio de la nueva generación de profesionales del Perú. Sus 7 consejos aparecen resumidos en su párrafo de despedida en el que dice… (Nota: Los insertos en paréntesis no están en el texto original). “Así que esas son mis recetas centrales para la vida que hoy empiezan…: deténganse, de vez en cuando, a oler las flores (para no perder la sensibilidad humana que alimenta el espíritu); vean menos televisión y lean más libros (5% menos de televisión y más de lectura los transformará en personas y profesionales más eficaces); no acepten aquellos signos de estatus cuyo valor no reconozcan (la ansiedad por el estatus los enganchará con paradigmas pasajeros, de moda, que no solo son simplistas sino injustos); recuerden que siempre habrá una verdad mejor a la que tengan (ser libre significa tener la capacidad de no estar nunca muy seguro de estar en lo cierto); aprendan de sus fracasos (rara vez la carencia de fracasos es señal de excelencia. Suele ser más bien expresión de excesivo temor, de poca ambición, de intolerancia al riesgo); mantengan un saludable escepticismo, pero rechacen el cinismo (el escepticismo implica preguntar, cuestionar, dudar, no ser ingenuo, pero estar siempre abierto a los demás, a las nuevas ideas y evidencias. El cinismo implica creer que uno tiene ya todas las respuestas, cuando muchas de ellas están preñadas de prejuicios); y descubran maneras de recargar el entusiasmo por lo que hacen” (buscar maneras de alimentarlo y recargarlo continuamente). Cada consejo es autoexplicativo aunque me detendré un poco en el cuarto y quinto consejo. FOZ insiste en el capítulo en la necesidad de abordar el aprendizaje con la humildad de quien tiene confianza en sí mismo pero entiende que no lo sabe todo, por lo que es capaz de decir “no se” sin perder la compostura ni el humor. Cita a Churchill diciendo que el liderazgo “constituye el arte de avanzar, de fracaso en fracaso, sin perder el entusiasmo”. A su vez, para FOZ el buen aprendiz es aquél que procura tener la mente abierta y desprejuiciada, de quien es capaz de ponerse en los zapatos del otro (PEZDO), para lo cual encuentra que un ejercicio notablemente pertinente es aprender a actuar haciendo teatro, ya que con ello se aprende a sumergirse en un rol ajeno. Aboga porque la universidad se focalice en el aprendizaje más que en la enseñanza y que en función de ello sean evaluados los catedráticos, citando provocadoramente el título del libro de Donald Finkel “Cómo enseñar con la boca cerrada”. Se refiere a la necesidad de ayudar y estimular a los estudiantes para aprender, sin causarles mayor perjuicio, ya que, según dice, las nuevas corrientes pedagógicas plantean que la enseñanza se materializa solamente cuando hay aprendizaje. La enseñanza requiere la creación de aquellas condiciones que le permita a la mayoría de los alumnos, sino a todos, descubrir su potencial en el proceso de aprendizaje. Gianfranco Castagnola de Apoyo termina el prólogo de su libro hablando del FOZ que todos los peruanos deberían conocer. “Muchos identifican a FOZ como el fundador de Apoyo; otros, como el rector que asumió el reto de revitalizar la Universidad del Pacífico; y otros, también, como nuestro embajador en Washington que culminó exitosamente el tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Este libro nos muestra que FOZ es todo eso y más. Es un maestro que nos enseña a conocer mejor nuestro país, a aprender de nuestros errores y de las experiencias de otros, a abandonar prejuicios, a esperar con mejor disposición los cambios y convivir con la incertidumbre con optimismo, a entender que para el crecimiento y desarrollo importan también, y mucho, la cultura y los valores”. En suma, este libro constituye un valioso aporte para el pueblo peruano desde la sabiduría de quien predica desde su propia experiencia.