Entre 1994 y 2004 dejaron el Perú 1.4 millones de peruanos que no han retornado, lo que incluye 22,027 ingenieros, 6,630 médicos, 17,253 técnicos, 1,392 funcionarios peruanos en sedes en el extranjero de sus empresas, 273,904 estudiantes de educación superior y 40,665 empleados de diversas profesiones. Para 1999 ya había 8,553 profesionales peruanos trabajando en Ciencia y Tecnología en EE.UU. de los cuales 2,796 realizaban actividades de investigación y desarrollo.
Sería bueno escuchar las reacciones de los candidatos presidenciales y congresales a estos datos que nos trae el artículo de Juan de los Ríos y Carlos Rueda del CIUP titulado “Fuga de Cerebros en el Perú: sacando a flote el capital hundido” publicado en el boletín del Consorcio de Investigación Económica y Social (# 58, dic 2005).
La revisión bibliográfica permite listar las razones de tal migración: búsqueda de mejores salarios y perspectivas de desarrollo profesional; escapar de las crisis políticas y económicas; contar con facilidades para la investigación y creación intelectual; mejores oportunidades de inversión, menos burocracia y mayor estabilidad en las reglas para crear negocios; obtención de postgrados; movimiento dentro de compañías trasnacionales; facilidad de residencia, visas, nacionalidad, seguros médicos y pensiones.
En reciente entrevista radial se mencionó que 37% de los egresados de la Universidad Peruana Cayetano Heredia radicaban en el extranjero. Resulta sintomático que buena parte de los egresados de una de las más prestigiadas universidades peruanas formadoras de médicos y científicos, encuentren que no pueden culminar sus estudios profesionales dentro del Perú y que luego de pasar sus años finales de formación en el extranjero, prefieran quedarse allá. Esto no es bueno para el Perú, ya que la inversión peruana hecha en los jóvenes de los más talentosos que egresan de las escuelas y universidades peruanas, no produce luego bienestar en el Perú. Algo similar ocurre con otras carreras y universidades.
Desde la perspectiva de países como EE.UU. que contratan a nuestros mejores egresados, cuya formación cuesta entre la quinta (privada) y la treintava (pública) parte de lo que costaría formarlos allá, es un excelente negocio: formación a bajo costo, selección de los mejores, garantía de altísimo retorno a la pequeña inversión de recibirlos como internos para una especialización, para luego gozar de sus servicios de calidad. Desde la perspectiva del Perú esta fuga de talentos nos convierte en un proveedor de recursos humanos baratos y altamente calificados para que sean aprovechados por terceros. Además, muchos distinguidos peruanos llegan a ser científicos importantes, cuyas patentes registradas para compañías transnacionales tenemos que pagar a un costo superior al que tendría producirlos en el Perú. Adicionalmente perdemos a los investigadores que como catedráticos podrían formar nuevas generaciones de científicos y académicos capaces de empujar a las universidades peruanas hacia la frontera del nuevo conocimiento en las diversas especialidades.
Los autores Juan de los Ríos y Carlos Rueda sostienen que la tesis de la pérdida de inversión en capital humano que se produce cuando los talentos formados en el Perú abandonan el país para no retornar, puede ser complementada por otra que sostiene que esta fuga de cerebros no tiene que ser una “pérdida total”, si es que se sabe aprovechar la diáspora profesional peruana radicada en el extranjero para beneficio del Perú. Sugieren encontrar fórmulas para repatriar el capital humano altamente calificado sin requerir de su presencia física en el Perú. Después de todo, vistas las razones por las que emigraron, será muy difícil repatriar a los científicos y profesionales más exitosos. Ningún país lo ha logrado. Lo que se puede tratar de hacer es por ejemplo lo que ha hecho India, que ha armado redes de conocimiento conformadas por profesionales, gerentes generales y científicos altamente capacitados que se encuentran en las principales empresas de tecnología de la información en EEUU y Reino Unido, que desde hace tres décadas desempeñan un rol fundamental en el desarrollo del sector de servicios de outsourcing desde la India.
Otra posibilidad es tomar acción en el Perú antes que migren. El estado asociado con las empresas privadas podrían crear al menos un Centro de Altos Estudios Científicos y Tecnológicos para aquellas especialidades en las que por nuestras ventajas naturales podamos crear ciencia y tecnología, e invertir en él a niveles comparables con los países a los que emigran nuestros talentos, de modo que quedándose aquí puedan encontrar el espacio para investigar, patentar y vivir decorosamente.
Estos expertos se convertirían en la vanguardia científica peruana cuya producción e investigaciones sin duda impactarían en la elevación del nivel académico de todas las universidades peruanas, y cuyos hallazgos podrían dar lugar a buenos negocios para los empresarios peruanos que inviertan en ellos.

 

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