En lo personal, siempre creí en la coexistencia de dos estados vecinos, el de Israel y el palestino, a cuya delimitación se llegase por vías de la negociación. Junto con ello, usualmente avalé la reacción policial ó militar del estado de Israel cuando tuvo que resolver el dilema existencial entre dejarse atacar por medio de acciones de terror (usualmente promovidas y financiadas por actores externos como Siria, Irak ó actualmente Irán, cuyos intereses tienen poco que ver con lograr la paz entre Israel y los palestinos), o, en cambio, esperar que alguna constelación de buenas voluntades internacionales encontrasen la respuesta a una solución pacífica aceptable para ambas partes.

 

Aunque para algunos analistas les resulte sencillo asociar la acción de Israel en Gaza con el Holocausto nazi que aniquiló metódicamente a seis millones de judíos en la segunda guerra mundial por el solo hecho de haber nacido judíos -por razones ideológicas nazis-, ó, asociar a Gaza con un campo de exterminio nazi como Auschwitz en el que durante 3 años se aniquiló y convirtió en cenizas a 2.5 millones de judíos por el solo hecho de serlo, para mi –como sobreviviente del grupo objetivo nazi- esa comparación me resulta ofensiva y de una enorme bajeza intelectual. Sin embargo, no son mis juicios los que importan, sino continuar en el intento de un análisis equilibrado y democrático entre peruanos que tienen un interés común por la paz mundial.

 

Si para nosotros los columnistas del blog que tenemos cierta cercanía, a veces amistad, respeto mutuo y capacidad de diálogo -que no pretende descalificar al otro sino esclarecer las posiciones-, nos resulta tan difícil encontrar puntos de encuentro en el entendimiento del sentido de las acciones que ocurren en los hechos y en la implementación de posibles soluciones, cuánto más difícil no será para quienes tienen la responsabilidad de liderar a sus pueblos y proteger sus poblaciones. Quizá venga al caso ver reflejado este debate en los escritos recientes sobre Gaza de dos importantes líderes de opinión internacionales.

 

El 11 de enero, coincidentemente se publicaron columnas escritas por dos de los autores hispanohablantes más prestigiados y leídos del planeta: el cubano Carlos Alberto Montaner y el peruano Mario Vargas Llosa. (“Vivir y morir en Palestina” firmas-press y “Morir en Gaza” El País, España).

 

Ninguno es judío o musulmán, israelí o palestino. Ambos son liberales, convencidos de la economía de mercado y la supremacía de la democracia occidental frente a los totalitarismos dictatoriales de cualquier signo. Ambos han visitado Israel y los territorios en disputa, conociendo “in situ” a los líderes y las relaciones conflictivas que separan a israelíes y palestinos.

 

Resulta interesante constatar que estos dos hermanos ideológicos vean las motivaciones y perspectivas israelíes y del Hamas respecto a Gaza de manera tan contrapuesta. Ambos en sus columnas reconocen y rechazan el acoso criminal y terrorista contra Israel de parte de Hamas al que consideran como un grupo fanático radical elegido en Gaza producto de la desesperación de sus habitantes frente a la incapacidad política, ejecutiva y la corrupción de la Autoridad Autónoma de Palestina. Vargas Llosa inclusive señala que Hamas alcanzó el poder mediante intimidaciones y asesinatos de palestinos.

 

Además, sostiene Vargas Llosa que la derechización de la política israelí y su sentimiento de inviabilidad de un acuerdo con los palestinos deriva de la insensatez de Arafat de rechazar en su momento las importantes concesiones que le hiciera el PM Ehud Barak en Camp David y Taba 2000-2001, que de firmarse hubieran conducido al estado palestino (cosa que Montaner no escribe, pero posiblemente suscribiría).

 

Para Vargas Llosa, Israel reacciona de manera desproporcionada contra el Hamas aún reconociendo que éste ha actuado de modo criminal. Considera a Israel como responsable original de las acciones terroristas del Hamas por su política de incomunicar a Gaza y mantenerla en una suerte de cuarentena que ha contribuido a su gran «fracaso económico», condenando a los palestinos a una injusta agonía. Agrega que hay un aprovechamiento político de los líderes israelíes que en la proximidad de las elecciones internas buscan que elevar su popularidad. Al terminar su artículo y como aval para sus tesis, Vargas Llosa elogia a un periodista israelí afín a su pensamiento, Gideon Levy, que critica la incursión israelí en Gaza, sosteniendo que eso evidencia su decencia, lucidez y coraje.

Para Carlos Alberto Montaner la reacción asimétrica de Israel es justa y coherente con la de cualquier país civilizado que debe eliminar las fuentes del terror que lo atacan. Observa un tufo antisemita en quienes acusan desproporcionadamente a Israel. A diferencia de Vargas Llosa, encuentra una asimetría moral superior por parte de Israel que cuida a sus niños y hace lo indecible por evitar la muerte de soldados y recuperar a sus prisioneros, mientras que Hamas monta sus cuarteles y arsenales en escuelas, mezquitas y hospitales, utilizando a los civiles como escudos humanos y a suicidas para dañar a los civiles israelíes. Además observa sorprendido cómo Israel avisa con volantes y telefónicamente a los residentes de los edificios palestinos que contienen arsenales de guerra, para que los evacuen antes de bombardearlos.

 

Para Montaner, el responsable de todos estos males es el Hamas y la cultura religiosa de muerte y guerra santa contra Israel, cuya existencia en la región le resulta inaceptable, sin importar el costo que sus acciones bélicas y de terror le causen a su propia sociedad, debido a la reacción natural de Israel. Al terminar su artículo y como aval para sus tesis, Montaner elogia la vocación de servicio cálido y humano con el que líderes y médicos israelíes atienden en sus hospitales a los niños palestinos de Gaza.

 

¿Quién de los dos tiene razón? Quizá ambos. Cada persona ve lo que quiere ver y lo argumenta apelando a su lucidez intelectual. Son las ideas primigenias instaladas en el alma de cada cual las que guían su lectura de la realidad y la elección de los datos sobre los que apoyarán sus argumentos.

 

Creo que lo que nos aporta esta comparación, es la constatación por infinita vez, de que la vocación de paz y justicia demanda necesariamente entender que toda moneda tiene dos caras, y que sin renunciar a tomar alguna posición según los dictados de la conciencia de cada cual, tiene un enorme valor equitativo procurar tener una visión proporcional de ambas perspectivas del conflicto. Más aún, si nos toca mediar u orientar a los interesados en el tema.