Javier Sota hace denodados esfuerzos por sensibilizar al MEF y a los congresistas para aumentar el presupuesto educacional sin suficientes oídos que quieran escuchar. Similar sordera sentimos en el Consejo Nacional de Educación, que no logra comprometer a los políticos para sacarla de su colapso. En términos de Mirko Lauer, la educación no es suficientemente sexy para que los medios y políticos se interesen por ella.
En Europa, Asia y EEUU la educación es constantemente monitoreada por políticos y empresarios, porque entienden que es clave para ser competitivos y tener ventajas en la disputa por la supremacía científica, tecnológica y económica mundial.

La prensa analiza detenidamente los resultados de las pruebas nacionales e internacionales de rendimiento, que producen caídas de ministros, anuncios de reformas, inyección de dinero para investigación y nuevos proyectos, generando una dinámica de evolución constante de sus logros educativos. Más cerca de nosotros, en Chile, Colombia y Costa Rica la educación es tema constante de los empresarios, políticos y medios de prensa. Sin embargo, en el Perú sus pésimos resultados y evidente colapso ni siquiera es noticia de primera plana de un día, salvo que un profesor viole a alguien u ocurra algún destrozo. En el reciente pleito por integrar las comisiones en el Congreso no se conoció de ninguna demanda de parlamentarios que lucharan por integrar la Comisión de Educación.

Quizá la experiencia colombiana pueda servirnos de ayuda. Estando en una situación similar, hace 10 años el presidente César Gaviria convocó a una “Comisión de Sabios”, que reunió a 10 de los mejores y más importantes intelectuales, pensadores y científicos colombianos, quienes formularon recomendaciones sobre el papel de la educación en el presente y el futuro de Colombia: “Por un país al alcance de los niños”. Encabezada por Gabriel García Márquez, lograron ser escuchados y acogidos.

Hacer algo similar en el Perú, que se sostenga en los trabajos ya iniciados por el Consejo Nacional de Educación, demandaría del presidente Alejandro Toledo convocar a gente de la talla de Mario Vargas Llosa, Hernando de Soto, Javier Pérez de Cuéllar, Gustavo Gutiérrez o Felipe Ortiz de Zevallos, y a la par acordar con Valentín Paniagua, Alan García, Lourdes Flores y otros “presidenciables” darle el apoyo para que cuente con el más amplio respaldo político y social. Sin alguna iniciativa dramática a la vista, nuestra educación quedará perpetuamente fuera de juego.