Hace unos años publiqué un artículo sobre este tema que quisiera retomar porque se ha estado trabajando muy poco respecto a este tema que trata de la dinámica social que se da entre jóvenes al interior de la escuela. Hay destacados estudios hechos en países que viven diariamente los perjuicios de este mal social, como Inglaterra, Japón, Holanda, Australia, Canadá y EE.UU. entre los cuales sigue destacando el del sueco Dan Olweus, profesor de psicología de la Universidad de Bergen (Noruega), cuya investigación sobre el hostigamiento y las vejaciones en la escuela se publicaron hace diez años en la revista Perspectivas # 93 de la UNESCO (marzo 1995) pero sigue siendo absolutamente vigente.
Olweus establece que un alumno es objeto de hostigamiento o de abuso “cuando se ve expuesto en repetidas ocasiones y a lo largo del tiempo, a acciones negativas por parte de uno o más alumnos”. Estas acciones negativas “pueden adoptar la forma de contacto físico, palabras, muecas, gestos obscenos o bien la exclusión deliberada de un alumno del grupo”. Además, se entiende que el agredido es un individuo que tiene dificultades para defenderse ante la fuerza social con la que cuenta el hostigador frente a la víctima.

CARACTERÍSTICAS

En un estudio hecho sobre 150,000 alumnos noruegos y suecos, encontró que cerca del 16% de los alumnos de 7 a 16 años se habían visto implicados regularmente en este tipo de problemas: 7% como hostigadores y 9% como víctimas. Las víctimas típicas eran alumnos más pasivos, sumisos, ansiosos, inseguros, prudentes, sensibles y callados respecto a los demás. Padecían de baja autoestima, tenían una visión negativa de sí mismos y de su situación. Si eran hombres eran físicamente más débiles que los demás.
Estas características servían como señal tentadora para ser hostigados por quienes tenían la predisposición para hostigar y vejar. Estos alumnos tendían a ser impulsivos, agresivos y tenían tendencias a ser dominantes. Tenían escasa empatía con las víctimas, eran físicamente más fuertes que sus víctimas y por lo general tenían problemas de conducta antisocial no solo con sus compañeros sino también con los otros adultos.
Al revisar las historias criminales de los egresados del colegio se encontró que aproximadamente 40% de los hostigadores habían sido condenados al menos por tres delitos oficialmente registrados antes de cumplir los 24 años, cuatro veces más que en el resto de los jóvenes. Es decir, los hostigadores resultaron ser potencialmente más propensos a ser criminales en su vida adulta que el resto de los jóvenes. Por lo tanto, había lugar para pensar en proteger a las víctimas de los abusos y a su vez para prevenir a los hostigadores para que no caigan en conductas antisociales crónicas. Procurar prevenir el hostigamiento y las vejaciones resultaba entonces una apuesta decisiva para la escuela.

PREVENCIÓN

Las víctimas del hostigamiento constituían un amplio grupo de alumnos que en gran medida eran desatendidos por la escuela, por lo que aprendían a temer y solían sentirse mal de ir a la escuela.
El programa de prevención que probó el Dr. Dan Olweus con buenos resultados se basó en la creación de un clima apacible en la escuela, que implicaba expresar un genuino interés en los alumnos. Además, se desarrolló un mayor control durante el recreo y las comidas, reuniones con el personal del colegio y los padres, se establecieron reglas claras contra el hostigamiento en las clases, y se llevaron a cabo conversaciones muy serias con los hostigadores, las víctimas y sus padres.
Luego de dos y medio años de seguimiento se evaluó el efecto de este programa en una muestra de 2,500 alumnos de 42 escuelas de primaria y secundaria, evidenciando una disminución de cerca del 50% en los casos de hostigamiento, reduciéndose las conductas antisociales como vandalismo, riñas, hurtos, ebriedad y ausencias injustificadas. Además, se registraron mejoras en diversos aspectos del “clima social” del aula, incluyendo mayor orden y disciplina, relaciones sociales más favorables y una actitud más positiva de los alumnos hacia el trabajo escolar y la escuela. Al mismo tiempo, aumentó su sentimiento de satisfacción respecto a la vida escolar.
Las investigaciones demuestran que es posible lograr una disminución en los problemas de hostigamiento y vejaciones en la escuela y de las conductas antisociales asociadas mediante un programa de intervención adecuado. Este se puede elaborar por medios sencillos y no costosos, debido a que están basados en cambios en las actitudes y rutinas escolares.
Sería razonable asumir que experiencias como estas también pueden ser fácilmente validadas para el Perú, beneficiando a miles de alumnos.