Los días 15 y 16 de febrero dí conferencias a 3,000 docentes de Huancayo, sobre los retos para la docencia en el siglo XXI, convocado por la UGEL Huancayo en el coliseo del colegio La Salle. En situaciones tan masivas como éstas suelo pedir a los profesores que me hagan llegar sus preguntas por escrito. Como me llegan centenares, éstas me sirven como una encuesta indirecta para conocer sus visiones y dificultades.

 

En esta ocasión se han repetido sus comentarios casi como un calco respecto a otras similares:

 

1) Una marcada preocupación por la evaluación que hace el Ministerio de Educación para el ingreso a la Carrera Publica Magisterial, que es percibida como inadecuada y además corrupta (venta de pruebas y claves a los allegados del gobierno; manipulación de resultados en la 2da etapa; maniobras de los directores para favorecer a sus favoritos
-coimas de por medio-). No hay confianza en el Ministerio de Educación.

 

2) La percepción de que el Nuevo Diseño Curricular es una camisa de fuerza inflexible que hace imposible hacer un buen trabajo con los alumnos diversos que tienen a su cargo. En vez de hacer poco pero bien, los obligan a avanzar aunque los alumnos no aprendan nada.

 

3) La percepción negativa del director y de algunos funcionarios de las UGEL encargados de los temas magisteriales (no necesariamente los directores; varios son reconocidos como bien intencionados). Por un lado, vistos como quienes se prestan a maniobras ilícitas, y por otro lado, como fieles sargentos ministeriales que impiden cualquier modificación que los profesores quisieran hacer al aplicar el currículo intentando ser más creativos y llegar mejor a los alumnos.

 

4) El total desamparo de respaldo para innovar. La consigna parecería ser “limítate a hacer lo que está establecido», como si fueran obreros de la educación.

 

5) Capacitaciones ministeriales insulsas e irrelevantes (“pérdidas de tiempo”).

 

En suma, al lado de maestros frustrados, he encontrado otros aún motivados, con ganas de aprender y mejorar su trabajo, pero totalmente desamparados, sin acceso a nadie capaz de resolver sus problemas básicos. Sienten que la administración aprista no fue una buena opción de gobierno.