Durante el contrapunto político entre el Ministerio de Educación y el Sutep en torno a la evaluación censal, muchos apoyamos la postura ministerial, atendiendo al principio de autoridad que los peruanos le deben a quien tiene la responsabilidad legal y política de liderar, formular y aplicar la agenda de gobierno para el sector Educación. Eso, no obstante mis objeciones previas con respecto a la génesis de esta evaluación y su diseño. Ahora me permito discrepar de la postura ministerial de considerar la capacitación como un premio o castigo para profesores en función de su asistencia a una evaluación. Eso debería reformularse.Veamos.Supongamos que esta nueva capacitación servirá para algo (el ministro Chang dijo que las similares de los 12 años anteriores costaron 230 millones de dólares y fueron improductivas). Corresponde entonces esclarecer desde el punto de vista educativo si las capacitaciones deben ser consideradas un premio a la buena conducta de los profesores que asistieron a la evaluación censal, o si más bien deben ser una estrategia del Estado para asegurar que los profesores enseñen mejor a los alumnos. Considerarlas un premio podría devenir en un castigo a los alumnos cuyos profesores no asistieron a la evaluación, entre los cuales también hay profesores mal preparados. Deberían buscarse otras estrategias para lidiar con los profesores rebeldes que no impliquen castigar a sus alumnos. Perder puntos para los ascensos en el escalafón (y remuneraciones), concursos, traslados y certificaciones docentes, podrían ser opciones más aparentes. El ministerio podría mantener su promesa de favorecer a los profesores que se ciñeron al mandato ministerial de la evaluación censal frente a los rebeldes dando a los primeros la oportunidad de una selección adicional para escoger a los más destacados, capacitarlos intensivamente y crear con ellos una vanguardia de unos mil docentes altamente calificados. Ellos luego visitarían todos los colegios para proporcionar a sus equipos docentes capacitaciones «in situ», básicamente en la enseñanza de lenguaje y aritmética, a partir de las dificultades detectadas en los alumnos y profesores de cada colegio a través de las pruebas nacionales recientemente tomadas. Esto influiría directamente en el equipo docente de cada colegio y en el manejo de sus problemas específicos, dejando probablemente huellas más favorables para el futuro desempeño de los alumnos que las que dejarán las capacitaciones masivas de dudosa calidad que estarán a cargo de las universidades principalmente en sus sedes.