Les tengo una buena noticia: tenemos acuerdos nacionales, consultas, leyes, currículos, con contenidos casi ideales. Les tengo una mala noticia. Nada de eso se cumple. Ese es el Perú. Por eso, la agonizante educación peruana requiere un sinceramiento revolucionario para lo cual el “Acuerdo Nacional” debe dejar la poesía (de las buenas intenciones) para empezar a negociar las medidas que demanda la lamentable realidad, las cuales incluyen sacrificios y cirugías, que es precisamente la razón por la que hay que llegar a acuerdos. Eso requiere de los políticos que tengan visión, liderazgo y coraje.
Por ejemplo, proclamar la educación pública universal gratuita de calidad con equidad para 12 millones de peruanos de 3 a 24 años, es pura poesía. Escribir objetivos para los primeros grados de educación básica peruana que equivalen a los que se exigen en Suiza a sus alumnos de las mismas edades, es puro sueño. Esperar que niños desnutridos, desatendidos en su salud y poco estimulados se transformen en buenos estudiantes por el solo hecho de acceder a la escuela, es pura ilusión. Esperar que los cientos de ISP y facultades de educación formen 30,000 profesores competentes al año, es pura estafa. Pretender que tendremos una educación de calidad evaluando solamente a los alumnos, sin evaluar a los profesores para identificar y premiar a los más capaces y demandar mejoras o retirar a los incapaces, es convertir a la víctima en culpable. Si no vamos a entender que en el Perú la escuela pública pasó de ser una promesa a una condena, de igualadora de oportunidades a perpetuadora de las diferencias, jamás podremos hacer reformas verdaderas.

El Acuerdo Nacional al abordar el tema educativo, no puede constituirse en un “acuerdo” respecto a nuestros sueños, sino respecto a nuestras realidades. Lo que se negocia para llegar a acuerdos no son las cosas fáciles sino las difíciles, que son precisamente las que requieren sacrificios y por lo tanto acuerdos para encararlos en conjunto todas las fuerzas políticas.
Por ahora el “Acuerdo Nacional” perpetúa la inviabilidad de la educación, cuando en la décimo segunda política de estado declara que “Nos comprometemos a garantizar el acceso universal e irrestricto a una educación integral, pública, gratuita y de calidad que promueva la equidad entre hombres y mujeres, afiance los valores democráticos y prepare ciudadanos y ciudadanas para su incorporación activa a la vida social”. Eso es IMPOSIBLE.

Más sentido tendría que el “Acuerdo Nacional” logre enunciados como los siguientes:
1) Dado que no hay ni habrá en los próximos 10 años recursos suficientes para financiar una educación pública, universal y gratuita para los 12 millones de peruanos de 3 a 24 años (que deben ser sostenidos por apenas 2.5 millones de contribuyentes), acordamos, orientar todos los recursos adicionales del sector hacia la infancia y educación básica, abriendo la educación superior a fórmulas de financiamiento compartido y créditos educativos.
2). Dada la dramática incompetencia de los alumnos peruanos de todas las edades en matemáticas y lenguaje, acreditada en las pruebas nacionales e internacionales, acordamos: declarar una moratoria curricular de todas las demás asignaturas y dedicar los años 2005-2006 solamente a cultivar esas habilidades, en dirección de las cuales se orientarán los recursos de capacitación, materiales, textos y demás.

Así mismo, se instaurarán pruebas de medición de rendimiento de loa alumnos para monitorear la superación de sus dificultades.
3). Dada la precariedad de la formación y desempeño docente, acordamos:
A) Suspender el ingreso a todos los ISP y facultades de educación hasta que éstas se hayan acreditado y evidenciado capacidad para formar adecuadamente a los maestros.
B) Aumentar sueldos solamente a los profesores que hayan evidenciado suficiencia en su actividad docente.
4). Dada la inexistencia de indicadores y evaluaciones de desempeño de directores, profesores y alumnos, acordamos, que en un plazo de 6 meses se establezcan dichos indicadores y que semestralmente se reporten los resultados de las evaluaciones respectivas.
5). Dada la desarticulación intersectorial y la ineficiencia en el gasto sectorial en temas de infancia, acordamos: establecer una autoridad plenipotenciaria para asuntos de infancia, a la que reportarán los ministros de los sectores sociales, encargada de llevar coherentemente a los niños de 0 a 5 años todas las atenciones actualmente desperdigadas en los diversos sectores.
6). Dada la falta de rendición de cuentas respecto al impacto que tienen los recursos estatales colocados en la educación, acordamos: establece la interpelación sistemática de los ministros de asuntos sociales para que cada semestre reporten al congreso y al país, con indicadores precisos, los avances producidos en las metas establecidas en sus respectivos pliegos.

Si la educación agoniza, necesitamos sincerarla, y pasar de la poesía a la cirugía.