Si juzgáramos el ataque del gobierno a los procuradores anticorrupción en base a las reglas de funcionamiento de la corrupción en otros países, tendríamos que concluir que se quiere mantener callado y luego liberar a César Almeyda porque sabría demasiado. Sería bueno que Toledo y Ferrero hagan el deslinde para no inducir a error. Veamos cómo funciona la corrupción en otros países.

1) Los empresarios que se prestan a la corrupción la viven como un costo adicional o una merma en las utilidades, pero que sale a cuenta si se consigue un buen contrato.
2) Los funcionarios públicos que se enriquecen en el cargo lo ven como la retribución al activismo o inversión que permitió al partido llegar al poder-botín. Guardar, sin dejar huellas, las fortunas malhabidas de los corruptos es muy sencillo con los sofisticados sistemas de ocultamiento disponibles.
3) Los políticos y congresistas que se prestan a la corrupción usan su influencia para promover o detener leyes o acusaciones bajo un “toma y daca” de beneficio y protección mutuos.
4) La prensa que se presta a la corrupción canjea noticias, ataques o investigaciones por publicidad o cultivo de intereses específicos.
5) Los gobernantes corruptos aprovechan el poder para acumular evidencias y videos comprometedores de sus posibles rivales o acusadores, neutralizando cualquier acción futura en su contra.
6) Los miembros de las mafias detectados en flagrantes ilegalidades van a prisiones doradas por una temporada vendiendo su silencio a cambio de un juicio benévolo y la retención de las utilidades generadas por la corrupción.

Así las cosas, los corruptos se protegen mutuamente impidiendo que ningún escándalo se tumbe al gobierno, salvo que medie un serio conflicto entre gobernantes y allegados íntimos.
¿Qué pueden hacer los ciudadanos decentes, los empresarios y periodistas incorruptibles, los funcionarios públicos, políticos y jueces honestos para romper este sistema casi perfecto de corrupción? Los comunicadores, investigarlos y denunciarlos. Los procuradores, acusarlos sin tregua aun luego de ser despedidos. Los que tienen aptitudes para ser líderes políticos, ofrecerse para renovar la vida política y auditar el pasado una vez que lleguen al poder. Los electores, preguntarse antes de votar: ¿qué evidencias tengo de la limpieza ética y carácter incorruptible del candidato al cual entregaré mi voto? Sólo una fuerte alianza entre ciudadanos, funcionarios, personalidades y líderes con solvencia moral, y electores interesados en la limpieza ética, podrá cambiar las cosas.