La historia del Perú ha sido la historia de sucesivos ciclos de corrupción seguidos por muy breves periodos de reforma anticorrupción detenidos por el peso de vastos intereses personales contrarios a frenar la corrupción. Alfonso Quiroz calcula que entre lo años 1,820 y 2,000 las pérdidas directas e indirectas para el estado por corrupción, malversación, colocación ineficiente o improductiva de fondos con fines de corrupción, equivalían continuamente entre el 30% y 40% del presupuesto nacional; entre el 3 y 4% del PBI al año.
(Corrupt Circles: A history of unbound graft in Peru, 2008, Pag. 432)

 

Si para lograr el desarrollo del país se requiere un crecimiento anual entre 5 y 8% del PBI, estamos hablando de una pérdida del 50% de los recursos necesarios para llegar al nivel de país desarrollado. A ello se suman los costos no monetarios de convertir la corrupción en un componente estructural endémico del quehacer político y público del país, un factor de motivación para los golpes militares y la instalación de gobiernos autoritarios y dictaduras que agregan más impedimentos a nuestro ideal de sociedad formal, disciplinada, respetuosa del estado de derecho, la democracia y los derechos humanos.

 

Esta presencia sistemática de la corrupción estaba íntimamente ligada a la tradición política e institucional que centralizaba el control del patrimonio nacional y los poderes ejecutivos, sin el correspondiente control y rendición de cuentas.

 

¿Se imaginan que ese 3% del PBI robado por la corrupción se hubiera invertido sistemáticamente en la educación para llegar al 6% del PBI como lo hicieron los países desarrollados? El Perú podría tener hoy la mejor educación del mundo. Lamentablemente, tenemos una de las peores, gracias a la corrupción.

 

¿Todavía es posible sostener que a un gobierno que haga obras se le puede perdonar la corrupción? ¿Que malversar con obras públicas, coimear a los ofertantes en licitaciones, comprar los bienes y servicios que dejen la mayor tajada –aunque no sean los apropiados- es perdonable por compensación de las obras que sí quedan visibles?

 

Pensemos en lo que se dejó de hacer por la corrupción. Quizá eso oriente mejor nuestros futuros votos.

 

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