Iris Rotberg comparó las reformas educativas en EEUU, Inglaterra, Turquía, Suecia, Alemania, Israel, Canadá, Sudáfrica, China, Rusia y Francia para conocer los problemas comunes y las soluciones propuestas (EdWeek, 9/2/2005, “U.S.Education in a Global Context”). Encontró:
1). Ningún país ha logrado cerrar la brecha en el rendimiento escolar entre alumnos de procedencia socioeconómica alta y baja, aunque en países como Suecia las diferencias son menores por ser sociedades más homogéneas. La brecha se agranda en países que tienen bolsones de pobreza que incluyen a inmigrantes y grupos étnicos, culturales y lingüísticos desfavorecidos.
2). Hay un financiamiento discriminatorio en función de la lejanía de la escuela con respecto a los centros urbanos de poder. A más lejanía, menos financiamiento.
3). Ningún país ha encontrado la fórmula para resolver estas disparidades, aunque algunos han logrado amenguarlas mediante políticas de descentralización curricular y burocrática, y diversificando los modelos pedagógicos y de gestión.
4). La política de “pedir cuentas” a la escuela mediante pruebas de rendimiento escolar tomadas a los alumnos sólo es agresiva en EEUU, que aplica pruebas en todos los grados. En cambio, en los otros países se usan las evaluaciones básicamente para definir el ingreso de los alumnos a la educación secundaria o a la universidad, o como examen para graduarse al finalizar la secundaria. A diferencia de los otros países, en EEUU se responsabiliza a los profesores por el desempeño de los alumnos, con premios o deméritos que afectan la continuidad laboral y las remuneraciones.
5). La pregunta sobre qué país tiene la mejor educación requiere definir previamente qué es la “mejor educación”. ¿Es la que logra retener más alumnos hasta el final de la secundaria? ¿Es la que logra que los alumnos saquen los mejores puntajes en las pruebas nacionales o internacionales? ¿Es aquella cuyos egresados acceden a las mejores universidades? ¿Es aquella en la que hay un clima de comunicación y aprecio mutuo?
Ninguna reforma debería ser copiada de otro país olvidando que cada una responde a sus propias metas, valores, tradiciones, grupos de interés, alianzas políticas, modelos económicos, resistencias al cambio, niveles de pobreza, organización sindical, etc. El Perú debería dejar de idealizar las propuestas de lo que conviene o no que nos traen los consultores y la cooperación internacional para ensayar nuestras propias propuestas, “a la peruana”, sin tabúes ni clisés, bajo las orientaciones del Consejo Nacional de Educación.