Versión PDF de la entrevista a León Trahtemberg sobre su visión sobre los buenos colegios y cómo escogerlos
ANTECEDENTES DE LA INMIGRACIÓN JUDÍA
El siglo XIX en Europa fue un escenario de violenta confrontación entre las jóvenes fuerzas liberales y las antiguas alianzas conservadoras que habían dominado Europa por siglos y tuvieron excluidos a los judíos de la igualdad de derechos civiles y políticos. Obviamente los judíos estuvieron del lado liberal, que sufrió duramente al colapsar la Revolución de 1948. Entre los 10 millones de europeos que migraron principalmente a las ciudades atlánticas de América a raíz de las subsecuentes persecuciones y crisis económica, hubo muchos judíos, la minoría de los cuales llegaron a las ciudades del Pacífico, incluyendo las del Perú.
Este era un país que ya había experimentado una importante inmigración de negros para el trabajo agrícola, construcción de ferrocarriles y explotación del guano, a la que luego siguieron inmigraciones de polinesios, chinos y japoneses llegados mediante contratos de importación de mano de obra. En realidad la política peruana era la de alentar inmigrantes europeos, pero como estos preferían países más atractivos como Argentina, Uruguay y Brasil, el gobierno peruano se resignó a recibir otros grupos étnicos.
Sin embargo hacia 1923, frente a las migraciones de indígenas y provincianos peruanos hacia las ciudades de las costas, y el desarrollo de corrientes intelectuales indigenistas nacionalistas, se prohibió la inmigración de asiáticos. Para entonces ya se había producido una segunda ola de inmigración judía que trajo al Perú unos 2,000 judíos procedentes de Rusia, Rumanía, Polonia y Turquía. Hacia los años 1930´s se restringió también la inmigración europea, limitándola a gente con profesión, dinero o capacidad de aporte tecnológico, lo que permitió la llegada de algunos judíos de Alemania que se dedicaban especialmente a la medicina, ingeniería y música.
PRESENCIA DE JUDIOS EN LIMA EN EL SIGLO XIX
Bajo este telón de fondo regresemos hacia 1850 año en el que diversos documentos ya dan cuenta de la presencia de judíos en el Perú, en su mayoría alemanes, prusos, franceses e ingleses quienes se desempeñaban como industriales, banqueros, joyeros, ingenieros, comerciantes y representantes de firmas europeas. Se puede leer en “El Comercio” de la época la publicidad de la firma “Jacobo Stein y Cia.” (26/11/1852) que vende ropa femenina, la dulcería “Phailes y Blanc” (14/1/1853) y la tienda de cigarrillos y habanos de los hermanos Cohen (1855).
Hacia 1858 llegó de París el joyero e importador de telas alsaciano Augusto Dreyfus, pariente del famoso banquero Isaac Dreyfus, quien en 1869 creó una empresa para comerciar con el guano peruano, suscribiendo el famoso y polémico contrato entre Dreyfus y el gobierno peruano (París 5/7/1869, ratificado por el Congreso peruano el 11/11/1879.
También la familia Rotschild se hizo presente en el Perú a través de los hermanos Segismundo y Fernando Jacobi que fueron los primeros en establecer en Lima una Casa de Cambio. Por su parte Paul Ascher fundó la Bolsa Comercial del Perú y fue el primer corredor de bolsa acreditado en Lima.
Los judíos se fueron integrando a la vida social de sus paisanos en el Club Inglés y el Germania, y varios se dedicaron a las carreras de caballos y figuran en 1864 como fundadores de la “Sociedad de Carreras”, el actual Jockey Club del Perú. No habiendo muchas damas judías entre los inmigrantes, éstos contrajeron matrimonio con damas peruanas, siendo el primero de estos matrimonios el de Max Bromberg e Isabel Lazurtegui, el 16 de abril de 1865.
CEMENTERIO JUDÍO
Hacia 1868 se produjo en Lima una devastadora epidemia de fiebre amarrilla que produjo la muerte 6,000 personas, entre ellas 10 judíos. Hasta entonces, los 25 judíos fallecidos desde 1861 habían sido enterrados en el antiguo cementerio británico pero ante la concentración de muertos en un solo año, decidieron unirse en una asociación judía que se ocupara de atender el ritual del entierro y ocuparse luego de las viudas y huérfanos. Así fue como en 1869 los judíos constituyeron la “Sociedad de Beneficencia Israelita (de 1870)” que en 1875 adquirió el Cementerio Judío de Baquíjano. En su placa inaugural se observan los nombres de las 86 cabezas de familia, lo que significa que en total hubo unos 300 judíos en aquella época, que por falta de nuevos migrantes y de mujeres judías fueron abandonando la vida judía conforme se acercaba el siglo XX.
La historia de este cementerio está íntimamente vinculada al inversionista ferrocarrilero norteamericano Enrique Meiggs, quien trajo consigo a varios ingenieros judíos que lograron que él donara un terreno aledaño a la ruta del ferrocarril de Lima a Callao, por el que cobró simbólicamente un centavo por vara cuadrada. Además fue él quien consiguió el permiso de funcionamiento del cementerio aprovechando la influencia de la legación norteamericana en el Ministerio de Relaciones Exteriores.
LA GUERRA CON CHILE (1879)
En la guerra con Chile los judíos apoyaron los esfuerzos militares peruanos. Hubo varios héroes judíos, como el hacendado Gustavo Badt quien con su dinero formó la Unidad Militar Huáscar en el pueblo de Magdalena, conformádola con parientes, amigos y peones de su hacienda Matalechusita.
Otro de los héroes fue el Capitán Enrique Oppenheimer, quien sirvió en el cuerpo “los mosqueteros” al mando del Mariscal Cáceres, siendo herido en el combate de San Juan y Mira flores. Recuperado, se incorporó a la Campaña de la Sierra hasta que murió en Huamachuco el 10 de julio de 1883.
Por su parte los comerciantes y financistas judíos aportaron recursos y préstamos para la guerra, quedando en la ruina después de la derrota, la cual significó un duro golpe a la continuidad judía porque canceló su sueño de levantar una sinagoga y un colegio. Hacia fines del siglo XIX, prácticamente desaparecieron los judíos de Lima.
JUDÍOS EN EL ORIENTE PERUANO
Más bien en la selva loretana desde 1880 se instalaron jóvenes aventureros judíos marroquiés procedentes de Manaos y Belén do Pará en Brasil, quienes llegaron navegando a través del Amazonas en busca de fortuna, en la época del caucho. Ellos convirtieron a Iquitos en el principal centro de exportación de caucho e importación de bienes europeos. Los judíos promovieron el trueque e intercambio comercial a través de los barcos que a manera de bazares flotantes llegaban a todos los pueblos de la Amazonía llevando telas, herramientas, maquinaria, golosinas, libros, vinos, etc. y recogiendo caucho para la exportación. Varios judíos tuvieron hijos en los más diversos pueblitos de la Amazonía. Hacia 1910 habían unos 200 judíos radicados en Iquitos donde se integraron a la vida social y municipal, habiendo sido elegidos varios de ellos alcaldes de esos pueblos. Entre ellos Benjamin Medina (1877-79), Victor Israel (1917, 1918, 1920), Salomón Joseph Deyfus (1952-6), Willy Benzaquen (1962-3) que fueron alcaldes de Iquitos; Shalom Benhamu en Yurimaguas; Lazaro y Meier Cohen en Pucalpa.
Nuevamente, la falta de mujeres judías devino en la formación de hogares con damas indígenas, cuyos descendientes aún perduran hasta hoy en la pequeña comunidad judía de Iquitos de la que han surgido personalidades como los diputados de Acción Popular Teddy Bendayán y Wilson Benzaquén,(1980-85).
VIDA JUDIA EN LIMA Y PROVINCIAS
La segunda ola de inmigración judía a Lima se remonta a principios del siglo XX. Eran principalmente sefarditas procedentes de Turquía, a los que se agregaron en la década siguiente judíos askenazitas procedentes de Polonia, Rumanía y Rusia. Los primeros inmigrantes llegaron con algunos recursos y lograron instalar pequeñas empresas, pero hacia los años 20’s los inmigrantes europeos llegaban muy pobres, procedentes de la arruinada Europa de la Primera Guerra Mundial.
Ellos recibieron el apoyo de sus correligionarios consistente principalmente en dotaciones de mercaderías (principalmente telas y pasamanería) que éstos llevaban a las provincias para vender a crédito. De este modo los judíos viajaron por todo el Perú, y con el tiempo se quedaron a radicar en ciudades como Ica, Arequipa, Trujillo, Chiclayo, Piura y Huancayo. Observando el desarrollo de la inmigración judía en el siglo XX es posible identificar un claro patrón de conducta.
1). Los inmigrantes llegaban a Lima y de allí muchos se dispersaron hacia las provincias, llegando a ser unos 1,500 en los años 1940’s. A partir de entonces, empezó un lento proceso inverso de migración hacia Lima que duró unos 20 años, aunque fue más rápido hasta mediados de los 1950’s época en la que había unos 4,000 judíos en el Perú. Para 1965, ya no quedaban núcleos judíos en provincias. Las pocas familias que quedaron generalmente tenían una parte de su familia en Lima y viajaban con cierta frecuencia a la capital para fines comerciales, familiares y rituales.
2). Prácticamente todos los inmigrantes que fueron a provincias, con la excepción de los profesionales alemanes, se dedicaron a ser vendedores ambulantes de telas y pasamanería. Poco a poco fueron ampliando su actividad, comprando oro, plata, granos y pieles que traían a Lima para su comercialización.
Los Decretos Supremos del Gobierno de Benavides en l936 restringieron el comercio ambulante exigiéndole a los comerciantes establecerse en locales fijos, lo que obligó a los judíos a concentrarse en bazares vendiendo telas, ropa, locería, etc. Algunos se iniciaron en la manufactura industrial de muebles, peletería y confecciones.
3). Entre los profesionales que llegaron al Perú hubo músicos, médicos, ingenieros y científicos sociales, que dictaron cátedra en universidades nacionales como San Marcos, Huamanga y Trujillo. Los músicos judíos en 1938 fundaron la Orquesta Sinfónica Nacional que por años fue dirigida por Theo Buchwald e integrada por connotados músicos judíos como Bronislav Mitman (quien luego fue el Director de la Banda de Musica de la Guardia Republicana), Edgar Heyman y otros (Rodolfo Holzmann, Adolfo Berger, Max Bremer, Leopoldo Palm, Ernst Lewitus, Hans Lewitus, Hans Prager, y desde 1950 Yolanda Kronberger).
Algunos judíos se fueron a vivir a las provincias, donde era más fácil revalidar títulos y encontrar trabajo, especialmente los médicos y farmacéuticos, como el pediatra Samuel Geller en Ica y el Dr. Hans Ruhr en Huancavelica y Huancayo. El químico farmacéutico Jacques Alcabes fue Rector de la UN de Huamanga y el Dr Kurt Mayer fue rector de la UN de Trujillo, donde descolló el arqueólogo Hans Horkhemier descubridor de la fortaleza de Chancay y las Murallas de Huaura por lo que fue condecorado con la Orden del Sol en 1965.
4). Los principales asentamientos judíos en provincias, (a excepción del ya mencionado caso de Iquitos) se ubicaron en las ciudades a las que había acceso directo por las carreteras o líneas férreas, como Huancayo, Arequipa, Trujillo, Chiclayo, así como en las ciudades que tenían acceso directo a un puerto marítimo, como Callao, Mollendo, Salaverry, Etén, Paila y Talara.
Todo esto resulta comprensible por la naturaleza de la actividad comercial que realizaban, que requería un constante movimiento terrestre y a veces marítimo entre ciudades, así como facilidades para recibir las mercaderías desde los diversos polos de desarrollo comercial que habían en el país.
5). Los judíos inmigrantes supieron llenar un vacío que existía en la actividad comercial, con las ventas ambulantes y al crédito (cobraban semanalmente a sus clientes hasta que cancelaban las deudas), a las que los habitantes nativos no estaban acostumbrados. Ese mismo patrón de intercambio comercial se repitió en la selva por la vía marítima del Amazonas.
Esto le permitió a los judíos progresar económicamente y así ganar la seguridad que les hacía falta por haber sido muy pobres cuando se iniciaron.
Simultáneamente, su gran dinamismo favoreció marcadamente el desarrollo económico de las ciudades peruanas en las que vivieron, ya que conectaron comercialmente a las ciudades entre sí, abriendo mercados tanto a los comerciantes e industriales de Lima como a los de provincias.
En una época como la actual en la que los nacionalismos xenofóbicos europeos desprecian a los inmigrantes, bien vale la pena tomar nota de lo que los inmigrantes judíos le aportaron no solo a los EE.UU., Inglaterra o Francia, sino también a países como el Perú. Los judíos del siglo XIX ayudaron a la integración comercial internacional, a través de sus especialidades como agentes de empresas europeas, y contribuyeron como profesionales en rubros como la geología y la ingeniería, para la construcción de líneas de ferrocarril y planificación urbana. También hubo economistas y capitalistas independientes que desarrollaron el comercio de piedras preciosas y joyas, bolsa de valores, casas de cambio cigarrillos y negocios de importación y exportación do telas, guano minerales y algodón. Los judíos del siglo XX, tanto en las ciudades costeñas como en la selva, tuvieron aportaron notablemente a la integración nacional, expandiendo su desarrollo comercial, industrial y los servicios de salud, que eran tan escasos en esos tiempos.
6). Los judíos desarrollaron su vida social en dos mundos. Por un lado al interior de las comunidades judías, donde compartían su idioma ancestral, comidas, costumbres, rituales, actividades de ayuda mutua, y por otro lado el mundo de la calle y la ciudad, llegando a acceder a importantes cargos públicos y a recibir diversos reconocimientos oficiales, de los cuales escucharemos en las diversas charlas que conforman este coloquio.
7). Los rituales y rezos judíos se realizaban en Trujillo, Arequipa, Callao, en locales alquilados para servir como clubes sociales y sinagogas, mientras que en otras ciudades se realizaban en casas de los judíos más conocedores de la tradición. Para las circuncisiones, matrimonios y festividades los judíos de las provincias apartadas se trasladaban a las capitales de departamento más cercanas donde podían incorporarse a los servicios religiosos que se realizaban de acuerdo a la ley judía.
8). Los judíos que llevaban su vida comunitaria en Lima lo hacían en tres congregaciones separadas, la alemana, la sefardita y la askenazita. Sin embargo, a raíz de la 2da Guerra Mundial, se unieron todos los judíos para defenderse de los brotes antisemitas y para apoyar las campañas judías en favor de las víctimas del Holocausto. Para esa época compartían el mantenimiento de un Hogar para Inmigrantes (1939) y el cementerio judío (1940), y para facilitar su representatividad jurídica crearon en 1942 una institución que fue la antecesora de la actual Asociación Judía del Perú. En 1946 crearon el Colegio León Pinelo a raíz de la negativa de los más prestigiados colegios de Lima de recibir a los alumnos judíos y en consonancia con el interés comunitario de garantizar la continuidad judía de las próximas generaciones. Ese mismo año se congregaron intelectuales peruanos como José Gálvez, Cesar Miró, Manuel Beltroy con las principales personalidades judías locales y crearon el comité Peruano Pro Palestina Hebrea que tuvo un excelente desempeño para promover la Partición de Palestina y la creación del Estado de Israel, que hasta hoy mantiene con el Perú un vínculo de gran aprecio y colaboración.
9). Precisamente la continuidad judía expresada en la educación y los matrimonios de los hijos fue el factor motivante para que los judíos de provincias retornaran a Lima para asistir a las universidades y socializar con otros jóvenes judíos para contraer matrimonio.
Lima ofrecía además un potencial económico mayor que las provincias, además de sinagogas, movimientos juveniles, colegio judío y servicios de rabinato que no habían en provincias. Fue así que poco a poco los judíos de provincias migraron a Lima hasta que a mediados de los 1960’s prácticamente no quedaron judíos en provincias, terminando así este capítulo de retos y logros de ,os judíos en las provincias del Perú. Curiosamente hoy en día ya podemos apreciar un proceso de descentralización de los negocios de muchos emprendedores judíos que descubren el enorme potencial económico de las provincias.
10). La mayoría de los testimonios de judíos que residieron en Lima y provincias coinciden en señalar que los peruanos fueron muy hospitalarios con ellos y casi no se recuerdan incidentes antisemitas o expresiones de xenofobia. Sin embargo, quedan recuerdos muy tristes de la 2da Guerra Mundial, particularmente porque el gobierno de Prado no se comportó a la altura de la circunstancias. El gobierno peruano dio instrucciones precisas para negarles las visas a los judíos que fugaban del horror nazi, e inclusive aquellos que obtenían alguna visa tuvieron que sortear infinidad de obstáculos para poder entrar finalmente al Perú.
Uno de los casos más sonados fue la respuesta negativa del gobierno peruano al pedido del “Congreso Judío Mundial”, para que el Perú, al igual que otros diversos países del mundo, aceptaran admitir niños judíos huérfanos de guerra que iban a ser íntegramente mantenidos y educados por cuenta de los judíos residentes en el Perú. El gobierno peruano a través del canciller Dr. Solf y Muro rechazó en 1944 el pedido de admitir 200 niños judíos de 4 a 10 años de edad que luego murieron en Auschwitz. Dicho sea de paso, 22 judíos peruanos que estaban en Europa y fueron detenidos por los nazis murieron en Auschwitz, entre ellos los Lindow y los Baruch.
Hay dos circulares vergonzosas de la cancillería peruana de 1938 y 1942 de los gobiernos de Benavides y Prado que nuestra academia diplomática y Cancillería deberían tener presentes, que ordenan específicamente a los cónsules peruanos en todo el mundo que no otorguen visas ningún judío, en plena Segunda Guerra Mundial. Dice el documento del 9/9/1938 “En consecuencia, cumplo instrucciones del señor Ministro del Ramo al manifestarle que debe usted negar la visación de pasaportes, aunque fuera para clase de turistas, agentes viajeros u otros a los individuos de cualquier nacionalidad cuyo origen judío se reconozca por ese consulado en razón de los nombres que lleven, de las señales étnicas que ostenten o de cualquiera información verídica que pudiera haber llegado a su conocimiento. Desde este momento, pues, los Consulados de la República en el extranjero deben considerar prohibida sin excepciones de ningún género la inmigración judía al Perú”.
EPILOGO
He querido terminar mi exposición con esta nota triste, no para opacar el reconocimiento que merece esta linda tierra peruana por la grata acogida y las oportunidades de desarrollo que sus pobladores le dieron a los inmigrantes judíos. Lo hago por otras dos razones. Primero, para regocijarnos con el contraste, que nos muestra hoy en día un país en el que los judíos gozan de plenos derechos civiles y políticos, lo que nos ha permitido desempeñarnos en todos los campos de la actividad económica, intelectual y política, como cualquier otro peruano, incluyendo los cargos de ministros y congresistas.
Junto con ello, me parece importante dejar constancia que en el Perú ha habido antisemitismo y discriminación contra los judíos en diversos momentos de su historia, y esos recuerdos deberían servirle a los no judíos para entender nuestra susceptibilidad hacia el tratamiento hostil que a veces se detecta en el tratamiento de las noticias que involucran a judíos o al estado judío, Israel.
Debemos entender que el mundo está jugando minutos decisivos que habrán de definir si triunfarán los fanatismos y las dictaduras intolerantes, o si prevalecerán las democracias y el respeto a los Derechos Humanos. En su historia reciente el Perú ha vivido ambas experiencias y ha podido reconocer lo que significa perder una democracia y el respeto a los derechos humanos y también lo que significa intentar recuperarlos. Pero estos derechos no se pueden reclamar solo para unos y no para otros. Nos queda a los peruanos la tarea de disolver los prejuicios y discriminaciones que aún persisten en relación a los negros, cholos, indígenas, asiáticos, judíos y en algunos casos las mujeres. En esa lucha contra la discriminación y contra el juicio estereotipado de sus calidades humanas basados en su género, origen étnico o creencia religiosa, debemos estar juntos todos los peruanos.
Dios lo permita. Gracias.