Leyendo el interesante artículo de Jürgen Schüldt “La lógica política económica del gobierno” en la revista Punto de Equilibrio (#96, dic. 2007, Universidad del Pacífico), me choqué con una expresión que me quedó dando muchas vueltas en la cabeza. Decía: “…conscientes que en el mercado mundial ya no queda mayor espacio para nosotros, ni como productores de bienes industriales o servicios intensivos en tecnología, ni para especializarnos en mercaderías intensivas en trabajo de la industria manufacturera o la maquila”. Aludía a que el Perú tiene que competir con economías gigantes como China, India, Rusia y otras asiáticas que logran llenar los mercados mundiales con manufacturas y servicios masivos a menores costos que el Perú, tanto por la escala, los menores costos laborales, sus avances tecnológicos, el alto nivel de calificación de sus trabajadores, su mayor productividad, así como por su conocimiento del mercado mundial y su mayor poder de negociación. Hace tiempo vengo preguntándome qué opciones tiene el Perú de competir en el mercado mundial con bienes manufacturados terminados y servicios de calidad que sean producidos con un alto valor agregado de los peruanos que los producen. No me refiero a competir con lo que produce un grupo empresarial con un pequeño núcleo de profesionales que dirigen una empresa y que para su operación, además de contar con sofisticadas máquinas automatizadas, contratan las capacidades físicas de miles de mineros y campesinos (con sueldos cercanos al mínimo), con lo que logran colocar minerales y vegetales en los mercados mundiales. Me refiero a diversos productos y servicios cuyo valor agregado repose en la inteligencia, creatividad, habilidad intelectual y uso intensivo de tecnología por parte de sus trabajadores, con los cuales podamos abrirnos un espacio en el mercado mundial de bienes manufacturados y servicios de calidad producidos localmente o a distancia. No encuentro otra respuesta que no sea la de ubicar los nichos de actividad o producción en los que tenemos y podríamos tener ventajas competitivas en el presente y el futuro previsible, y apostar intensivamente a una educación de calidad que provea a los escolares y universitarios de los contenidos y desarrollo de habilidades que se conecten con esos nichos, de modo que en el mediano plazo podamos hacernos presentes en el mundo de igual a igual. El ministro Chang ha anunciado una próxima reforma curricular. ¿No sería bueno que el debate de este tema anteceda a la reforma para proveerle de insumos relevantes?