“La Educación que Queremos 2006-2011” fue el título del Intercampus que organizó la Universidad del Pacífico el 1 de marzo, una especie de miniCADE de la educación apoyado por el Consejo Nacional de Educación y Foro Educativo. Las exposiciones de las propuestas educativas debían estar a cargo de los cuatro candidatos presidenciales con mayor intención de voto.
Lo primero que hay que señalar es que tamaña oportunidad fue desperdiciada por Alan García y Ollanta Humala, que no asistieron (delegaron en Mercedes Cabanillas y Edmundo Murrugarra), a diferencia de Valentín Paniagua (que al menos envió un video) y Lourdes Flores, que fue la única en asistir personalmente. Que tres de los cuatro candidatos presidenciales más populares no asistieran al mayor evento preelectoral de presentación de los temas educativos, al que fueron invitados con mucha anticipación, tiene un gran valor simbólico. Ese ha sido siempre el nivel de importancia que ha tenido la educación en la agenda de la mayoría de nuestros políticos, más allá del floreo verbal que sueltan en sus mítines y declaraciones.
Lo segundo que se nota es que muchos candidatos depositan el tema educativo en uno de sus técnicos, que se convierte en “la voz de la educación” para su partido, lo que no necesariamente garantiza que lo planteado sea lo que el propio candidato piensa o realizaría en caso de ser elegido Presidente.
Lo tercero que cabe señalar es que no hubo nada nuevo en ninguna de las presentaciones. Siguen dando vuelta en torno a los lugares comunes, que se encuentran en cualquier discurso electoral latinoamericano sobre políticas educativas, sin tocar carne. Es decir, ninguna de las insinuaciones de que requerimos una revolución educativa está sustentada siquiera por una propuesta que de verdad se confronte con las estructuras vigentes y los paradigmas convencionales, mostrando cómo se pueden dar verdaderos saltos en la calidad y equidad educativa en el corto plazo. Seguimos con el cuento de que si aumentamos el financiamiento y mejoramos los salarios magisteriales a cambio de sus méritos, con algo de autonomía escolar haremos una gran revolución educativa. Eso no lo han logrado con más recursos los chilenos, argentinos, brasileños ni mexicanos, nuestros compañeros de tragedia educativa, según PISA. Revolucionar no equivale a más de lo mismo. El tema pasa por otro lado, y aún no nos dicen por dónde.
Queda un mes de campaña…