Los congresistas le preguntan a la Ministra de Educación Patricia Salas por qué no continúa con las capacitaciones docentes, cuando no hay ningún estudio de impacto favorable. Por qué no hizo caso al CNE para implementar una CPM, cuando el mismo CNE sugirió reformularla. Por qué no impulsó las olimpiadas de matemáticas, cuando los ganadores anteriores tenían que mendigar pasajes para viajar a concursos mundiales cuyo costo el ministerio de educación no cubría. Por qué no siguió con los concursos de profesores para ingresar a la CPM, cuando cada año se presentaban menos profesores por haberse desprestigiado la convocatoria. Por qué entre las decenas de interlocutores con los que el Minedu consulta sus políticas, también aparece el Sutep. Por qué no expulsa del magisterio a profesores adherentes al Movadef, cuando el mismo Congreso no ha generado las leyes que lo tipifiquen expresamente como causa inhabilitadora. Por qué el ministerio no impide que se paguen sueldos a maestros huelguistas, cuando eso lo deciden los gobiernos regionales. Por qué el ministerio quiere reformular un currículo, cuando de acuerdo a las evaluaciones del propio Minedu aprista, solo producía mayoritariamente alumnos incapaces de lograr lo esperado, ya desde el 2do grado. Por qué se parece tanto la Ley de Reforma Magisterial a la Ley de Carrera Pública Magisterial (¿?).Etc.
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Bastaron dos congresistas apristas (Mulder y Velasques Quesquén) para movilizar a los del PPC y Fujimorismo para apoyar argumentos bastante insulsos y torpemente redactados para sancionar a la ministra Salas por no continuar con las políticas del quinquenio anterior que no dieron buenos resultados (según todas las evaluaciones objetivas existentes). La verdad es que podrían haber hecho mejores preguntas, más inteligentes.
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Por lo dicho, el problema era básicamente político. La oposición necesitaba atacar a la ministra Salas, que sin duda ha cometido importantes errores de comunicación y acción política explícita, porque aparecía como la más débil y menos popular del gobierno. Quería mandarle un mensaje al gobierno sobre el peso de la oposición.
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En todo caso, algún efecto de desintoxicación política se producirá, en vísperas de la próxima presentación del Primer Ministro Jiménez al Congreso.
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NOTA ADICIONAL: Si después de 12 horas de «debate» ningún congresista ha cambiado de opinión -porque venían con la consigna o decisión tomada de la bancada previa a la interpelación- ¿qué los diferencia de Rober Huaynalaya, Gregorio Santos, y tantos otros fundamentalistas con quienes no se puede dialogar porque no están dispuestos a moverse una pizca de su posición inicial?
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