Promesas electorales: educación gratuita de calidad para los 12 millones de peruanos de 3 a 24 años con derecho a ella en un país con sólo 2.7 millones de contribuyentes con impuestos a la renta… IMPOSIBLE. Alfabetización universal de 3 millones de analfabetos, que principalmente son mujeres, rurales y mayores de 35 años que viven en lugares a los que rara vez llega el siglo XX… IMPOSIBLE. Subir del 3% al 6% del PBI la inversión estatal en educación en el quinquenio… IMPOSIBLE. Renovar y actualizar la fuerza docente sin evaluaciones que permitan estimular diferencialmente a los más competentes y el recambio acelerado de los incompetentes… IMPOSIBLE.
Nuestros dos candidatos quizá no saben que la educación escolar pública gratuita de calidad cuesta anualmente por alumno 6,000 dólares en Canadá, 5,000 en Europa y Japón. En EEUU cuesta 8,000 dólares al año y en Chile 2,000. En el Perú, el Estado invierte apenas 300 dólares al año por alumno. A nivel universitario estatal, el Perú invierte 800 dólares anuales por estudiante frente a los 8,000 dólares anuales de las universidades privadas líderes. Las universidades públicas norteamericanas cuestan 30,000 dólares (aunque se subsidian hasta el 50%) y las universidades privadas más reputadas de EEUU cuestan 45,000 dólares anuales. Competir con ellas… IMPOSIBLE.
En el Perú, el barrendero, campesino y subempleado, cuyos hijos probablemente jamás llegarán a ser universitarios, financian con los impuestos que pagan al comprar pan y leche a los estudiantes de medicina (muchas veces de clase media o alta) que estudian gratuitamente en las universidades estatales y que cuando sean médicos y tengan altos ingresos no tendrán ninguna obligación de retribuir un centavo a las universidades que al formarlos les dieron las herramientas para su enriquecimiento personal.
Es evidente que con los esquemas de financiamiento, legislación, organización y escaso uso de tecnología del sistema educativo peruano vigentes actualmente –y que ningún candidato ha cuestionado frontalmente–, no habrá educación pública de calidad para nadie en el próximo quinquenio, con lo que seguiremos condenados a la supervivencia perpetua de la mediocridad educativa.
El Consejo Nacional de Educación ha hecho enérgicas alertas y demandas para cambiar esto vía Proyecto Educativo Nacional. Los candidatos deberían comprometerse a apoyarlo; si no, dejarán pasar las oportunidades del siglo XXI por mantener anclada nuestra educación en el XIX.