Una de las ideas más sencillas y mejor vendidas en la pedagogía es la de la ecuación “a menor número de alumnos por docente en clase, mejores aprendizajes”. Suena lógico. Se trataría de aulas menos ruidosas, con atención más personalizada, menos comportamientos perturbadores, más discusión abierta, mejor control de tareas, mejores hábitos de estudio, posibilidades de elevar la autoestima y posiblemente lograr otros rasgos cognitivos beneficiosos en los alumnos. Su inconveniente principal también es obvio. Como exige más docentes, más aulas, con su correspondiente equipamiento, resulta más costoso y demanda una capacitación adicional para que los docentes puedan aprender los métodos apropiados a la educación personalizada.
En una situación debidamente controlada, en EE.UU. el Proyecto STAR (Tennessee) y SAGE (Wisconsin) mostraron resultados favorables a esta reducción. El Proyecto Star (student- teacher achievement ratio) fue un programa de demostración con patrocionio estatal, a un costo de 12 millones de dólares, que hizo un seguimiento a 12,000 alumnos durante 4 años entre 1985 y 1989. Los niños que llegaban al pre escolar (5 años) eran asignados aleatoriamente a uno de tres tipos de grupos: un grupo pequeño de 13 a 17 alumnos, un grupo normal de 22 a 26 alumnos, o un grupo normal que contaba además del docente con un auxiliar en el aula. Los niños permanecían en cada categoría hasta el final de 3er grado (9-10 años) tras lo cual ingresaban a una clase normal en 4to grado. Los investigadores encontraron que mejoraba significativamente el rendimiento de los alumnos en aulas pequeñas, en 0.2 de la desviación estándar, avance que se podría apreciar desde 1er grado, especialmente en alumnos de minorías en los cuales las ganancias eran mayores.
Por su parte el estudio SAGE realizado por el estado de Wisconsin abarcó 5 años entre 1996 y 2001. Fue un estudio de pequeña escala, solo se redujo el número de alumnos por aula en 14 escuelas donde al menos 30% de los niños estaban debajo del nivel de pobreza. Entre pre escolar y 3er grado el número medio de alumno lo redujeron de 22.42 a 13.47 alumnos por aula. Este proyecto piloto abarcó a 64,000 alumnos a un costo de 103 millones de dólares, mostró que había una ventaja significativamente en el rendimiento de 0.2 de la desviación estándar con ganancias mayores en alumnos procedentes de minorías, exactamente igual que el Proyecto STAR.
Los críticos de STAR dicen que si bien los alumnos pueden obtener beneficios iniciales, los datos de STAR no sirven para demostrar que las ganancias persisten a lo largo de los años, porque es difícil aislar los factores que permiten el mejor rendimiento una vez que ingresan al 4to grado.
Inspirados por los logros de STAR y SAGE, el estado de California decidió encarar un programa masivo de reducción de alumnos por aula desde inicial hasta 3er grado, iniciado en 1996 hasta el presente, con 1´800,000 alumnos, a una inversión de 500 millones de dólares para reducir las aulas de 33 a 20 alumnos por aula, tanto en distritos pobres como en acomodados, pese a la aguda escasez de docentes cualificados, más aguda aún en las zonas de ingresos más bajos.
Sin embargo esta decisión terminó en un gran fracaso. Según reporta el artículo “La importancia del número de alumnos” de Ehrenberg, Brewer, Gamoran, Willms en la revista “Investigación y Ciencia” de enero 2002, el resultado ha sido insignificante. Apenas una mejora de 0.05 a 0.1 de la desviación estándar, sin ganancias mayores en las minorías.
Esta metodología, políticamente ventajosa pero pésimamente implementada, lo único que ha hecho es exacerbar las disparidades entre las escuelas públicas ricas y pobres de California. ¿Qué pasó?
Esta reforma se hizo sin haber tomado las previsiones respecto a contar con los maestros adecuados necesarios. Lo que ocurrió fue que los distritos con mayores recursos, que ofrecían mejores salarios, captaron a los docentes acreditados, buena parte de los cuales venía de los distritos pobres que por lo demás ya padecían de dificultades para reclutar y conservar buenos maestros. Frente a la succión de profesores, los distritos más pobres tuvieron que arreglárselas con personal poco experimentado y sin título de menor calidad.
La experiencia de California muestra que una estrategia reformista aplicada con escasa reflexión previa y dudosa inteligencia, puede consumir miles de millones de dólares y producir beneficios minúsculos e incluso pérdidas. Es evidente que la estrategia de reducción de alumnos solamente funciona bien en la medida que se cuente con docentes capaces de sacar provecho de la ventaja de la reducción. Una vez más, la calidad docente es la clave del éxito.