Recientes estudios realizados en Estados Unidos y Rumania que comparan el uso de computadoras en el hogar con el aprendizaje escolar revelan que el efecto resultante es insignificante o inclusive negativo.
Estos estudios están reseñados por Randall Stross en el New York Times (Computers at Home: Educational Hope vs. Teenage Reality del 9 julio 2010). Allí sostiene que el uso intensivo de la computadora en programas escolares como One Laptop Per Child o en el hogar por parte de adolescentes, constituye una pérdida de tiempo para fines educacionales.

 

Ofer Malamud (Chicago) y Cristian Pop-Eleches (Columbia) elaboraron el estudio “Home Computer Use and the Development of Human Capital” (NBER Working Paper No. 15814 March 2010). Viajaron en el año 2009 a Rumanía para recoger información de hogares de niveles socioeconómicos bajos que se habían acogido al programa de gobierno que les donaba un voucher de 200 euros para adquirir computadoras si es que calificaban hasta un determinado nivel de ingreso familiar.

 

Los economistas midieron el impacto que tuvo tener computadoras en el hogar en alumnos de clase media baja comparado con el de sus pares que no recibieron el subsidio por estar ligeramente por encima del punto de corte. Encontraron que no hay beneficios y más bien hay perjuicios una vez que llega la computadora a la casa. Si bien los alumnos desarrollan las habilidades cognitivas (test de Raven) y computacionales, cae el rendimiento escolar en matemáticas, inglés y lectura en rumano, aproximadamente en 1/3 de desviación estándar. Esto ocurre en un contexto en el que las computadoras se destinaron a jugar, desplazando el tiempo que antes dedicaban a tareas y lectura (y eso que aún no tenían acceso a Internet).

 

En North Carolina – Estados Unidos, Jacob L. Vigdor y Helen F. Ladd (Duke) reportaron resultados similares a partir de su investigación para el National Bureau of Economic Research, publicada en junio 2010. Analizaron la llegada de la banda ancha a North Carolina entre el año 2000 y el año 2005 y su efecto en los tests aplicados a alumnos de la baja secundaria. Los alumnos puntaron más bajo en matemáticas ni bien se instaló la banda ancha, y siguieron bajando conforme se amplió el servicio a más hogares. El efecto de la caída en matemáticas y lectura fue notorio en hogares de NSE bajos en los que posiblemente la falta de atención paterna les permite que pasen el tiempo jugando en lugar de estudiar y hacer las tareas.

 

En Texas – Estados Unidos, el estado destinó 20 millones de dólares para distribuir laptops para alumnos en 21 secundarias, que podían llevárselas a sus casas (experimento de 4 años en inmersión tecnológica). Otras 21 secundarias similares no las recibieron y fueron usadas como grupo de control.
La conclusión del Texas Center for Educational Research fue que solamente en las habilidades computacionales se cerró la brecha digital. En todo lo demás, no se encontró beneficios muy significativos o en todo caso hubo resultados mixtos, a pesar que los colegios configuraron las computadoras para bloquear el email, chateo, juegos y muchas webs no educacionales.

 

La conclusión del estudio señala que “no hay evidencia que vincule la inmersión tecnológica con el aprendizaje autodirigido ni su satisfacción general por el trabajo escolar”. Así, quienes creen que usando las computadoras los alumnos van a mejorar su aprendizaje escolar y que además se va a cerrar la “brecha digital” entre ricos y pobres tienen que revisar bien sus fundamentos.

 

Mi hipótesis sigue siendo la vencedora: no hay alternativa mas que tener buenos maestros. Solamente si la tecnología estará a cargo de maestros capacitados y de calidad, podrán sacarle provecho, tal cual ocurría con las tecnologías primitivas, desde antes de que existiese lápiz y papel.