El 27 de abril el presidente Obama habló ante la Academia Nacional de Ciencias y propuso devolver a la ciencia su lugar correcto en la agenda y presupuestos públicos, listando una serie de propuestas que abarcan desde el aula escolar, las corporaciones y los laboratorios hasta el mercado planetario. Se comprometió a dedicar más del 3% del PBI a la investigación (es 0.15% en el Perú) y nombró como asesores a notables científicos. Animó a la comunidad científica para que lleven los laboratorios a la sociedad, como emisarios de un movimiento nacional inspirador de jóvenes para dejar de ser consumidores y convertirse en creadores.

 

En relación a estos anuncios, Ralph Cicerone, presidente de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, editorializó en la famosa revista “Science” del 24 de abril señalando que la ciencia no se venderá por sí sola, y que el apoyo gubernamental no se incrementará si es que los científicos no aprenden a marketearla en la sociedad y en especial en el mundo de los políticos, medios y decisores. Para ello, deberían hacer un buen trabajo en mostrar cómo funciona la ciencia y cómo la investigación científica contribuye al progreso del país.

 

Algunas ideas que pueden funcionar son: lograr colocar a renombrados científicos como asesores en la presidencia y en el congreso; organizar visitas de congresistas, líderes políticos y empresariales a centros de investigación para que vean qué es lo que se investiga; invitar periodistas, personalidades públicas, alumnos de colegios, para que visiten laboratorios y les expliquen in-situ las implicancias de lo que hacen; etc. Así, los impactos positivos de la investigación científica que no siempre son visibles a la distancia se pueden volver concretos. En buena cuenta, los científicos tienen que contar sus grandes historias a la gente importante que está dispuesta a escucharlas.

 

Estas reflexiones pueden ser útiles también para la comunidad de científicos del Perú para recibir más reconocimiento, estímulo y presupuestos de parte de los decisores de las políticas de estado, que actualmente son mayoritariamente abogados y economistas que ignoran el significado de invertir de ciencia y tecnología.