En la Conferencia Anual de Ejecutivos (CADE 200-2001) el intelectual francés Ignacio Ramonet hizo una brillante exposición sobre las transformaciones que estaba sufriendo la cultura bajo el impacto de la era digital que vale la pena reseñar por su valor conceptual.
El sostiene que la informatización de las sociedades como producto de la tecnología digital está produciendo una mutación cultural similar a la de otras eras históricas: la del siglo XII en la que el molino da origen a nuevas modalidades de producción que establecieron las nuevas relaciones de poder de la edad media; la del siglo XVIII en la que la máquina de vapor sustituyó el músculo produciendo la revolución industrial, que dio origen a la clase obrera, el capitalismo y el socialismo de la edad moderna; la del siglo XX en la que la computadora está sustituyendo al cerebro y transformando el mundo de las comunicaciones. Precisamente en este tema la historia nos enseña que a diferencia de las épocas en las que los medios de comunicación utilizaban por separado las imágenes, los sonidos y los textos, la revolución digital está permitiendo por primera vez transmitir los tres a la vez.
La imprenta (1440) permitía imprimir textos o grabados pero no sonidos. Aún así produjo una revolución cultural al extender el uso de los libros, haciendo proliferar la lectura y escritura, con lo que nació el humanismo.
Mas adelante las tecnologías de reproducción de sonido por radio, magnetófono o micrófono solo permitían comunicar sonidos. Por su parte el cine sonoro permitió comunicar movimientos y sonidos.
Pero recién con la revolución digital por primera vez se puede reproducir texto, sonido e imagen a la vez, tramitidos a la velocidad de la luz. Esto va de la mano con el descubre de un nuevo continente que es la Internet lo cual produce una nueva revolución cultural.
Las consecuencias de esta revolución digital en la economía e industria son varias:
1). La globalización del intercambio de flujos comunicacionales, ya que circulan intercambios vía teléfono, televisión, computadoras que se están fusionando en máquinas que integran texto, imágenes y sonido.
Las empresas especializadas en cada actividad empiezan a fusionarse en empresas que integran todaslña actividades. Así se explican las fusiones de los grupos Time Warner/American on Line, Vivendi/universal. Poco a poco se evidencia que ya no hay límites entre la cultura y la comunicación.
2). La mutación de la comunicación y la cultura: se fusionan actividades que antes eran autónomas como información, publicidad, propaganda, cultura de masas.
3) Transformación de la retórica cultural. La expresión cultural se hace cada vez más rápida, breve, sencillla, simple, distractiva y emocionante.

Estas tendencias van consolidando una homogenización cultural en la cultura de masas, que es seleccionada por el mercado de manera darwinista y trae como consecuencia el riesgo de la uniformización cultural, a la que se están tratando de oponen los grupos integristas, fundamentalistas, nacionalistas y etnicistas.

REFLEXION

La charla de Ramonet resulta muy estimulante y nos obliga a pensar si la cultura debe pertenecer al mercado o si debe haber alguna inspiración estatal para presrvar la identidad cultural de las naciones. Cada vez más las disciplinas como el psicoanalisis o la antropología explican la mentalidad de las naciones en función de su historia y valores particulares, que en algunos casos se constituye en factor de motivación hacia el éxito y en otros una rémora que impide avanzar.

Seminario de Telecomunicación

La TV y la crisis de valores
Ignacio Ramonet y Fernando Savater se cruzaron en un debate sobre los medios de comunicación en un seminario realizado en España. Se cuestionó duramente, y desde dos posiciones políticas diametralmente opuestas, la calidad de la información que se difunde por Internet y la televisión. Algunas coincidencias con el pensamiento de José Saramago.
por Pedro Moncalvillo
En un seminario realizado en España y convocado bajo el título Humanismo y Telecomunicación, participaron, entre otros, el escritor Fernando Savater y el periodista y semiólogo Ignacio Ramonet. Como era de esperar, ambos sostuvieron opiniones diametralmente opuestas. Seguramente por esa razón fueron elegidos por los organizadores como las estrellas principales del programa. ¿Qué sería de un debate sin polémica?
En los medios europeos hay quienes sostienen que Savater, desde que se convirtió en un best seller, desarrolló un optimismo a toda prueba basado en su prosperidad personal. En cuanto a Ramonet, prefieren encasillarlo en una izquierda trasnochada que abusa del discurso pesimista. Dicen que él ve únicamente el lado injusto de la realidad. Los contrincantes no defraudaron las expectativas.
En ese seminario Savater habló en defensa de una sociedad civil en la cual no prime el sentimiento de pertenencia sobre el de reciprocidad: «No hay que aferrarse a lo nativo, a lo propio de cada lugar, porque sería como aceptar que de padres pobres deberían surgir hijos pobres; la educación –la que pueden aportar los medios de comunicación– es justamente una lucha contra la fatalidad», dijo el autor de Etica para Amador.

Audacia

La posición de Ramonet fue mucho más audaz. Criticó la expansión de las nuevas tecnologías y la superabundancia de información que éstas conllevan: «Internet –especificó– está derivando cada vez más hacia un mero centro comercial», y enseguida sus detractores aclararon que para un hombre de izquierda, «comercial» es una palabra idéntica a «mercantilista», y no necesita énfasis: viene a ser en sí misma un signo de algo negativo.
Sin embargo, Ramonet siguió avanzando. Hasta llegó a denunciar una conspiración solapada en ese afán de los holdings por mantener informada a la población. Sostuvo con firmeza que la abundancia de noticias es la forma actual de la censura: «Se produce un amontonamiento de informaciones para ocultar la realidad», dijo, sin pudor por haber caído en el lugar común.
Es casi una frase para el epígrafe, y tiene una gran dosis de ingenuidad –o de optimismo–, porque es como creer que el solo hecho de conocer la realidad, sin tener que pasar por ningún filtro, produciría, a corto o a largo plazo, un cambio rotundo en el plano social. En todo caso son los hechos los que agravian y no su difusión. El famoso tema del mensaje y el mensajero.

Sobre el poder

El pensamiento de Ramonet, en cuanto al poder de los medios, es casi idéntico al de José Saramago, el premio Nobel de Literatura en 1998. En un reportaje realizado por Eliana Galarza, el escritor –que no participó del simposio– declaró que el progreso informático era el culpable de tantas injusticias en el mundo: «Nos cambió la visión de algunas cosas. No quiero caer en el facilismo de decir que todo tiempo pasado fue mejor, pero aquellas 24 horas en la vida de décadas pasadas –cuando no existía el televisor, por ejemplo– eran horas vividas: horas que se podían compartir.
Ahora las personas pasan muchas horas frente a la pantalla de tevé o de su computadora y se aíslan. Antes era más difícil aislarse; había que subirse a un velero para poder alejarse del mundo. Ahora con engancharse en Internet es suficiente. Eso es una gran fuga de la realidad. Yo no uso Internet; todo lo que está allí ya estaba antes: no hay nada nuevo».
Y en cuanto a la calidad de la información, aceptó que existe un gran interés en la gente por las noticias que soslayan la actualidad cotidiana, como las hazañas en el espacio, por ejemplo. Y renglón seguido reflexionó: «Se gasta más dinero en enviar un aparato a Marte para buscar algunas rocas, que en llegar con ayuda concreta a las personas que necesitan más protección. Es lo que observo, y cuando lo comento dicen que soy pesimista».
En cambio, las palabras de cierre de Fernando Savater en el seminario de Humanismo y Telecomunicación sonaron más confiables, al menos para los que no están de acuerdo con el pensamiento de Ramonet y Saramago: «Hay una tendencia ultraconservadora –opinó– que critica lo que llaman la crisis de los valores. Los valores –concluyó con cierta suficiencia– son siempre confusos y, mientras se los pueda discutir, me parece positivo que haya muchos, diversos y no eternos».
Contradiciendo la famosa leyenda del frontispicio griego, la única verdad no es la realidad. Según el análisis de Savater puede haber varias verdades o varias realidades. Y partiendo de ese análisis, el bombardeo de noticias puede llegar a convertirse en algo positivo y no en una máscara de la censura. Como dice el refrán: lo que abunda no daña. *

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