La discusión sobre los beneficios del TLC para el empleo trae a colación en términos bilaterales entre Peru y EE.UU. lo que Thomas Friedman (“La Tierra es Plana”) visualiza como tema de conflicto a escala mundial cuando se alude al efecto del libre mercado y la libre transacción y circulación de bienes y servicios en el empleo de calidad de los norteamericanos. Se pregunta retóricamente ¿no sería mejor para los ciudadanos de EE.UU. que su gobierno levante muros de protección contra la subcontratación y el traslado de fábricas al exterior que quitan empleo a los norteamericanos? ¿Cómo puede ser bueno para un norteamericano que miles de indios o chinos puedan hacer el mismo trabajo que él a menor costo? Los proteccionistas norteamericanos sostienen que si no se protege el empleo de los norteamericanos, será inevitable el declive económico de la sociedad, porque es imposible que entren tantos participantes nuevos a la economía global sin que eso tire hacia abajo los niveles salariales. En cambio los defensores del libre mercado sostienen que si bien esta apertura en un primer momento puede producir una declive en las remuneraciones, esa bajada no tiene porqué ser permanente en la medida que la torta económica global crece en el tiempo y hay más para repartir. La idea de que en el mundo hay una economía que suma cero con un número finito de empleos y que mientras más indios o rusos los ocupen más se reducirá la oportunidad para los norteamericanos no es válida. Basta ver cómo a pesar de la entrada de millones de trabajadores indios y chinos al mercado laboral planetario, la tasa de desempleo en EE.UU. está alrededor del 5%. Lo que pasa es que la torta global no solo se hace más grande, sino además más compleja, a medida que se van generando más especializaciones y más empleos nuevos bien remunerados. De hecho los salarios de los chinos e indios han ido creciendo en el tiempo, conforme han ido elevando sus niveles de complejidad en las tareas a desempeñar. Se puede ver en Bangalore-India cómo la necesidad de las empresas de contratar a los mejores ingenieros va empujando hacia arriba los niveles salariales que están dispuestos a pagar. El tema entonces para los norteamericanos es que con el fin de mantener su nivel de vida van a tener que ascender en sus capacidades profesionales a partir de mayor esfuerzo, dedicación y capacitación continua. A los trabajadores norteamericanos les irá bien en el mundo globalizado del libre mercado en la medida que preparen bien a su población para la excelencia tecnológica, que sean capaces de producir ideas y bienes de alcance mundial, y en la medida que sean capaces de desempeñar los nuevos trabajos especializados que se vayan creando conforme la economía mundial va creciendo. Siempre se necesitarán nuevos medicamentos, nuevas aplicaciones informáticas de flujo de trabajo, nuevas industrias, nuevas formas de entretenimiento y servicio. Por ejemplo, cuando los asiáticos empezaron a confrontar la industria de semiconductores en la que los EE.UU. tenían casi monopolio, los norteamericanos se vieron obligados a crear nuevas especialidades y nuevos productos más sofisticados, sin lo cual hoy en día no existiría Intel creadora de chips más potentes, complejos y eficientes. La pregunta relevante entonces es ¿quiénes conservan y quienes pierden el empleo en un mundo globalizado altamente competitivo? Según Friedman, trabajadores especiales jamás perderán sus empleos. Bill Gates, Bárbara Streisand, Michael Jordan… son insustituibles. También los trabajadores especializados los son: neurocirujanos, abogados penalistas, auditores expertos … Su trabajo no puede ser digitalizado ni sustituido mecánicamente. También lo son los trabajadores anclados, aquellos que se requieren físicamente en un lugar determinado y no pueden ser sustituidos a distancia, porque tienen que dar un servicio directo al consumidor como los peluqueros, camareros, electricistas, enfermeras. No se pueden informatizar ni intercambiar. Quedan los trabajos adaptables. Son aquellos que pueden ser digitalizados o sustituidos fácilmente por otros más eficientes y baratos. Esos trabajadores para retener sus empleos deben capacitarse continuamente y adquirir nuevas habilidades, conocimientos y pericias para agregarle valor a su trabajo. Son los que deben aprender a aprender. Ocurre que cuanto más se expandan las fronteras del conocimiento y más complejas se vuelven las tareas que puedan realizar las máquinas automáticas, más importante será contar con trabajadores especiales, especialistas o adaptables. Sin embargo, para los trabajadores del segmento más bajo de la cadena laboral cuyo trabajo es sustituible o intercambiable, el empleo será más inestable, porque las empresas se sentirán incentivadas a subcontratar trabajadores más baratos y eficientes en el mercado laboral planetario. En ese segmento está el mayor riesgo del desempleo