Correo 17 11 2017

La educación tradicional está alineada con la historia en el sentido que ambas miran el pasado como su fuente de abordaje para sus propuestas. La educación innovadora está en la antípoda de la historia en el sentido de que toma distancias de las ataduras del pasado para imaginar propuestas educativas que hagan sentido para el mundo por venir

La educación tradicional analiza el pasado tratando de detectar qué fue lo que hicimos, cómo nos fue, qué podría haber sido diferente y con esas lecciones se corrige la propuesta presente. Pero eso supone que el futuro será una prolongación lineal del pasado, por lo que pulir las fallas del pasado supone mejorar lo necesario para el futuro. Esa presunción no vale en ningún campo de actividad de vanguardia, mucho menos en educación.

Por ello la educación innovadora suelta las amarras del pasado y parte por analizar el futuro deseable y posible desde el cual plantea una educación para que los niños de hoy se formen de modo que lleguen en buenas condiciones a lidiar con los retos de ese futuro.

En suma, en lugar de partir de los incas como referente para el diagnóstico, partir de la sociedad de los robots, la inteligencia artificial, el diseño y la ciudadanía digital. Desde allí es que se pregunta qué requerirían los niños de hoy para cultivar las capacidades que los volverán solventes en el presente y el futuro.

Harían bien los padres en preguntarse por qué hay tanta insatisfacción por la disfuncionalidad de nuestras sociedades y tanta angustia y frustración por las carencias emocionales y sociales de un creciente número de escolares. Quien sabe si alentaran a los colegios a prestar más atención a las dimensiones emocionales y sociales de los alumnos y a las necesidades formativas que demanda la sociedad digital de hoy y mañana (más que a las notas o pruebas censales o casos puntuales de bullying que tan solo encubren la dinámica social tóxica cotidiana) les estarían haciendo un mayor favor a sus hijos

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¿A quién debemos suspender? (Otros conceptos sobre evaluación y aprendizaje significativo). Si les dejamos opinar, los escuchamos y descubren que sus comentarios son importantes, la evaluación se convierte en aprendizaje