Si se analiza la marcha de sector educación en la primera mitad del mandato del presidente Alejandro Toledo, observaremos que no ha cumplido con ninguna de las promesas electorales. Recordemos que en la CADE 2001 prometió duplicar el % del PBI para educación del 2.4% al 4.9%; aumentar la cobertura Educación Inicial 3,4 y 5 años (41.5 a 55%, 63 a 75%, 82.4 a 97%); orientar 4to y 5to de Secundaria a formación técnica de mandos medios en Centros de Capacitación Regionales; dar autonomía a los centros educativos; capacitación masiva de docentes; duplicación del sueldo real de los docentes; apoyo a Escuelas Innovadoras (que serán escuelas de demostración); dar prioridad a maestros rurales y de frontera; desarrollar la tele educación para los centros educativos remotos; el acceso universal a Internet. En cuanto a las universidades estatales prometió importantes inversiones en laboratorios y equipos; convertir a las universidades públicas en Secretarías Técnicas del desarrollo regional; transparencia de la información para el otorgamiento de becas del INABEC; dotar de becas para 500 maestrías en el Perú y 50 doctorados en el extranjero; un escalafón docente con más categorías vinculadas a calificación y méritos; generación de empresas de bienes y servicios en las universidades; crear incubadoras para empresas y líneas de crédito para los egresados. Nada de esto ha sido cumplido.
A la luz de las prioridades reales en el manejo de la economía y la educación del Perú daría la impresión que el gobierno de Alejandro Toledo no podrá hacer nada significativo para revertir el declive continuado de la educación peruana que ya lleva 30 años. Básicamente, para los ministros de educación que se sucedan, la tarea será tratar de sobrevivir el mayor número de meses posible hasta llegar al 2006. La precariedad del sector es tal que habiendo anunciado Beatriz Merino el 18 de julio la emergencia de la educación, recién 45 días después el ministro Malpica anunció que para diciembre tendría un plan para atender la emergencia el año 2004. La verdadera emergencia está en la manera tan displicente de entender una emergencia. No quisiera imaginar cuánta vida le quedaría a un paciente con un infarto si cayese en manos de médicos que actuaran al ritmo de los funcionarios del sector educación. Pero aún en la hipótesis de que el gobierno quisiera hacer algo serio en los años que le quedan, no podría hacerlo porque la fragilidad de la alianza de gobierno y los sabotajes entre sus miembros son tales que les resultaría imposible conseguir el respaldo político para enfrentar y vencer los intereses creados en la educación, especialmente si se tiene que hacer una nueva ley del magisterio o proponer modernas formas de gestión y financiamiento de la educación. Si a Beatriz Merino le tomó 3 meses conseguir apoyo de la propia bancada oficialista para recibir facultades para legislar en materia tributaria, es fácil imaginar que le sería imposible conseguirlo para cambiar la educación. Por su parte el foro del “Acuerdo Nacional” está congelado y ha demostrado poca iniciativa para promover cambios estructurales en el país. ¿Qué hacer entonces? Sugiero promover un miniacuerdo por la educación para el 2006. Veamos. Gane quien gane en el 2006 jamás podrá emprender una reforma educativa por sí solo, porque es muy fácil para la oposición atacar cualquier intento de cambiar el “status quo” educativa con argumentos demagógicos y populistas. Hay que hacerlo con un pacto previo.
Datos consistentes de las encuestas publicadas desde el año 2001 muestra que Alan García, Valentín Paniagua y Lourdes Flores estarán en el bolo final, y si siguen las tendencias crecientes también veremos a Luis Castañeda Lossio y Yehude Simon entre otros líderes emergentes. Es altamente probable que juntos tendrán más de 60 congresistas en el 2006 y también que algunos de ellos llegue a gobernar y/o cogobernar en una alianza de gobierno.
Si es así, ¿porqué no empezar diálogos entre ellos, sus equipos técnicos y el Consejo Nacional de Educación, para elaborar entre los años 2004-5 una propuesta de renovación total de la educación peruana que se aplique a partir de agosto del 2006, promoviendo un pacto para que gane quien gane todos le den el respaldo político necesario para hacer la revolución educativa que el Perú necesita para salir de su calamitosa postración?. Para ello se necesita que estos personajes compartan una visión de futuro y la convicción sobre la quiebra de la educación peruana, asuman un rol de estadistas y evidencien capacidad de comunicación. ¿Es posible? Si. Vale la pena soñar.