Antero Flores Aráoz se comprometió con los peruanos, a través de una entrevista que le hicimos Chema Salcedo y yo en Ampliación del Domingo en RPP, a que durante su presidencia en el Congreso apadrinaría con especial interés dos temas cruciales: Educación y CVR. En el primer caso, si bien existe una comisión formal conformada por más o menos los mismos legisladores todos los años, sus compromisos políticos y apremios de corto plazo les impiden ir más allá de una Ley General de Educación tímidamente reformista y un ineficaz concurso masivo de plazas docentes, los cuales ni remotamente apuntan a resucitar nuestra colapsada educación.

Los congresistas se colocan guantes de seda cada vez que tienen que tratar temas peliagudos, como el magisterial o el universitario. Ni siquiera han hecho cuestión de Estado en sus partidos para asegurarle al sector los recursos pactados en el Acuerdo Nacional. Difícilmente su actual presidente, Gonzalo Jiménez Dioses, ex secretario general del Sutep de Tumbes, se va a atrever a promover leyes reformistas en asuntos políticamente muy sensibles. La educación seguirá atorada en su desgracia de no mediar planteamientos renovadores y audaces (como los que podrían derivar de una “Comisión de Sabios” al estilo colombiano que sugerí hace dos semanas en “Hacer sexy la educación”).

En cuanto al informe de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Antero Flores Aráoz se comprometió a crear una comisión especial para hacerle el seguimiento a sus recomendaciones, empezando por las que ya fueron aceptadas por el gobierno. Ni bien se propuso la iniciativa, el APRA se opuso tajantemente, secundado por Unidad Nacional. Sin duda, todo aquello que pudiera recordar episodios criminales en los que estuvieron involucrados los gobernantes entre 1980 y el 2000 puede restarles puntos en la campaña electoral venidera.

Lamentablemente, una vez más muestran la cortedad de su visión, porque en lugar de darle al Perú la oportunidad de curar sus heridas del pasado para proyectarse sanamente al futuro, quieren parchar una herida purulenta que contiene dolor, resentimiento, odio y desconfianza frente a la democracia, las Fuerzas Armadas, los políticos y los empresarios, que algún día nos volverá a salpicar a todos en la cara.
Antero Flores Aráoz tiene las prerrogativas para liderar él mismo ambas acciones, así sea mediante comisiones extracongresales que reporten a la presidencia del Congreso. Con ello podría marcar la diferencia como congresista, y, sobre todo, cumplir sus promesas.

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