Versión completa impresa (Columna de León Trahtemberg en Revista Padres-Cosas 204, 23 06 2015)

Libertad para crear: el garabato, el balbuceo y el desarrollo de los niños.

Hay quienes piensan que los garabatos o dibujos de los niños pequeños que no permiten observar formas definidas de un objeto son un simple juego o acción al azar que no tiene mayor importancia. Quien sabe esa ligereza les puede estar quitando a los padres la oportunidad de entender el significado de esos trazos. Por ejemplo, padres que guardan una muestra de esos trazos cada 6 meses desde la primera vez que su hijo agarró un lápiz, pincel o crayola, desde los 2 años hasta los 6 años (y más), quizá se vayan dando cuenta cómo maduran esos trazos y cómo con el tiempo se van perfilando mejor hacia algo reconocible que puede llegar a ser la figura humana completa, una fruta, objeto del hogar, vehículo, o las letras que usará en la escritura.

No les ayuda a los niños limitar su deseo de expresar libremente lo que quieren y preguntarles qué quisieron decir con su dibujo; mucho menos decirles “qué bonito” o corregirles el dibujo desde el lente del adulto porque lo único que conseguirán será interferir, intimidar, buscar una intencionalidad consciente a algo que no lo tiene o frenar la iniciativa y espontaneidad de su hijo que sentirá que cada cosa que hace es evaluada por sus padres.

Hay creatividad en el dibujo cuando evidencia capacidad para innovar en el uso de materiales, soportes y técnicas para crear un dibujo único, no copiado ni preestablecido por otros. Hay espontaneidad si nace de su libertad para expresarse sin atarse a normas, pautas o modelos que pre-marcan su imaginación. El dibujo libre favorece una sensación de descubrimiento, produce un placer por manipular y crear. Si el niño prefiere dibujar o pintar murales y tiene a su disposición el espacio y los materiales requeridos para expresarse, también así podrá expresarse a su gusto.

Resulta contraproducente la intervención externa de los adultos para interpretar y valorar los dibujos de los niños sin asumir que esa es la realidad tal como ellos la ven y viven los niños. Preguntarles por lo que han dibujado sin que ellos le hayan querido dar un sentido explícito o increparles diciéndoles que así no se dibuja una casa o esos no son los colores de los gatos, o inclusive elogiarlos diciéndoles que lo que dibujaron es espectacular no les sirve a ellos de nada positivo. Lo que hace es limitar su dibujo, al convertir al niño en sujeto de crítica, evaluación y control externo. Dibujar o pintar libremente deja de ser interesante para el niño que siente que su dibujo se ha convertido en un medio para conseguir elogios o censuras.

En este contexto resulta intimidante para los niños que les exijan limpieza, orden, o limitarse a un área pequeña para pintar, porque es en el caos de los trazos que el niño encontrará la expresión creativa que le plazca. Por lo demás, a esa edad esos conceptos no están a su alcance. Conforme vaya creciendo podrá asumir que no se pinta en ciertos espacios, paredes y pisos de la casa o aula.

No olvidemos que un niño que solo dibuja siguiendo las pautas externas o en espacios muy limitados como lo es una hoja A4 recibe un mensaje de desaprobación respecto a los sentimientos e ideas que quiere expresar, lo que golpea su autoestima, su capacidad de mirar su interior, de imaginar y de crear.

GARABATOS Y BALBUCEOS
Visto así esos garabatos iniciales equivalen a lo que en el lenguaje oral sería un balbuceo inicial, hasta que salen palabras como quiero, mío, papá, mamá. Al principio el niño usa un lenguaje imperfecto que lo puede llevar a omitir sílabas y decir “vión” por «avión» o cambiar consonantes como en “tatá” por «papá»; paulatinamente pasa a dominar entre 20 y 50 palabras y logra comprender una amplia gama de palabras que escucha de los adultos. Va combinando frases como “quiero agua” y luego compone oraciones incorporando un vocabulario cada vez más amplio, dependiendo de la diversidad del lenguaje de los padres, maestros, los cuentos que le leen, las canciones que canta, etc.

Ayuda a los niños hablarles usando palabras correctas sin diminutivos ni cantitos que distorsionan la correcta pronunciación de las palabras. Así mismo escucharlos y no adelantarse a decir la palabra que señalan hasta que ellos se hayan esforzado por expresarla a su manera para solo entonces repetir la correcta, de modo que se produzca una interacción positiva y continua, un diálogo nutritivo que a la par que permite una comunicación perfecciona el lenguaje. También ayuda al desarrollo del lenguaje jugar todo tipo de juegos de comunicación, como por ejemplo cuando el papá y el niño agarran los teléfonos y conversan como si lo estuvieran haciendo por el teléfono real. En ese contexto resulta contraproducente forzar al niño a repetir ciertas palabras que gustan a los padres, porque eso le hace perder el interés por hablar y la curiosidad por explorar los sonidos que salen de su boca.

CREATIVIDAD
Pero hay otra dimensión de los garabatos y dibujos que no debe pasar desapercibida. Es aquella que se da cuando un niño procura representar con trazos y colores una idea que tiene en la cabeza pero que no puede expresar verbalmente. Expresarla gráficamente le permite trasladar lo que pensó a un dibujo que puede retocar, agrandar, agregarle trazos, corregir, produciendo ese doble juego de ida y vuelta entre remodelar sus ideas y remodelar sus dibujos, que son elementos cruciales para cualquier proceso creativo. Si luego expresa sus pensamientos usando plastilina, arcilla u otro material plástico podrá elevarse a otro nivel de expresión más complejo aún de sus ideas.

Por ejemplo un niño que observó una mariposa e intenta dibujarla en una cartulina está reproduciendo e interpretando lo que vio dándole forma a su manera. Sin embargo cuando trata de hacer una mariposa con arcilla toma contacto con texturas, formas, volúmenes, colores, articulaciones entre partes, detalles de las alas, etc. en las que no repararía si se quedara en el dibujo plano. Todo esto es parte de un proceso creativo que requiere tiempo, paciencia, respeto a la expresión del niño, y un adulto consciente que le hace preguntas ocasionales solo para ayudarle a expresar lo que quiere o a darse cuenta de detalles que no ha percibido, pero de ninguna manera para imponerle una manera de dibujar o modelar la arcilla desde lo que al adulto le parece lo correcto, porque nuevamente eso desalentará a su hijo.

REGGIO EMILIA
Loris Malaguzzi fundador de la propuesta educativa de Reggio Emilia decía que trabajar con los niños supone trabajar con pocas certezas y muchas incertidumbres. Requiere mantener puro el lenguaje de las cosas maravillosas que se gestan en la mente de los niños. En ese contexto dibujar, pintar, etc., son experiencias y exploraciones de la vida, del sentido y del significado de las cosas; son expresiones de urgencias, deseos, confirmaciones, búsquedas, hipótesis, adecuaciones, constructividad, invenciones; tienen una lógica de intercambios, comunicación consigo mismo, con las cosas, con los demás y de juicio e inteligencia en relación con los sucesos que acontecen.

Uno de los espacios en los cuales se expresan los niños con libertad con diversos materiales son los atelieres al estilo de lo que propone Vea Vecchi, atelierista que trabajó cercana a Loris Malaguzzi (o dei 99 linguaggi da restituire ai bambini: Vea Vecchi at TEDxReggioEmilia).

Dice algo así como que el atelier no solo ha traído muchos materiales y técnicas al alcance de los niños, sino que también ha iluminado la necesidad de comunicarse de una forma en la que la racionalidad y la imaginación van de la mano. Lleva a creer que se trata de una multiplicad de lenguajes que están integrados, lo que enriquece el aprendizaje y la comprensión del mundo por parte del niño.

Hay que entender la importancia del dibujo y las artes plásticas como parte del abanico de lenguajes por los que los niños expresan sus ideas y visión del mundo. Ello se facilita si el niño tiene la oportunidad de familiarizarse con los materiales y diferentes soportes para el dibujo, el color, el modelado y la utilización de técnicas múltiples tradicionales y novedosas. Esa actividad plástica facilita el cultivo de sus habilidades psicomotrices y su desarrollo intelectual y es un excelente medio de conectar su interior con el exterior, de expresión, además de una oportunidad para disfrutar de sus creaciones.

En FB https://www.facebook.com/leon.trahtemberg/posts/665786963521842?pnref=story

Artículo afín: ¿Cuál es el significado de los dibujos de los niños?

VERSIÓN RESUMIDA EN WEB PADRES: Libertad para crear.

(Columna de León Trahtemberg en Revista Padres-Cosas 204, 23 06 2015 en la que aparece una síntesis)

Hay quienes piensan que los garabatos o dibujos de los niños pequeños no permiten observar formas definidas, o que son un simple juego o una acción al azar sin mayor importancia. Quién sabe si esa ligereza les puede estar quitando a los padres la oportunidad de entender el verdadero significado de esos trazos. Por ejemplo, padres que guardan una muestra de esos dibujos cada seis meses desde la primera vez que su hijo agarró un lápiz, pincel o crayola, entre los 2 y los 6 años –hasta más–, se dan cuenta de cómo maduran esos garabatos y cómo, con el tiempo, se van perfilando mejor hacia algo reconocible que puede llegar a ser la figura humana completa, una fruta, un objeto del hogar, un vehículo o las letras que usarán más tarde en la escritura.

El autor destaca la filosofía educativa Reggio Emilia, que es reconocida en el mundo pedagógico por poner al alumno al centro de la educación. No les ayuda a los niños limitar su deseo de expresar libremente lo que quieren o preguntarles qué quisieron decir con su dibujo. Mucho menos decirles “qué bonito” o corregirles el dibujo desde el lente del adulto, porque lo único que conseguirán será interferir, intimidar, buscar una intencionalidad consciente a algo que no lo tiene, o frenar la iniciativa y la espontaneidad de su hijo, que sentirá que cada cosa que hace es evaluada por sus padres. Hay creatividad en el dibujo cuando evidencia capacidad para innovar en el uso de materiales, soportes y técnicas para crear un trazo único, no copiado ni preestablecido por otros. Hay espontaneidad si nace de su libertad para expresarse sin atarse a normas, pautas o modelos que marcan premeditadamente su imaginación.

El dibujo libre favorece una sensación de descubrimiento: produce un placer por manipular y crear. Si el niño prefiere dibujar o pintar murales, y tiene a su disposición el espacio y los materiales requeridos, podrá expresarse sin límites a su gusto.

Resulta contraproducente la intervención externa de los adultos para interpretar y valorar los dibujos de los niños sin asumir que esa es la realidad tal como la ven y viven los niños. Preguntarles por lo que han dibujado sin que ellos le hayan querido dar un sentido explícito o increparles diciéndoles que “así no se dibuja una casa” o “esos no son los colores de los gatos”, o inclusive elogiarlos diciéndoles que “lo que dibujaron es espectacular”, no les sirve a ellos de nada positivo. Lo que hace es limitar su dibujo al convertir al niño en sujeto de crítica, evaluación y control externo. Dibujar o pintar libremente deja de ser interesante para el niño que siente que su dibujo se ha convertido en un medio para conseguir elogios o censuras.

Para Trahtemberg, los primeros garabatos son el equivalente de las primeras palabras en los niños la educación. En ese contexto, resulta intimidante para los niños que les exijan limpieza, orden o limitarse a un área pequeña para pintar, porque es, en el caos de los trazos, donde el niño encontrará la expresión creativa que le plazca. Por lo demás, a esa edad, esos conceptos no están a su alcance. Conforme vaya creciendo, podrá asumir que no se pinta en ciertos espacios, paredes y pisos de la casa o el aula.
No olvidemos que un niño que solo dibuja siguiendo las pautas externas o en espacios muy limitados como una hoja A4 recibe un mensaje de desaprobación respecto a los sentimientos y las ideas que quiere expresar, lo que golpea su autoestima, su capacidad de mirar su interior, de imaginar y de crear.

GARABATOS Y BALBUCEOS

Vistos así, los garabatos iniciales contribuyen a lo que será el lenguaje oral. Al principio, el niño usa un lenguaje imperfecto que lo puede llevar a omitir sílabas y decir “vión” por “avión” o cambiar consonantes como en “tatá” por “papá”. Paulatinamente, pasará a dominar entre veinte y cincuenta palabras y logrará comprender una amplia gama de palabras que escucha de los adultos. Va combinando frases como “quiero agua” y, luego, compone oraciones con un vocabulario cada vez más amplio, de acuerdo con la diversidad del lenguaje de los padres y los maestros, así como los cuentos que le leen, las canciones que canta, entre otros estímulos.

El educador recomienda que los padres no deben tratar de guiar los primeros trazos de los niños, para que ellos expresen sus emociones con más libertad.

Ayuda a los niños hablarles usando palabras correctas sin diminutivos ni cantitos que distorsionan la correcta pronunciación de las palabras. Así mismo, escucharlos y no adelantarse a decir la palabra que señalan hasta que ellos se hayan esforzado por expresarla a su manera es positivo. Este es un diálogo nutritivo que, a la par que permite una comunicación, perfecciona el lenguaje. También ayuda al desarrollo del lenguaje jugar todo tipo de juegos de comunicación, como, por ejemplo, cuando el papá y el niño agarran los teléfonos y conversan como si lo estuvieran haciendo por el teléfono real. En ese contexto, resulta contraproducente forzar al niño a repetir ciertas palabras que gustan a los padres, porque eso le hace perder el interés por hablar y la curiosidad por explorar los sonidos que salen de su boca.

CREATIVIDAD EN EL PAPEL

Pero hay otra dimensión de los garabatos y dibujos que no debe pasar desapercibida por los padres. Es aquella que se da cuando un niño procura representar con trazos y colores una idea que tiene en la cabeza pero que no puede expresar verbalmente. Expresarla gráficamente le permite trasladar lo que pensó a un dibujo que puede retocar, agrandar, agregarle trazos, corregir, produciendo ese doble juego de ida y vuelta entre remodelar sus ideas y remodelar sus dibujos, que son elementos cruciales para cualquier proceso creativo. Si luego expresa sus pensamientos usando plastilina, arcilla u otro material plástico, podrá elevarse a un nivel de expresión de sus ideas más complejo.

Por ejemplo, un niño que observó una mariposa e intenta dibujarla en una cartulina está reproduciendo e interpretando lo que vio al darle forma a su manera. Sin embargo, cuando trata de hacer una mariposa con arcilla, toma contacto con texturas, formas, volúmenes, colores, articulaciones entre partes, detalles de las alas, en las que no repararía si se quedara en el dibujo plano. Todo esto es parte de un proceso creativo que requiere tiempo, paciencia, respeto a la expresión del niño y un adulto consciente que haga preguntas ocasionales solo para ayudarle a expresar lo que quiere expresar o darse cuenta de detalles que no ha percibido, pero de ninguna manera para imponerle una manera de dibujar o modelar la arcilla. Eso desalentará a su hijo.